Time to wake up little lady (Priv. Sephora)

Abrí los ojos con fuerza ante el sonido del despertador, hacia mucho tiempo que no dormía tanto como aquella noche ¿Como lo sabía? Porque normalmente me levantaba al menos veinte minutos antes de que aquel estruendoso sonido me despertase y hoy no solo lo había echo, sino que era como un balde de agua fría en la cara. Pero sin embargo, pronto, aquella sonrisa natural salió sola mientras me vestía de forma acelerada, no era como un joven adolescente con las hormonas puestas a punto para explotar, pero si que  podía considerarme un hombre que gustaba de hermosas mujeres, no podía simplemente evitarlo. Por eso mismo era que mi ánimo había subido como una burbuja de champagne. Siempre, todas las mañanas y como rutina tenía preparado un recorrido por la universidad corriendo, un poco de atletismo para mantener la forma no estaba para nada mal; pero la mejor parte venía cuando me daba cuenta de que aquella mañana tampoco estaba solo.

No la conocía, tampoco su nombre y aun que parecía una alumna en aquella universidad tampoco podía terminar de cercionarme de aquello, pero siempre corríamos uno detrás de otro, a veces mas lejos y otras mas cerca. No era demasiado comunicativa así que tampoco había hablado con ella en ningun momento, pero la rutina estaba ahí y el simple echo de poder compartir algo banal con alguien ya era algo que podía levantar el animo. Estiré mi cuerpo con un bostezo mientras salía de la habitación que tenía asignada allí, precisamente por si alguna emergencia requería mis servicios y bajé la escalinata con un largo pantalón de chandal y una camiseta sencilla blanca.

Como siempre tardé tres minutos en llegar al lugar donde siempre estaba ella, solíamos llegar a la misma hora y lo unico que podía hacer era ser medianamente puntual, pero hoy ella simplemente no estaba. He de decir que estaba extrañado y sorprendido, la misma hora de siempre, la misma rutina y la soledad de no tener compañía ese día. Con un suspiro largo e intranquilo me puse a estirar cada pequeña parte, no solía hacerlo pero una pequeña parte de mi cerebro me instaba a esperarla, a hacer todo el tiempo que era capaz de hacer para retrasarlo. Bufé al darme algo de cuenta de lo que realmente estaba haciendo, era un licantropo y tenían razon a compararnos con un chucho, que siempre esperará y hará todo lo posible por seguir la misma rutina. -De verdad...- susurré soltando una pequeña carcajada ante esos estúpidos pensamientos. Al fin y al cabo, reirse de uno mismo era hasta necesario en algunos momentos.

El corazón me dio un vuelco cuando escucho la voz ajena, en una primera instancia porque nunca la había escuchado hablar y en segunda porque no cabía en mí que la chica a la que yo mismo había estado esperando se encontrase justo en el sitio. Si algo se me había pasado por la cabeza tres millones de veces es que o hubiese venido antes o no fuese a venir en toda la mañana, había estado esperando, poniendo como escusa el estiramiento, pero nunca pensé que fuese a ser algo que diese realmente resultado.

Giré la cabeza para encontrarme con ella frente a frente, cruzándome de brazos con una sonrisa de oreja a oreja, porque definitivamente no había mejor forma de empezar un día nuevo y viéndolo por el lado positivo, ahora si podría conocerla. De hecho verla más de cerca ya era un logro, si, definitivo, aquella muchacha era atractiva, sin duda. Alcé mi mano hasta ella levantando el pulgar amistosamente -¿Que hago aquí? Vengo todas las mañanas a entrenar. No hace falta que luzcas tan sorprendida- soltó una suave risa cantarina, como si el hecho de que estuviese aquí fuese obvio.

-Pero si, tienes razón me he retrasado, pero es que mi compañera de atletismo de todas las mañanas no había aparecido, estaba preocupado.- Con la misma mano con la que había hecho ese animoso gesto simplemente volvió a mirar su reloj dando un par de toques en el mismo. Realmente la chica estaba sorprendida y no era para menos, que alguien con el que nunca habías entablado conversación de repente te esperaba podía sonar extraño en cualquiera, yo, en mi caso, habría actuado de igual forma. Solamente rezaba porque no me tomase como un acosador, lo mío iba más en la genética de lo que me gustaba admitir y si no hubiese sido yo, le habría hecho tragar sus palabras al que lo hubiese insinuado. Aun que si lo hubiese dicho la chica en cierta forma no podría haber tomado tales represalias, no con esa cara que ahora, confundida estaba poniendo. Mas que nada, era tremendamente tierna. – Además, si no empezamos ahora van a darnos las mil y yo, de seguro, llegaré tarde al trabajo. Asi que, ¿vamos? –la invite a empezar alzando una mano hacia el camino en una pequeña inclinación, bromeando con ella, escondiendo la carcajada que estaba por salir.