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Absolutamente todas las tablillas utilizadas en el foro fueron creadas por el staff, y únicamente para nuestro foro. Muy por el contrario, ninguna de las imágenes nos pertenece, aunque todas han sido editadas en photoshop por el Staff. Las imágenes han sido sacadas de Zerochan, Pixiv y Deviantart. Los físicos de Galamoth son de "Nafah" en deviantart también.
Agradecemos a foroactivo por los tutoriales. Por último especificamos que todo el material que los usuarios posteen aquí pertenece solo al usuario. El plagio no será tolerado, sean originales, por favor.
Quiero agradecer primordialmente a mi staff, que ha sido quien me ha motivado a seguir con este proyecto. Agradezco especialmente a Kashia Bythesea por ayudarme a buscar las imágenes para variadas labores, siempre muy dispuesta. Agradezco especialmente Darsey O. Gobin por impulsarnos a salir adelante incluso aunque los tiempos se vean difíciles y comencemos a cansarnos. Así es como se sale adelante: en equipo y con amor.
Por último y muy importante agradezco a todos los usuarios que han mantenido a este foro vivo, muchas gracias.
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En un solitario banco [Privado]
2 participantes
Solche Prestige :: Explanada :: Jardines
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En un solitario banco [Privado]
Era un día soleado. Frío, pesado y lento, pero soleado. Amanecí con Micael a mi lado, como ya era costumbre desde hacía un tiempo, y solo con eso ya tenía una sonrisa asegurada por lo que quedaba de día. Un desayuno potente, un poco de paciencia y un par de besos aquí y allá eran suficientes para mantener el buen humor. Y es que, dejando de lado un par de incidentes, mi vida iba cuesta arriba. Obviamente siempre temía que aquello terminara de una manera u otra, pero yo era una persona demasiado optimista como para dejarse llevar por esos pensamientos por mucho tiempo. Solo me hacía falta mirar por la ventana, o en el suelo mismo, y ya encontraba algo por lo que sonreír. Un pájaro que canta, una hormiga que carga con esmero una miga de pan, esa hoja rebelde que se resiste al frío... ¡Tantos detalles, y tan poco tiempo para asimilarlos todos!
A la hora del almuerzo, cuando todos los alumnos iban y venían de aquí para allá, pensando qué comer o qué clases saltarse, me senté en un banco del jardín. Podía observar el vaivén casi constante sin ser parte de él, y sin hacer realmente nada me lo pasaba la mar de bien. Me gustaba hacer eso cuando tenía tiempo libre. Si te fijabas bien encontrabas cosas realmente interesantes... Una pareja pasó corriendo como una gacela empujando a unos cuantos, entre risas y miradas cómplices. Algunos chiquillos hablaban animadamente, para echar cuatro gritos inmediatamente y volver a reír. Muchos iban solos, cada cual con su humor. Respiré hondo y me crucé de piernas, incapaz de borrar la sutil sonrisa que llevaba un buen rato dibujada en mis labios.
Ah, qué hermoso día... helado, nevado y complicado día, pero qué hermoso era.
A la hora del almuerzo, cuando todos los alumnos iban y venían de aquí para allá, pensando qué comer o qué clases saltarse, me senté en un banco del jardín. Podía observar el vaivén casi constante sin ser parte de él, y sin hacer realmente nada me lo pasaba la mar de bien. Me gustaba hacer eso cuando tenía tiempo libre. Si te fijabas bien encontrabas cosas realmente interesantes... Una pareja pasó corriendo como una gacela empujando a unos cuantos, entre risas y miradas cómplices. Algunos chiquillos hablaban animadamente, para echar cuatro gritos inmediatamente y volver a reír. Muchos iban solos, cada cual con su humor. Respiré hondo y me crucé de piernas, incapaz de borrar la sutil sonrisa que llevaba un buen rato dibujada en mis labios.
Ah, qué hermoso día... helado, nevado y complicado día, pero qué hermoso era.
Lior Karael Bentton- Sexo :
Raza : Ilusionista
Mensajes : 46
Galmos : 50158
Reputación : 1
Localización : Predicando la palabra del Señor
Re: En un solitario banco [Privado]
En ese momento Kashia se sentia como un estúpido gato que había subido en un arbol y era incapaz de bajar. Y no, no era porque no supiera como hacerlo, si no por el vergonzoso hecho de que alguien se había sentado en el banco que adornaba justo debajo de este. Para empezar, era difícil explicar como había acabado en esa situación, pues ni él mismo estaba muy seguro de ello.
Esa mañana, como casi todas, se había despertado en su despacho, durmiendo en un rincón de la habitación, hecho bolita. No le importaba dormir en el frío suelo, ni tampoco el hecho de no tener nada para cubrirse, no, realmente no le importaba. Cuidaba de los demás y los "regañaba" cuando estos hacían ese mismo tipo de estupideces, pero él no tenia problema en hacerlas. Él estaba acostumbrado, pues tras años y años de vivir como una simple muñeca, era normal para él joven médico dormir en habitaciones oscuras y frías como el hielo, lugares estrechos, incluso vitrinas. Quieto, inmóvil, fingiendo no respirar, temiendo demostrar que estaba vivo, pues si lo hacía lo castigarían. Sí, estaba acostumbrado. No era importante si algo le pasaba, siquiera era importante si se enfermaba ¿Quien sufriría por alguien como él? Sabía que nadie lo haría, nunca les había dado ese tipo de "lujos" a los demás. Se mantenia lejos, distante, esperando no ser notado, envidiando a quienes sí eran capaces de ser "personas", envidiando a los vivos, a los que sienten, a los que lloran, aman y ríen. Los envidiaba, los admiraba y deseaba poder llegar a ser como ellos algún dia, sin darse cuenta de que para hacerlo, era necesario poner algo de esfuerzo de su parte. Pero esa no era la cuestión en ese instante, no. El castaño se despertó, observando ese helada mañana, que balnca como un lienzo listo para ser estampado, decía a gritos que el crudo invierno llegaba a Solche una vez más. Entonces, de la nada, cuando aún se encontraba bostezando, alguien llamó a la puerta- ¿Doctor? ¿Podria ayudarnos...? -Murmuraron dos estudiantes desde esta, mirándose entre ellas algo preocupadas e indecisas. Eran apenas las 6 de la mañana, probablemente estaban dirigiéndose a los entrenamientos matutinos de algún club, aunque Kashia era demasiado lento como para pensar en todo aquello; aún estaba procesando que alguien le había pedido ayuda.
Muy probablemente era el único que estaba despierto y libre a esa hora, aparte de la gente de los turnos nocturnos, que estaban a punto de finalizar sus horas. El castaño se levantó tímidamente y se acercó a ellas, hablando bajito- ¿Que sucede...? -Musitó, tratando de no mostrar su incomodidad al estar hablando con completas desconocidas- B-bueno, verá... Hay un gato en la entrada de los jardines. Creo que quedó atrapado en alguna pelea, está cojeando. Sabemos que no es veterinario, pero... -Querían saber si podia ayudarlas a curar al pobre animal, obviamente. Curiosamente no era la primera vez que ayudaba a algún animal herido por el campus, pero lo cierto era que siempre había sido iniciativa propia. Claro, el castaño aceptó. Ellas se dirigieron a sus clubes y él, por su parte, fue en busca del felino. Y lo encontró, oh sí, lo hizo. Pero el gato escapó, aún cojo, logrando incluso sacarle el aliento al pobre médico, quien lejos de ser alguien deportivo estaba en bastante mala forma. No explicarememos como terminó subido a ese árbol, soló que, sin duda, el 94% de la culpa la tenia ese dichoso gato blanco, que parecía inmortal tras huir tanto rato con una pata mala.
Y ahí estaba él, montado en ese árbol, helado, rodeado de nieve, esperando que esa persona se levantara y se fuera. Pero claro, todo tiene sus consecuencias, y dormir en el suelo helado tarde o temprano aportará las correspondientes. La nariz le ardió y antes de que pudiera hacer nada para remediarlo estornudó, perdiendo el equilibrio y cayendo del árbol, aterrizando sobre un enorme montón de nieve, para que finalmente, para rematar, le cayera encima otro montón de la que se había acumulado en el arbol- Ah.. Ah... -volvió a estornudar, algo rojo y cubierto de nieve.
Esa mañana, como casi todas, se había despertado en su despacho, durmiendo en un rincón de la habitación, hecho bolita. No le importaba dormir en el frío suelo, ni tampoco el hecho de no tener nada para cubrirse, no, realmente no le importaba. Cuidaba de los demás y los "regañaba" cuando estos hacían ese mismo tipo de estupideces, pero él no tenia problema en hacerlas. Él estaba acostumbrado, pues tras años y años de vivir como una simple muñeca, era normal para él joven médico dormir en habitaciones oscuras y frías como el hielo, lugares estrechos, incluso vitrinas. Quieto, inmóvil, fingiendo no respirar, temiendo demostrar que estaba vivo, pues si lo hacía lo castigarían. Sí, estaba acostumbrado. No era importante si algo le pasaba, siquiera era importante si se enfermaba ¿Quien sufriría por alguien como él? Sabía que nadie lo haría, nunca les había dado ese tipo de "lujos" a los demás. Se mantenia lejos, distante, esperando no ser notado, envidiando a quienes sí eran capaces de ser "personas", envidiando a los vivos, a los que sienten, a los que lloran, aman y ríen. Los envidiaba, los admiraba y deseaba poder llegar a ser como ellos algún dia, sin darse cuenta de que para hacerlo, era necesario poner algo de esfuerzo de su parte. Pero esa no era la cuestión en ese instante, no. El castaño se despertó, observando ese helada mañana, que balnca como un lienzo listo para ser estampado, decía a gritos que el crudo invierno llegaba a Solche una vez más. Entonces, de la nada, cuando aún se encontraba bostezando, alguien llamó a la puerta- ¿Doctor? ¿Podria ayudarnos...? -Murmuraron dos estudiantes desde esta, mirándose entre ellas algo preocupadas e indecisas. Eran apenas las 6 de la mañana, probablemente estaban dirigiéndose a los entrenamientos matutinos de algún club, aunque Kashia era demasiado lento como para pensar en todo aquello; aún estaba procesando que alguien le había pedido ayuda.
Muy probablemente era el único que estaba despierto y libre a esa hora, aparte de la gente de los turnos nocturnos, que estaban a punto de finalizar sus horas. El castaño se levantó tímidamente y se acercó a ellas, hablando bajito- ¿Que sucede...? -Musitó, tratando de no mostrar su incomodidad al estar hablando con completas desconocidas- B-bueno, verá... Hay un gato en la entrada de los jardines. Creo que quedó atrapado en alguna pelea, está cojeando. Sabemos que no es veterinario, pero... -Querían saber si podia ayudarlas a curar al pobre animal, obviamente. Curiosamente no era la primera vez que ayudaba a algún animal herido por el campus, pero lo cierto era que siempre había sido iniciativa propia. Claro, el castaño aceptó. Ellas se dirigieron a sus clubes y él, por su parte, fue en busca del felino. Y lo encontró, oh sí, lo hizo. Pero el gato escapó, aún cojo, logrando incluso sacarle el aliento al pobre médico, quien lejos de ser alguien deportivo estaba en bastante mala forma. No explicarememos como terminó subido a ese árbol, soló que, sin duda, el 94% de la culpa la tenia ese dichoso gato blanco, que parecía inmortal tras huir tanto rato con una pata mala.
Y ahí estaba él, montado en ese árbol, helado, rodeado de nieve, esperando que esa persona se levantara y se fuera. Pero claro, todo tiene sus consecuencias, y dormir en el suelo helado tarde o temprano aportará las correspondientes. La nariz le ardió y antes de que pudiera hacer nada para remediarlo estornudó, perdiendo el equilibrio y cayendo del árbol, aterrizando sobre un enorme montón de nieve, para que finalmente, para rematar, le cayera encima otro montón de la que se había acumulado en el arbol- Ah.. Ah... -volvió a estornudar, algo rojo y cubierto de nieve.
Kashia Bythesea- Sexo :
Raza : No lo se.
Mensajes : 285
Galmos : 52616
Reputación : 18
Localización : ...-En el hospital, probablemente-
Re: En un solitario banco [Privado]
Respiré hondo, viendo las horas pasar. El frío calaba e invitaba a pedir en la cafetería una buena taza de chocolate caliente. Lo adoraba. Todas las estaciones del año tenían su encanto, y yo me esforzaba por hacérselo entender a cuantos podía. En verano, el calor y los alegres colores eran perfectos para aprovechar el tiempo, salir con los amigos, dormir toda la tarde y, en general, hacer todo aquello que durante el resto del año no podíamos. En primavera... la estación del amor, ¿cierto? ¡Para un artista no había momento mejor! Salieras donde salieras todo era alegría, música y flor. Unos meses geniales para disfrutar del calor sin asarse. En otoño, por otro lado, no hacía tanto frío como para quedarse en casa, pero podías sacar los mullidos abrigos perfectos para dar abrazos de oso. Llovía a cántaros, y los días, en general, tenían un aire romántico de lo más envidiable. ¡Y el invierno! Frío, duro y malhumorado, pero idóneo para las parejas. Eran días de quedarse en casa, cubrirse con una manta y tomar algo calentito leyendo un libro. Para mí, nada más apetecible. Sonreí al ver pasar un pequeño gatito blanco, aunque el alboroto que oí a continuación me hizo dar un salto.
Solo Dios sabe qué hacía ese chiquillo encima del árbol. Me giré de golpe al oír el estruendo ahogado, tensándome por completo. Al principio solo vi un montón de nieve, lo cual me extrañó, pero al oír un segundo estornudo me levanté como un muelle y corrí a socorrer a quien fuera que necesitara ayuda. ¡Por el cielo santo, pobre criatura! No se me ocurría qué podría haber estado haciendo allí arriba, pero solo con ver su tierna expresión desencajada por el frío se me encogió el corazón. ¡Con lo joven que parecía y ya con esa cara! Ah, ya creía lejos esos tiempos en los que encontraba desprotegidos necesitados de ayuda... Años atrás, en algunas parroquias en las que trabajé, me había dedicado a ayudar a vagabundos a pasar las noches de invierno, dejándolos en albergues, casas de ayuda, o incluso en la propia iglesia por unas pocas noches. Jamás creí que volvería a encontrarme a nadie escondido entre la nieve.-Toma mi mano, corre.-dije ayudándolo a levantarse. Me quité el abrigo, grueso y cálido, y le cubrí los hombros con él, esperando que eso le ayudara.
Lo guié hasta el banco, donde lo hice sentar con delicadeza. Me di cuenta de que era un chiquillo débil y exageradamente flaco. No parecía un muerto de hambre, pero mi instinto paternal inmediatamente se activó. ¿Ya estaría comiendo bien? ¿Estaría enfermo? ¿Qué estaría haciendo allí arriba? Lo miré preocupado y procuré comprobar que no tenía ninguna herida grave. Alguna que otra rasguño, pero nada más. Solté un suspiro aliviado y lo miré a los ojos.-¿Estás bien?-pregunté antes de darme cuenta de que ya lo conocía. Sonreí automáticamente.-Ah, pero si eres el chiquillo de la última vez.
Solo Dios sabe qué hacía ese chiquillo encima del árbol. Me giré de golpe al oír el estruendo ahogado, tensándome por completo. Al principio solo vi un montón de nieve, lo cual me extrañó, pero al oír un segundo estornudo me levanté como un muelle y corrí a socorrer a quien fuera que necesitara ayuda. ¡Por el cielo santo, pobre criatura! No se me ocurría qué podría haber estado haciendo allí arriba, pero solo con ver su tierna expresión desencajada por el frío se me encogió el corazón. ¡Con lo joven que parecía y ya con esa cara! Ah, ya creía lejos esos tiempos en los que encontraba desprotegidos necesitados de ayuda... Años atrás, en algunas parroquias en las que trabajé, me había dedicado a ayudar a vagabundos a pasar las noches de invierno, dejándolos en albergues, casas de ayuda, o incluso en la propia iglesia por unas pocas noches. Jamás creí que volvería a encontrarme a nadie escondido entre la nieve.-Toma mi mano, corre.-dije ayudándolo a levantarse. Me quité el abrigo, grueso y cálido, y le cubrí los hombros con él, esperando que eso le ayudara.
Lo guié hasta el banco, donde lo hice sentar con delicadeza. Me di cuenta de que era un chiquillo débil y exageradamente flaco. No parecía un muerto de hambre, pero mi instinto paternal inmediatamente se activó. ¿Ya estaría comiendo bien? ¿Estaría enfermo? ¿Qué estaría haciendo allí arriba? Lo miré preocupado y procuré comprobar que no tenía ninguna herida grave. Alguna que otra rasguño, pero nada más. Solté un suspiro aliviado y lo miré a los ojos.-¿Estás bien?-pregunté antes de darme cuenta de que ya lo conocía. Sonreí automáticamente.-Ah, pero si eres el chiquillo de la última vez.
Lior Karael Bentton- Sexo :
Raza : Ilusionista
Mensajes : 46
Galmos : 50158
Reputación : 1
Localización : Predicando la palabra del Señor
Re: En un solitario banco [Privado]
Estaba helado, total y completamente helado. Colmado por la nieve le daba demasiada vergüenza tratar de salir de ese bulto que ahora le servia de "tapadera". Sin embargo no tardó mucho en escuchar la voz del ajeno, que preocupada, se abalanzó contra él para tomarlo de la mano y llevarlo hasta el banco. No pasa nada pensó, mientras sentia como lo arrastraba No importa se decía a si mismo. Pero en su interior había una voz que no dejaba de contradecirlo, ¿Seguro que estás bien?, seguia repitiendo en su interior, una y otra y otra vez, el recuerdo de una voz muy lejana, que una vez se posó a su lado con cariño y preocupación.
¿Lo sabías? En mi idioma, Kashia significa "Hijo del bosque" ¿No crees que se adapta perfectamente a ti? Kashia ladeó el rostro, algo confuso... ¿Podria un nombre tener dos significados tan distintos? El hombre que le dio ese nombre dijo claramente su significado "Alma de mil dueños". Nunca desechó ese nombre, ni lo detesto, pues es el único que le dieron como propósito de que fuera suyo y sólo suyo. Sin embargo, entre su primer significado y el que ahora le estaban diciendo... ¿Cual debía elegir? ¿Hmm? ¿Kashia? ¿Estás bien? Hoy pareces algo distraído... ¿No estarás enfermo, verdad? Preguntaba esa voz dulce que lo abrazaba, que lo envolvía calidamente y lo protegia ¿Has vuelto a dormir en el suelo? Te preparé una cama la ultima vez... ¿No te gustó? Preguntaba preocupado, mientras el castaño simplemente negaba. Era la costumbre, costumbre de años siendo nada más que una propiedad, siendo la pertenencia de otra persona. Se había acostumbrado a ellos, a dormir en el suelo, en un rincón, hecho no más que una bolita, tratando de no ser notado, de no existir; de desaparecer.
Sus ojos miraron al hombre que tenia en frente, alguien que de algún modo le resultaba familiar. Pero su vista estaba borrosa, nublada, perdida en alguna parte de su mente, sin tener muy claro como hacerlo para volver al presente. Hacía tanto tiempo que no escuchaba esa voz tan claramente, tan cerca suyo, a su lado, casi como si volviera a estar allí, junto a él. Era algo irreal e imposible, lo sabía. Era más consciente de ello que calquier otra persona y al mismo tiempo, era quien más deseaba que fuera la realidad. Probablemente era de las pocas cosas que él castaño había llegado a querer, a añorar. Una presión se apoderaba de su pecho cada vez que pensaba en ello. Era una presión sofocante, dolorosa, casi insoportable. Lo torturaba y lo dejaba sin aliento, sintiendo cosas que estaban aún muy lejos de su comprensión- Y-yunuen... -Musitó, mientras sus ojos miraban la distorsionada silueta que se plantaba frente a él, dejándose poner ese abrigo- ¿T-tu... -Dijo casi insonoro- ...porque...él...ya no...? -Sus ojos se humedecieron, mientras sus mejillas, rojas, brillaban con una intensidad anormal en esa piel tan pálida que tenia, indicando que probablemente había sucumbido a la fiebre.
¿Lo sabías? En mi idioma, Kashia significa "Hijo del bosque" ¿No crees que se adapta perfectamente a ti? Kashia ladeó el rostro, algo confuso... ¿Podria un nombre tener dos significados tan distintos? El hombre que le dio ese nombre dijo claramente su significado "Alma de mil dueños". Nunca desechó ese nombre, ni lo detesto, pues es el único que le dieron como propósito de que fuera suyo y sólo suyo. Sin embargo, entre su primer significado y el que ahora le estaban diciendo... ¿Cual debía elegir? ¿Hmm? ¿Kashia? ¿Estás bien? Hoy pareces algo distraído... ¿No estarás enfermo, verdad? Preguntaba esa voz dulce que lo abrazaba, que lo envolvía calidamente y lo protegia ¿Has vuelto a dormir en el suelo? Te preparé una cama la ultima vez... ¿No te gustó? Preguntaba preocupado, mientras el castaño simplemente negaba. Era la costumbre, costumbre de años siendo nada más que una propiedad, siendo la pertenencia de otra persona. Se había acostumbrado a ellos, a dormir en el suelo, en un rincón, hecho no más que una bolita, tratando de no ser notado, de no existir; de desaparecer.
Sus ojos miraron al hombre que tenia en frente, alguien que de algún modo le resultaba familiar. Pero su vista estaba borrosa, nublada, perdida en alguna parte de su mente, sin tener muy claro como hacerlo para volver al presente. Hacía tanto tiempo que no escuchaba esa voz tan claramente, tan cerca suyo, a su lado, casi como si volviera a estar allí, junto a él. Era algo irreal e imposible, lo sabía. Era más consciente de ello que calquier otra persona y al mismo tiempo, era quien más deseaba que fuera la realidad. Probablemente era de las pocas cosas que él castaño había llegado a querer, a añorar. Una presión se apoderaba de su pecho cada vez que pensaba en ello. Era una presión sofocante, dolorosa, casi insoportable. Lo torturaba y lo dejaba sin aliento, sintiendo cosas que estaban aún muy lejos de su comprensión- Y-yunuen... -Musitó, mientras sus ojos miraban la distorsionada silueta que se plantaba frente a él, dejándose poner ese abrigo- ¿T-tu... -Dijo casi insonoro- ...porque...él...ya no...? -Sus ojos se humedecieron, mientras sus mejillas, rojas, brillaban con una intensidad anormal en esa piel tan pálida que tenia, indicando que probablemente había sucumbido a la fiebre.
Kashia Bythesea- Sexo :
Raza : No lo se.
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Localización : ...-En el hospital, probablemente-
Re: En un solitario banco [Privado]
Mi expresión se distorsionó, borrando por completo la sonrisa y todo rastro alegre. Yo era una persona empática. Comprendía todo lo que alguien pudiera llegar a hacer, incluso si se trataba del acto más inhumano y repulsivo posible. Intentar ayudar al resto me salía de forma natural, como si hubiera una vocecita en mi interior diciéndome "esa persona está sola, necesita ayuda". Incluso si yo mismo terminaba mal parado (no sería la primera vez) necesitaba hacerlo. El padre Craft solía decir que la vida no tenía sentido si uno no podía detenerse a ayudar a los demás, y yo lo sabía bien. Por eso, al ver los ojos llorosos de aquel tímido muchacho, se me partió el corazón. Años atrás estuve rodeado de personas que habían perdido el rumbo, el alma. No eran más que niños, pero ya tenían muy claro que su vida no sería un camino de rosas, y que muy probablemente terminarían muertos en un rincón, recordados por nadie. Me acordé de ellos casi al instante, pues lucían la misma mirada perdida y rota.
-A veces...-comencé a decir, buscando la mejor manera para no pisotear el corazón del chico. La muerte era algo inevitable, pero no por ello menos duro. Incluso si jamás llegué a conocer a mis padres, durante muchos años cargué con su perdida, sintiendo que me faltaba una pieza del puzzle. Durante toda mi vida vi a muchos perecer. Algunos con dignidad, muchos con miedo, otros totalmente en paz. Ninguna de ellas fue fácil. Es especialmente difícil asumir una pérdida incluso si no es próxima. Cuando el padre Craft... George, murió, quise irme con él. Mi padre y mentor, quien me guió toda la vida, ya no estaba. Y pese a saber que se encontraba en un lugar mejor, protegido por las manos de Dios, no había día que no me arrepintiera de no haber pasado más tiempo con él. Algo estúpido, porque pasábamos el día juntos, pero el pesar no entiende de lógica ni sentido. Entendí al chiquillo con solo mirarlo, pero, finalmente, dejé que las palabras salieran solas-A veces la gente se va. Incluso si no queremos o no es justo... Pero debemos aprender a vivir con ello. El dolor y el pesar no deben cegarte, Kashia.-expliqué con voz suave, recordando de pronto su nombre-Él no te ha dejado del todo, ¿sabes?-sonreí suavemente, arrastrando un deje de tristeza-Sigue contigo, y será así mientras lo recuerdes.-dije apoyando una mano en su pecho y otra en su cabeza, acariciándole la sien con dulzura-Aquí, y aquí, él permanece.
Incluso si no creía en Dios, incluso si era un espíritu y sabía qué había en el más allá, no había nadie que pudiera desmentirme. Uno no moría del todo hasta que lo olvidaran. Mientras tanto, los vivos debían aprender a vivir con la pérdida, superarla, y hacerse más fuertes. Pero jamás olvidar, porque los recuerdos eran la daga más dulce de todos. Con el tiempo las lágrimas pasarían a sonrisas, y serían las más bellas de todas.
-A veces...-comencé a decir, buscando la mejor manera para no pisotear el corazón del chico. La muerte era algo inevitable, pero no por ello menos duro. Incluso si jamás llegué a conocer a mis padres, durante muchos años cargué con su perdida, sintiendo que me faltaba una pieza del puzzle. Durante toda mi vida vi a muchos perecer. Algunos con dignidad, muchos con miedo, otros totalmente en paz. Ninguna de ellas fue fácil. Es especialmente difícil asumir una pérdida incluso si no es próxima. Cuando el padre Craft... George, murió, quise irme con él. Mi padre y mentor, quien me guió toda la vida, ya no estaba. Y pese a saber que se encontraba en un lugar mejor, protegido por las manos de Dios, no había día que no me arrepintiera de no haber pasado más tiempo con él. Algo estúpido, porque pasábamos el día juntos, pero el pesar no entiende de lógica ni sentido. Entendí al chiquillo con solo mirarlo, pero, finalmente, dejé que las palabras salieran solas-A veces la gente se va. Incluso si no queremos o no es justo... Pero debemos aprender a vivir con ello. El dolor y el pesar no deben cegarte, Kashia.-expliqué con voz suave, recordando de pronto su nombre-Él no te ha dejado del todo, ¿sabes?-sonreí suavemente, arrastrando un deje de tristeza-Sigue contigo, y será así mientras lo recuerdes.-dije apoyando una mano en su pecho y otra en su cabeza, acariciándole la sien con dulzura-Aquí, y aquí, él permanece.
Incluso si no creía en Dios, incluso si era un espíritu y sabía qué había en el más allá, no había nadie que pudiera desmentirme. Uno no moría del todo hasta que lo olvidaran. Mientras tanto, los vivos debían aprender a vivir con la pérdida, superarla, y hacerse más fuertes. Pero jamás olvidar, porque los recuerdos eran la daga más dulce de todos. Con el tiempo las lágrimas pasarían a sonrisas, y serían las más bellas de todas.
Lior Karael Bentton- Sexo :
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