Como el primer día [Privado]

por **Godric Lynn** Jue Oct 08, 2015 4:58 pm

¿Cuántas personas en el mundo podían decir que seguían tan -o incluso más- enamoradas de la misma persona que el primer día después de toda una vida? O, en mi caso, varias, porque yo había vivido casi como tanto como el imperio egipcio... No sabía cuántos años tenía exactamente, porque al cumplir los dos mil dejé de contar, claro, pero más o menos sabía el número redondeado y con eso me bastaba. Miré el cielo vespertino, teñido de hermosas nubes rojizas que, lentamente, se transformaban en un violeta oscuro que las difuminaba con sutileza. En una hora o menos sólo se las vería por la eterna luz de la ciudad. Ciudad que me encantaba, por cierto. Era grande, pero no tanto como para agobiar, y energética, pero con sus puntos relajantes que te permitían desconectar. Tras toda una semana de trabajo intensivo la verdad es que venía muy bien dar un paseo, especialmente si era con mi encantadora, hermosa e inteligente Annelisse. ¿No era maravillosa? Con sus oscuros tirabuzones y su increíblemente atractivo cuerpo. Y esos ojazos que me perdían siempre en la más tierna nada. Y sus manos, pequeñas y suaves, tan buenas acariciando. Y sus labios, que siempre me dejaban con ganas de más... Dios, toda ella era adictiva. Solo de imaginarme pasar un día sin ella ya me daba algo.

Le estreché la mano con cariño y me pegué un poco más a su cuerpo, risueño, observando como la vida nocturna cobraba viva con una velocidad sorprendente. Los bares abrían su encanto característico, los restaurantes cambiaban sus menús, las almas jóvenes salían en busca de una buena noche, y las luces... Oh, las luces. ¡Eran en alma de la ciudad entera! Pequeñas, grandes, titilantes o cegadoras, ninguna me dejaba indiferente. Sin borrar la sonrisa observé a mi mujer, con sus mejillas levemente sonrojadas y su dulce expresión. Nadie diría que antaño solía ser una vieja muñeca, abandonada y sin vida. Y eso me gustaba. Significaba que había hecho bien mi trabajo, y, por ende, que era feliz. Y si ella era feliz, yo también. No podía evitarlo. Dios, la quería tanto... De ser por mí pasaría la vida abrazado a ella, amándola como nadie más podría aunque lo intentara.

-¿Dónde te apetece cenar?-pregunté con mi eterna sonrisa, observando sus hermosos ojos.

por **Annelisse Lethood** Sáb Oct 10, 2015 6:11 am

Todo era perfecto: la noche tranquila y animada, corría una brisa refrescante que animaba el ánimo de cualquier persona, las luces comenzaban a iluminar las calles dando un aire fiestero a la ciudad que a esa hora parecía no querer irse a dormir. Me había arreglado bastante para aquella ocasión: cambié mi conjunto de trabajo por un vestido negro y corto con bastante vuelo en la falda y un escote tipo barco que iba escondido por una pequeña chaqueta que llevaba a los hombros, me encantaba llevar mis piernas al aire, por lo que opté por no ponerme ningún tipo de media, para terminar me puse unos pequeños zapatos de tacón, elegantes a la vez que cómodos, que me hacían unos cuantos centímetros más alta. Me sentía guapa, no podía evitarlo, sobretodo cuando Godric me miraba de aquella manera. Dos mil años… llevaba dos mil años junto a él y todavía no podía evitar ponerme nerviosa cuando salíamos a la ciudad para disfrutar el tiempo los dos solos.

Caminábamos despacio, sin prisa, disfrutando cada instante, cada paso cada olor que desprendían los árboles de los alrededores y que se mezclaba poco a poco con el aroma de la comida que salía recién hecha de las cocinas de los restaurantes. El mundo había cambiado tanto desde la primera vez que lo vi… todo: las ciudades, las personas, las modas, las formas de pensar, las luces, los ambientes… comparado con antes la atmósfera era mucho más relajada y divertida, aunque a veces echaba de menos los momentos en los que God y yo nos adentrábamos en lo más profundo del bosque y nos quedábamos tumbados en la hierba fresca y húmeda por el rocío de la madrugada mientras observábamos aquellas estrellas tan brillantes cogidos de la mano, como estábamos ahora. Toda mi vida estaba llena de recuerdos felices, en los que siempre se encontraba el demonio que en ese momento caminaba a mi lado con la sonrisa más hermosa del mundo. Mis mejillas se encendieron levemente al darme cuenta de que volvía a pensar en God, siempre pasaba lo mismo cuando estaba con él: el mundo desaparecía.

-Pues...un compañero del trabajo me dijo que hace poco abrieron un nuevo restaurante especializado en carne- todavía recordaba aquella conversación, el rostro de Godric me había venido a la mente sólo con la palabra “carne” -Creo que te gustará

No pude evitar la sonrisa, su mirada hacía que todo fuera perfecto. Me emocionaba con la idea de pasar un rato por la ciudad a solas con él, como si fuera una chiquilla en su primera cita. Pero era imposible no sentirse de esa manera, era feliz sólo con verlo cada mañana al despertarme, ¿poder pasar tiempo con él así a pesar de estar siempre tan ocupado? Ya no necesitaba ir al paraíso, estar con él era el auténtico edén.

por **Godric Lynn** Sáb Oct 10, 2015 2:42 pm

Ah... Carne. Deliciosa y suculenta carne. ¿No os encanta? Con su color rojizo, la sangre que se queda en el plato tras cortar unos cuantos trozos... Tanto las jugosas como las más secas que el pan de ayer, ¡todas eran deliciosas! Y si encima venían con un buen acompañamiento y una salsa... ¡Ay, qué buenas! Y ya no digamos las que estaban un pelín más hechas de lo normal. Esas eran... indescriptibles. No entendía cómo podía haber alguien que se pasara la vida entera sin probar bocado de nada derivado de los animales. Aunque, siendo sinceros, tampoco entendía cómo Anne podía combinar los vegetales con la carne... ¡Casi me parecía una masacre gastronómica! Cada vez que recordaba lo mal que me sentó ese brócoli me entraban arcadas. Fuera bromas, estuve una semana casi sin poder moverme de la cama de lo mal que me sentó. No solo odié su sabor, soso y sin gracia, sino que encima ni siquiera pude disfrutar de la compañía de mi mujer. Horrible, sumamente horrible. No quería saber nada más de las verduras. La fruta no me sentaba tan exageradamente mal, pero tampoco me gustaba demasiado. Así que ensanché la sonrisa que ya de por sí llevaba pintada y besé a Anne en la mejilla con ternura, encantado.

-Siempre sabes cómo hacerme feliz.-comenté mirándola lleno de amor.-¡Oh! Eso me recuerda que el otro día-ayer-estaba trabajando algo más atareado de lo normal por los campeonatos de los clubes deportivos, y se acercó Quinn a mi mesa de trabajo a decirme que se casaba.-sí, no tenía mucho que ver con el tema de las carnes, pero yo relacionaba cosas con cosas sin venir a cuento. Quinn era un compañero bastante amistoso que nos había invitado un par de veces a comer a su casa, y su comedor estaba todo decorado con colores rojizos, lo que me hizo pensar en fuego, lo que me hizo pensar en el infierno, lo que a su vez me recordó a una parrilla buenísima que hicimos una vez en Estados Unidos, por allá los años cincuenta, con unos vecinos. Lo que, finalmente, me llevó a la carne. ¿Veis? Todo relacionado.-Me alegré un montón por él. Al parecer Bettina está embarazada.-comenté con una sonrisa, aunque en el fondo aquello me entristecía un poco.

Aunque el cuerpo de Annelisse era humano, y por ende, podía perfectamente crear vida, mis genes y los suyos no eran compatibles. No entendía la razón, y había pasado años intentando encontrar la solución que parecía no existir. Hacía tiempo que me había rendido a la obviedad, que no podríamos ser padres nunca, y aunque con solo estar con ella era feliz, al pensarlo me quedaba un sabor... agridulce. Lamentaba no poder darle la familia que sabía que deseaba. Solté el aire con suavidad y la miré con dulzura.-Qué buena noticia, ¿eh?

por **Annelisse Lethood** Sáb Oct 10, 2015 6:29 pm

-¡Qué bien, me alegro tanto por ellos! Sabía que Bettina estaba esperando este día con ansias- dije honestamente, todavía recordaba cuando hace unos años aquella mujer fantaseaba como su novio iba a proponerle el matrimonio, tenía muchas ideas en mente, cada cual más romántica y complicada que la anterior. A mi me hacía gracia todas las cosas que podía imaginarse mi amiga y pensar que su sueño al fin se hacía realidad llenaba mi corazón con un sentimiento muy cálido y agradable, tan tierno que en cierto modo llegaba a ser sofocante. Además llevaba dentro de ella a una pequeña criaturita, fruto del amor y la pasión que sentía por su futuro marido, y que iba a cambiar su vida por completo. Sonreí algo ida, desde hace unos quinientos años me preguntaba cómo una se sentía al ser madre, al llevar a un mini-tú dentro de ti, que por nueve meses comiera y respirase lo mismo que tú, compartiendo exactamente lo mismo... Sabía que era algo que no iba a poder experimentar, Godric pasó mucho tiempo intentando buscar una solución que nunca encontró, aunque el hecho de haber pasado todo eso por mí ya me había hecho mucho más feliz de lo que en realidad pensaba, es cierto que muchas veces sentía curiosidad y me gustaría quedarme embarazada, pero aunque no pudiese, era feliz tal y como estaba en ese momento, ya que teóricamente ni siquiera tendría que estar viva en esos momentos. -Qué buena noticia, ¿eh?- noté como el ánimo de God cambiaba, siempre era igual cuando se trataba de bebés o embarazadas, me dolía verlo así, quería que fuera tan feliz como yo lo era, y a veces sentía que no era capaz de conseguirlo. Le solté la mano y envolví su brazo con los míos, apoyando la cabeza delicadamente sobre sus hombros, quería que si tiers que estaba ahí que no me iría a ningún sitio y, sobretodo, que estaba feliz. -Es una noticia maravillosa, espero que tengan un matrimonio muy bueno. Estoy segura de que Quinn será un buen marido, aunque siento un poco de pena por Bettina, no va a saber lo que es tener al mejor hombre del mundo a su lado

por **Godric Lynn** Lun Oct 12, 2015 2:12 pm

Sonreí irremediablemente, mirándola divertido. Siempre sabía cómo animarme, por muy difícil que pareciera. De hecho, recordaba una vez en la que nos empezaron a perseguir por creer que Anne era bruja. Juro que durante una buena temporada creí que la matarían. Estaba casi todo el tiempo de mal humor, aguantando un sol horrible y tragando aldeanos que por envidia e ignorancia decidían que aquella belleza no podía ser natural. Ya no digamos cuando descubrían que parte de su cuerpo era artificial. Pero ella me miraba todos los días con esos enormes ojos expresivos y lograba calmarme, aunque realmente nuestra situación fuera muy precaria. La besé en la cabeza y no borré mi eterna sonrisa, aunque esta vez más animada y dispuesta a relajarse. No podía dejar que el humor de la cita se fuera por los suelos, ¿no?-Desde luego, los piropos y tú sois uno.-bromeé soltando una suave risa.

-Oh, el otro día-empecé a explicar al recordar de pronto algo-iba por el campus, yendo a buscar unos documentos, y por el camino me topé con una pareja de estudiantes que me recordó muchísimo a nosotros cuando empezamos a salir.-dije mirándola divertido. Bueno, más o menos. De aspecto prácticamente no se parecían en nada a nosotros, pero me dio la sensación de que la felicidad que sentían al estar juntos era la misma. Además, él tenía dos cuernos bastante parecidos a los míos, y me resultaba inevitable compararme con él. Yo era más guapo, claro, peeeero...-Me hizo gracia.

por **Annelisse Lethood** Mar Oct 13, 2015 2:14 pm

Sonreí Como una tonta y lo agarré con más fuerza. Cuando empezamos a salir… ¿cuánto hacía ya de eso? La verdad, no me importaba. Cada día que pasaba con Godric era como una aventura distinta, siempre con algo nuevo: un comentario, un piropo, un sonrisa, un beso… Nunca dejaba de sorprenderme a pesar de creer haber visto muchas cosas en mis largos dos mil años. A veces pensaba si podías llegar a conocer a alguien tanto que hasta llegaras a saber lo que estaba pensando en ese momento, luego, me reía de mi ingenuidad, pero el pensamiento seguía allí. ¿Qué pasaría si supiera todo sobre God, hasta el punto que no necesitaba que me dijera nada? Negué rápidamente con la cabeza. Algún día me gustaría llegar a ser la persona que más lo llegara a conocer, pero por otra parte me encantaban sus comentarios ingeniosos que conseguían ruborizarme sin que pudiera evitarlo.

Lo miré de reojo, si alguien pudiera saber todos mis pensamientos a cada hora se cansaría de las palabras que siempre repito en mi cabeza, pero aunque quisiera, no podía dejar de pensar en lo afortunada que era y en cómo mi amor hacia aquel demonio maduraba hacia algo más. ¿Estaría empezando a sentir admiración por él? ¿O tal vez obsesión? A veces, vivía con el miedo de ser demasiado cansina, demasiado romántica. Sabía de muchas parejas que había cortado por no dejar respirar a su compañero… Pero estaba hablando de Godric, la persona que más me quería en todo el mundo, cómo me lo aclaraba todos los días al despertarnos y todas las noches antes de dormir.

Miré al cielo, a veces me seguía comportando como una niña insegura . Pero, aunque sabía de sus sentimientos, ¿podría ser lo suficiente para estar a su altura? Que tonta era, siempre que me hacía esa pregunta yo misma me contestaba: si no era lo suficiente buena para él sólo tendría que esforzarme más para estar a su altura.

Volví a mirarlo sin un atisbo de duda en mi mente, no dejaría que nadie se lo llevara, y pasaría la eternidad con el mismo sentimiento que al nacer; con aquel nerviosismo de la primera cita, como aquella pareja que había visto God. -A pasado tiempo… pero en el fondo seguimos siendo iguales- dije con una sonrisa- Al fin y al cabo sigo esperando con ansias todas nuestras citas

por **Godric Lynn** Miér Oct 14, 2015 4:52 pm

-Qué mal iríamos si algo hubiera cambiado.-comenté divertido, cogiéndole la mano con más entusiasmo si cabe.-¿Es ese el restaurante que decías?-pregunté señalando uno que quedaba a no más de media manzana, con un cartel que anunciaba un menú basado en carne a un precio razonable con bebida y postre incluido. Al acercarnos pude ver que, realmente, el local era encantador. Con las paredes de madera clara y las luces suaves pero bien distribuidas, el ambiente era cálido y reconfortante, perfecto para darse una buena comilona ya fuera en familia, con la pareja, o por una cena más o menos formal de trabajo. Lo cierto es que era endemoniadamente atrayente, lo que no dejaba de tener su gracia. Me quedé mirando el escaparate medio embobado, olfateando el aire con gran interés. Ternera a la parrilla. Estofado de carne. Pescado a la plancha. ¡Cordero al horno con patatas! Quizá no pudiera comerme el acompañamiento, pero lo apreciaba tanto como cualquier otra persona. Le daba un toque especial a la comida que, en solitario, no sería capaz de adquirir jamás. Se me hizo la boca agua.

-Anne, querida, no sé si es este el restaurante o no, pero quiero quedarme a vivir aquí. Creo que me he enamorado.-dije sin apartar la mirada del establecimiento, sintiendo de golpe un hambre horrible. Obviamente iba medio en broma, pero no dejaba de mostrar el entusiasmo que sentía en la realidad. La miré con ojitos suplicantes para que entrásemos ya, como un niño que pide a su madre una golosina más. Nunca las había probado, pero debían estar muy ricas si todos los chiquillos coincidían en que siempre querían más.

por **Annelisse Lethood** Vie Oct 30, 2015 7:27 am

No pude evitar que se me escapara una pequeña risilla al ver a Godric en ese estado, cualquiera que lo viera pensaría que es un niño pequeño encerrado en el cuerpo de un adulto, con aquellos ojos penetrantes tan embobados con la comida que no paraba de salir de las cocinas y que dejaban tras ellas un rastro de olor que te atraía y abría el estómago, demasiado vacío por no probar nada desde hacía horas. Inché las mejillas en forma de protesta a su comentario, me encantaba comportarme como una niña pequeña celosa y algo malcriada cuando salíamos los dos solos, eran momentos en los que tenía a aquel hombre sólo para mí y podía disfrutar de los pequeños detalles que siempre se encargaba de cuidar. -Me voy a poner celosa, le estás poniendo ojitos a un restaurante cuando me tienes aquí delante.

De un tirón hice que entráramos en aquella amplia estancia, donde un camarero vestido de una forma elegante nos guió hasta nuestra mesa, una vez sentados nos tendió los menús y preguntó qué tomaríamos para beber. Antes que mi marido pudiera siquiera pronunciar palabra pedí una botella de vino, quería disfrutar la velada lo mejor posible, y hacía mucho tiempo que no bebía alcohol por culpa del trabajo. Pasamos unos minutos callados mientras decidíamos lo que íbamos a comer. -Me darás tu guarnición, ¿Verdad?- dije como de costumbre, a sabiendas de su problema con cualquier tipo de comida que no fuera carne.

Cuando el camarero nos trajo el vino, nos servimos un poco en las delicadas copas de cristal que dejaban ver como el líquido rojizo se deslizaba elegantemente por sus paredes. Delicadamente bebí un poco del alcohol que pasó rápidamente por mi garganta, dejando, en los últimos instantes, ese resgustillo amargo, tan característico. Miré a Godric mientras bebía un poco más, aquella bebida estaba demasiado buena y me costaba beberla de poco en poco como hacía él. No sé en qué momento la imagen de Godric se volvió algo borrosa, tan ligeramente que me costó darme cuenta en un principio. Cuando nos sirvieron la comida empezaba a encontrarme un poco mareada, pero intenté ocultarlo lo mejor posible para que Godric no se preocupara. De repente me sentí extraña, como si no debería de estar allí, una mezcla de decepción y tristeza se apoderó de mí. No… no tenía el derecho de sentirme así, estaba con God y él parecía estarse divirtiendo, ¿entonces por qué tenía esa opresión en el pecho? ¿Por qué se me vino a la mente una pregunta tan fuera de contexto? Sin poder contenerme cogí la mano de Godric, acariciándola suavemente con el pulgar, mientras la miraba con los ojos vacíos. Tenía que decirlo, tenía que preguntar si quería librarme de ese extraño sentimiento, tan desagradable y doloroso, normalmente lo llamaría curiosidad, pero sabía, que muy en el fondo, tenía miedo de escuchar una respuesta opuesta a lo que me esperaba, una contestación que implicaba lo poco que podría importar en un pasado que nunca llegué a vivir, o en un futuro incierto. Era la primera vez que pensaba de esa manera, siempre creí tener muy claro lo que God sentía por mí, ¿por qué ese sentimiento de duda ahora mismo, cuando todo estaba yendo tan bien?

Lo miré a los ojos, evitando tener ese sentimiento por más tiempo, arrancando la duda de raíz, esperando desde lo más profundo de mi corazón no dudar nunca más en ese tema. -God… ¿te sentías sólo antes de conocerme?

Tal vez el vino me había hecho mucho efecto, a lo mejor por eso me sentía tan confusa. Apreté con más fuerza su mano, como si así pudiese evitar de cualquier forma que se fuera, que se alejara.... Extraño, siempre sentí que nunca iba a experimentar esta clase de sentimientos. Si en realidad todo esto estaba pasando por el vino… juré que nunca más volvería a probarlo.

por **Godric Lynn** Miér Nov 11, 2015 9:57 am

Reí alegremente, dejándome llevar por la mujer que más amaba en el mundo por el restaurante hasta nuestra mesa. Cerré los ojos un segundo, olfateando el dulce y delicioso aroma que embriagaba a los amantes de la carne como yo. Si de fuera resultaba increíblemente tentador, allí dentro daban ganas de asaltar la despensa, estuviera todo crudo o no... Ah, espero que sean lo suficientemente rápidos como para satisfacer mis expectativas, porque desde luego me moría de ganas de probar uno de esos jugosos y suculentos pedazos de carne... Qué hambre...

-¿Acaso no te la he dado siempre?-respondí con media sonrisa divertida, mirándola juguetón. Realmente, aun en el caso de que se me olvidara dársela, ella misma estiraría el brazo para vaciar mi plato no tan sutilmente. Nunca me había molestado, pero, aunque lo hubiera hecho, no me habría visto con corazón de quejarme. Se le quedaba una carita de felicidad infantil cada vez que robaba de mi plato con éxito... Con los pómulos alzados, ligeramente sonrojados por la ilusión, y una sonrisa pintada en la cara tan natural e inevitable que, de haber tenido mano para la pintura o la fotografía, hubiera querido retratar a cualquier precio. Sus ojos tenían un brillo especial cuando era feliz, y podía jactarme de verlo cada vez que nos levantábamos por la mañana y nos despedíamos cada noche. Sin embargo, noté que, a medida que bebía, su mirada se nublaba. ¿Le ocurriría algo? No era la primera vez que tomaba vino, ni mucho menos, pero ninguno de los dos estaba especialmente acostumbrado. No éramos especialmente dados al alcohol, aunque lo normal era que a ella le afectase más. Yo, como mucho, terminaba tomando un par de tragos. Nunca me sentaba mal, pero no quería arriesgarme a pasar una semana en la cama de nuevo por culpa de ser un despreocupado. Iba a decirle algo cuando acarició mi mano y me tomó por sorpresa.

La miré totalmente sorprendido, intentando pensar qué le había llevado a hacer esa pregunta. Todos teníamos bajones... pero solían ser en casa, a solas, tras muchas horas de trabajo y estrés acumulado. Además, hacía nada estaba feliz como una perdiz... Fruncí un segundo el ceño, pensativo, y acaricié su mano con el pulgar, mirándola. Tan pequeña y fina, como la muñeca que ya no era...

-Antes de encontrarte no era del todo consciente de que estaba solo, así que no puedo responder bien esa pregunta.-dije con suavidad pero serio, alzando la vista para centrarme en sus enormes y femeninos ojos.-Pero si ahora te fueras me sentiría tan solo que no habría forma de que pudiera seguir viviendo.-expliqué sincero, con una pequeña sonrisa pintada en la cara. Tomé su mejilla y la acerqué a mí para besarla en los labios, con tanta dulzura que de haber sido de caramelo, se hubieran deshecho. La quería tanto...

por **Annelisse Lethood** Dom Ene 03, 2016 6:46 pm

Y aquí viene mi pregunta… ¿Cuales son los efectos que puede producir un beso? Porque los labios de God eran simplemente mágicos, el simple roce de sus labios con los míos hizo que mi preocupación, mis nervios y temores que sentía hace nada se esfumasen, al igual que el humo de un cigarrillo,tan espontáneo, tan efímero que parecía que nunca estuvo ahí. Mi corazón, mucho más calmado, volvió a latir al ritmo que acostumbraba, aunque el hombre que se encontraba en el lado opuesto de la mesa sabía muy bien cómo hacer que ese ritmo variase sin ningún tipo de dificultad. Mis mejillas, más coloradas que de costumbre, ardieron durante la espera de los platos; no era la primera vez que God me besaba ni mucho menos, pero su voz grave, su tacto fino y delicado, sus ojos… tan profundos y sinceros hicieron que me encontrase como un mosquito atrapado en una tela de araña, como una serpiente embelesada por la melodía que salía de su boca al hablar. Estaba hechizada, y no lo digo porque sea la razón de que esté viva, no, es mucho màs que eso, me ha hechizado de una manera mucho más profunda y eficaz, de una forma en la que no pueda escapar. Desde hace siglos sabía que estaba atrapada entre sus dedos, pero ahora es cuando realmente me doy cuenta de hasta dónde llega.

Pasamos la comida tranquilos, más bien en silencio. Me sentía un poco avergonzada por el espectáculo que había causado al beber más de lo que debía, por lo que sólo pensaba en salir de allí cuanto antes, aunque esos deseos flaqueaban al ver la cara de God, parecía estar disfrutando del sabor de la carne como un niño pequeño disfruta de un caramelo. Verlo de esa forma me llenaba con un extraño sentimiento de felicidad, y de nuevo aparecía aquella tonta sonrisa que no me había dejado en toda la velada hasta unos segundos antes.

No pude terminar toda la comida, ni siquiera toqué la guarnición de God, el vino debió de dejarme demasiado llena para comer lo que normalmente como. Pero bueno, la noche estaba preciosa y el tiempo era perfecto para dar un paseo. Busqué la mano de God a tientas, queriendo notarlo de nuevo con fuerza, había sido una semana larga pero me gustaba mi trabajo aunque mucha gente no entendiera por qué. Miré a Godde reojo, todo había cambiado mucho desde que nací, pero nosotros dos seguíamos igual, pequeñas variaciones insignificantes comparadas con los sentimientos o formas de ser. Habíamos pasado por muchas situaciones difíciles ¿Podremos afrontar lo que nos venga más adelante? Estoy segura de que la contestación de God es un sí, pero quiero escucharlo con su voz, tan grave y sensual…

-God… ¿Crees que tendremos muchos problemas en el futuro? Porque sabes que no te voy a dejar, ¿verdad?

por **Godric Lynn** Lun Ene 04, 2016 5:27 pm

Su pregunta me dejó pensando un poco más de lo previsto. Hasta ese momento nos habíamos enfrentado a muchas cosas. Primero Anne tuvo que acostumbrarse a tener cuerpo humano, descubrir todo por primera vez como un niño... No fue fácil. Nos escondimos en una casa abandonada los años en los que ella aprendió a hablar y relacionar palabras con objetos. Allí me sentí como un padre, fue donde decidí que haría todo lo posible para formar una familia con ella. Todavía recuerdo el vuelco que me dio el corazón al verla por primera vez, con aquella piel de porcelana y esos rizos falsos... Luego vivimos de aquí para allá, escondiéndonos, fingiendo ser humanos para que su "dios" no les ordenara acabar con nosotros. Era curioso, porque yo sabía de primera mano que no haría nada... Sus peones, los ángeles, quizá sí, pero eran demasiado perezosos y escasos en ese tiempo como para molestarse en hacer nada. Después vino la caza de brujas... La peor época de todas. Hasta que llegamos a Solche no se podría decir que tuvimos una vida tranquila y pacífica, de modo que era más que probable que nos siguieran ocurriendo cosas hasta el final de los tiempos. Yo casi tenía cinco mil años, y lo que me quedaba... ¿Annelisse llegaría a morir algún día? No lo sabía, ni quería saberlo. Pero lo que tenía claro era que no permitiría que le ocurriera nada mientras mi corazón latiera.

-Seguro que tendremos muchos, muchísimos problemas de ahora en adelante...-expliqué acariciándole la mano con la yema de los dedos, antes de mirarla con una sonrisa dibujada en la cara-Pero no creo que eso importe mucho. Ya hemos salido airosos de cosas muy malas y no nos va tan mal.-opiné optimista, besándole el dorso de la mano-Así que no temas, mi amor.-la animé ensanchando la sonrisa, guiñándole un ojo.

por **Annelisse Lethood** Vie Ene 08, 2016 3:41 pm

-Es cierto...- dije, mas bien para mí, recordando todo lo que nos había sucedido antes de llegar a la universidad- Bueno, está claro que somos un gran equipo, así que no debería preocuparme- dudpiré, intentando ordenar los pensamientos de mi cabeza- perdona... parece que el vino me ha afectado más de lo normal, así que por favor, la próxima vez que insista en querer tomarlo evita que lo haga- dije con una pequeña sonrisa mientras caminabamos sin rumbo fijo.

El clima era perfecto para un paseo por la gran ciudad, tras unas horas dentro del restaurante, el ambiente se había vuelto más maduro y sereno al desvanecerse todos los niños que antes todavía rondaban por los parques cercanos. A esas horas los humanos más jóvenes comenzaban a salir por las discotecas de los alrededores, causando un jaleo no muy molesto pero que dañaba a mi pobre cabeza debilitada por el alcohol. -God, ¿te importa si vamos a un sitio más tranquilo?- era bastante triste, tenía dos mil años y no podía aguantar con un par de gotas de alcohol, y estaba segura de que muchos de los estudiantes de la universidad, con apenas unos pares de cientos de años aguantaban mejor la bebida que yo.

por **Godric Lynn** Vie Ene 08, 2016 5:39 pm

-Está bien, pero luego no quiero que te enfades.-reí haciendo broma. No éramos una pareja perfecta. A veces discutíamos, e incluso habíamos llegado a estar un buen tiempo sin hablarnos. Es difícil permanecer en un matrimonio por miles de años y que todo sea perfecto siempre. Sin embargo llevar tanto tiempo justos tenía sus ventajas, y es que terminas sabiendo perfectamente qué le molesta a tu pareja. Con el tiempo nos habíamos ido adaptando a las manías de cada uno hasta tenerlas casi todas controladas. Por ejemplo, al principio fue horrible convencerla de que yo no podía comer nada que no fuera carne o pescado, porque, de hecho, ella prefiere comer cualquier cosa menos eso. Le encanta la fruta, cosa que jamás entenderé. Ahora nos partimos las tareas del hogar, pero cuando las mujeres todavía no podían trabajar en ningún lado fuera de los negocios familiares ella tenía que hacer muchas de las tareas de la casa (la ayudaba siempre que no volvía podía), incluyendo la comida. La de veces que tuve que apartar la verdura para no terminar con una indigestión de narices no se pueden contar. Por suerte ahora eso ya estaba más que solucionado.

Una vez fuera, para evitar los grupos de jóvenes que salían para disfrutar de su efímera juventud, torcimos por una discreta callejuela que se metía por una zona menos comercial y transitada. Los coches no podían pasar, así que los únicos que pasaban por allí eran unas cuantas parejas y familias paseando o volviendo a casa. De tanto en tanto, alguien que buscaba un atajo. Pero esencialmente era tranquilo, de modo que le tendí el brazo a Anne para que se cogiera y la miré con cariño, esbozando una sonrisa tranquila.

por **Annelisse Lethood** Dom Feb 28, 2016 2:42 pm

Creo que nunca he conocido a una persona con tanta paciencia y tan buena enseñando como God. En mis dos mil años de vida he tenido la oportunidad de conocer a muchas personas, muchas más de las que las que la vida de un humano puede dar, y aún así, tras mucho comparar, me sigue pareciendo imposible ver a alguien mejor que mi marido. Él ha estado conmigo desde el primer momento que me dio la vida, me enseñó a moverme, caminar, leer, comportarme como una persona normal… esas son unas pocas cosas de una lista que parece interminable; todo ello me lo enseñó con la dulzura y amor de un padre , al principio, pasando a enseñarme otro tipo de dulzura, más ácida y tentadora. Era feliz simplemente pensando en todo lo que hemos pasado, en como había cambiado nuestra relación hasta ese momento, y en lo mucho que nuestros lazos se habían profundizado, pero una parte de mí no podía evitar sentirse inútil. Por mucho que nos queríamos, era imposible para mí darlo algo que sé que siempre quiso, y que por supuesto a mí también me gustaría: un hijo. Daría lo que fuera por poder volver a ver aquella sonrisa paterna, llena de cariño y afecto hacia algo que habríamos creado los dos; pero por mucho que lo desee, no cambia el hecho de que sea una muñeca, por lo que es imposible para mí hacer tal cosa.

Cogí a God del brazo, y al instante ensanché la sonrisa que no había desaparecido de mi cara desde hacía un rato. -Es hora de movernos un poco- y sin más, deslicé el agarre de mi brazo hasta su mano para tirar de él, mientras corríamos hacia uno de mis sitios favoritos. Al llegar a una pequeña colina deshabitada, solté la mano de God y me estiré, llenando los pulmones con el aire frío de la noche, sintiendo como si el pecho se quemara por el cambio de temperatura. Cuando mi respiración volvió a serenarse, me tumbé en la hierba alta que parecía que hacía de colchón, giré un poco la cara y sonreí al ver a mi marido. Sin delicadeza alguna, cogí una de sus piernas y tiré de ella, haciendo que perdiese el equilibrio y cayese al suelo. Rápidamente me puse encima de él y le di un beso fugaz en los labios, me giré de nuevo quedando tumbada boca arriba a su lado, mirando los dos a las estrellas. -Creo que el cielo es lo único que no ha cambiado en todo este tiempo.

por **Godric Lynn** Vie Mar 11, 2016 7:17 pm

A veces se me olvidaba lo efusiva que podía llegar a ser Annelisse. En unos segundos me hubo tirado al suelo, besado, y dejado como si no fuéramos más que adolescentes jugando en terreno extraño. Sonreí, mirando al cielo, y recordé todas las veces que nos tumbamos de aquella manera en una pradera cualquiera. A veces no nos movía más que la curiosidad de la muñeca, que quería ver el mundo con sus propios y nuevos ojos. Durante un tiempo incluso temió entrar en habitaciones pequeñas, atemorizada ante la idea de volverse de porcelana otra vez. Pero con el tiempo la curiosidad, o incluso el miedo, dejó paso a un hermoso sentimiento de paz. Cuando las ciudades todavía no existían y el cielo brillaba por sí solo. Ahora miles de años después, lo que quedaba no parecía más que un chiste. Los humanos olvidan con demasiada facilidad la hermosura de lo que corrompen. Estaría bien que alguien se lo recordara... Solté el aire lentamente, vaciando del todo mis pulmones. Tras muchos años y esfuerzos había conseguido domar mi lado demoníaco, el más violento, pero no podía evitar pensar así de tanto en tanto. Gracias al cielo, ya no tenía razones por las que ser agresivo. Mejor si no me aburría demasiado.

-No sabría decirte, yo echo a faltar unas cuantas constelaciones...-comenté distraídamente, mirando a mi esposa de reojo. Sonreí y me giré, cubriéndola parcialmente con mi cuerpo para mirarla a los ojos.-Claro que después de dos mil años malo sería que todo siguiera igual, ¿no crees?-sonreí juguetón, bajando el tono de voz. Hundí los dedos en sus mechones rizados y oscuros y le acaricié la mejilla, casi tan perdido en su cristalino rostro como el día que la encontré. Seguía sin entender como alguien podía haberla dejado tirada en un rincón. Estúpidos humanos. Aunque, realmente, de aquella manera pude conocerla. Estúpidos, pero útiles. Hay que ser positivo.-Te quiero.-susurré, bajo y grabe, antes de besarla en los labios y recorrer su cuerpo con la mano.

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