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Absolutamente todas las tablillas utilizadas en el foro fueron creadas por el staff, y únicamente para nuestro foro. Muy por el contrario, ninguna de las imágenes nos pertenece, aunque todas han sido editadas en photoshop por el Staff. Las imágenes han sido sacadas de Zerochan, Pixiv y Deviantart. Los físicos de Galamoth son de "Nafah" en deviantart también.
Agradecemos a foroactivo por los tutoriales. Por último especificamos que todo el material que los usuarios posteen aquí pertenece solo al usuario. El plagio no será tolerado, sean originales, por favor.
Quiero agradecer primordialmente a mi staff, que ha sido quien me ha motivado a seguir con este proyecto. Agradezco especialmente a Kashia Bythesea por ayudarme a buscar las imágenes para variadas labores, siempre muy dispuesta. Agradezco especialmente Darsey O. Gobin por impulsarnos a salir adelante incluso aunque los tiempos se vean difíciles y comencemos a cansarnos. Así es como se sale adelante: en equipo y con amor.
Por último y muy importante agradezco a todos los usuarios que han mantenido a este foro vivo, muchas gracias.
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¿Cuál es tu razón para esto? [Privado con Devendra]
2 participantes
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¿Cuál es tu razón para esto? [Privado con Devendra]
Había sido una noche larga, demasiado para lo que podía soportar. El silencio y la oscuridad a altas horas de la noche despejaba mi mente de manera sobrenatural invitando a volver aquellos vagos recuerdos que creía haber disipado. Di demasiadas vueltas en la cama, intentando conciliar un sueño que nunca llegó, todavía no comprendo como God no se despertó con tanto movimiento, aunque pensándolo bien últimamente estaba trabajando mucho y llegaba a casa agotado.
Me levanté una hora antes de lo normal, no tenía sentido seguir tumbada si ni siquiera podía descansar, así que cogí mi atuendo del trabajo,me arreglé con calma tras darme una buena ducha y preparé el desayuno para los dos. Poco después cogí mi pequeño maletín y me dirigí hacia las oficinas de la universidad.
A aquellas horas los pasillos estaban inquietantemente silenciosos, el día estaba claro y fresco,por lo que era muy agradable pasear por el campus. De camino me encontré con los primeros madrugadores, algunos alumnos de distintas edades corrían alrededor de la universidad, me gustaba ver a la gente tan energética, eso hacía que mis baterías se cargaran al cien por ciento.
Al llegar mi pequeño despacho colgué la chaqueta en el respaldo del sillón mientras miraba el estado de todas las solicitudes que se habían mandado recientemente, una cosa que no iba a negar es que mi trabajo como secretaría con el tiempo se fue haciendo más fácil, la tecnología fue avanzando a medida que yo ganaba experiencia en el oficio. Es cierto que a veces echaba de menos el olor del papel que viajaba de unos extremos a otros del país en un trayecto que duraba varios días y que se llenaba del olor de los diferentes sitios por los que pasaba, al igual que la tinta y los cuños de cera con diferentes símbolos tan trabajados, incluso la espera se hacía divertida, bueno, siempre y cuando no tuvieras a los jefes detrás gritándote todos estresados el por qué no llegaba el mensaje urgente… No, si es que el dos mil años he vivido muchas cosas.
Algo desconcentrada a causa de la falta de descanso apoyé el codo sobre un papel fino y rosa que se encontraba encima de la mesa y que hizo que resbalara, dándome un buen golpe en la cara contra la mesa. No sabía lo que era ese maldito trozo de papel pero de una cosa sí estaba segura, y era de que me había desatontado rápidamente. Suspirando, me apoyé en el respaldo de la silla dejando caer el cuerpo como si se tratara de un peso muerto, mientras leía con atención aquel papel Resguardo de factura: 50 dagas, 25 espadas, 9 katanas… ¿qué era todo eso? No recordaba para nada haber hecho un pedido como aquel en ningún momento. Miré a mi alrededor por si había alguna cámara oculta ¿me estaban gastando una broma? Si era así no le veía la gracia. Si de algo estaba segura, era de lo que hacía en mi trabajo, y ese pedido no me sonaba ni de lejos.
Volví a mirar el resguardo extrañada: espadas, dagas, katanas.... todo lo que estaba escrito en aquel papel eran armas blancas. Entonces todo cobró sentido, sólo podía pensar en una persona que hiciera algún pedido como ese, un hombre alto de cabello oscuro y unos característicos ojos violetas. Miré el pequeño reloj que tenía en la pantalla del ordenador, no quedaba mucho para que empezaran las clases, así que tal vez conseguía encontrarlo en la sala de profesores si me daba un poco de prisa.
Salí a grandes pasos, saludando a todo aquel que me encontraba con la hoja rosa en la mano, el día ya había comenzado para todos aquellos que trabajábamos en la universidad, por lo que el ambiente pasó de ser tranquilo y silencioso a tener un constante y leve murmullo de fondo. Personalmente me alegra mucho ver la universidad con un ambiente tan vivo.
Me levanté una hora antes de lo normal, no tenía sentido seguir tumbada si ni siquiera podía descansar, así que cogí mi atuendo del trabajo,me arreglé con calma tras darme una buena ducha y preparé el desayuno para los dos. Poco después cogí mi pequeño maletín y me dirigí hacia las oficinas de la universidad.
A aquellas horas los pasillos estaban inquietantemente silenciosos, el día estaba claro y fresco,por lo que era muy agradable pasear por el campus. De camino me encontré con los primeros madrugadores, algunos alumnos de distintas edades corrían alrededor de la universidad, me gustaba ver a la gente tan energética, eso hacía que mis baterías se cargaran al cien por ciento.
Al llegar mi pequeño despacho colgué la chaqueta en el respaldo del sillón mientras miraba el estado de todas las solicitudes que se habían mandado recientemente, una cosa que no iba a negar es que mi trabajo como secretaría con el tiempo se fue haciendo más fácil, la tecnología fue avanzando a medida que yo ganaba experiencia en el oficio. Es cierto que a veces echaba de menos el olor del papel que viajaba de unos extremos a otros del país en un trayecto que duraba varios días y que se llenaba del olor de los diferentes sitios por los que pasaba, al igual que la tinta y los cuños de cera con diferentes símbolos tan trabajados, incluso la espera se hacía divertida, bueno, siempre y cuando no tuvieras a los jefes detrás gritándote todos estresados el por qué no llegaba el mensaje urgente… No, si es que el dos mil años he vivido muchas cosas.
Algo desconcentrada a causa de la falta de descanso apoyé el codo sobre un papel fino y rosa que se encontraba encima de la mesa y que hizo que resbalara, dándome un buen golpe en la cara contra la mesa. No sabía lo que era ese maldito trozo de papel pero de una cosa sí estaba segura, y era de que me había desatontado rápidamente. Suspirando, me apoyé en el respaldo de la silla dejando caer el cuerpo como si se tratara de un peso muerto, mientras leía con atención aquel papel Resguardo de factura: 50 dagas, 25 espadas, 9 katanas… ¿qué era todo eso? No recordaba para nada haber hecho un pedido como aquel en ningún momento. Miré a mi alrededor por si había alguna cámara oculta ¿me estaban gastando una broma? Si era así no le veía la gracia. Si de algo estaba segura, era de lo que hacía en mi trabajo, y ese pedido no me sonaba ni de lejos.
Volví a mirar el resguardo extrañada: espadas, dagas, katanas.... todo lo que estaba escrito en aquel papel eran armas blancas. Entonces todo cobró sentido, sólo podía pensar en una persona que hiciera algún pedido como ese, un hombre alto de cabello oscuro y unos característicos ojos violetas. Miré el pequeño reloj que tenía en la pantalla del ordenador, no quedaba mucho para que empezaran las clases, así que tal vez conseguía encontrarlo en la sala de profesores si me daba un poco de prisa.
Salí a grandes pasos, saludando a todo aquel que me encontraba con la hoja rosa en la mano, el día ya había comenzado para todos aquellos que trabajábamos en la universidad, por lo que el ambiente pasó de ser tranquilo y silencioso a tener un constante y leve murmullo de fondo. Personalmente me alegra mucho ver la universidad con un ambiente tan vivo.
Última edición por Annelisse Lethood el Sáb Oct 10, 2015 4:26 pm, editado 1 vez
Annelisse Lethood- Sexo :
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Re: ¿Cuál es tu razón para esto? [Privado con Devendra]
Los últimos días habían sido... bueno, habían sido, y punto. No tenía mucho que decir sobre ellos. Hacía ya una semana del encuentro con aquel muchacho asmático, y todavía seguía con la sensación de que tenía que aprender más sobre ello. Algo me decía que podría volver a pasar con relativa rapidez y quería estar preparado. Tampoco era que lo hubiera hecho tan mal la primera vez, pero... Bueno, mejor estar preparados para lo que fuera que pudiera pasar. Por ello había buscado consejo en algunos doctores del propio recinto, que más o menos me habían dado la misma información que ya tenía. Me habían dejado practicar un poco con maniquíes o cosas parecidas, y ya más o menos tenía controlada la situación, pero algo me decía que no me quedaría tranquilo hasta que lo comprobara en la vida real.
Entré a la sala de profesores con un bostezo, algo más cansado de lo normal. El día anterior había tenido dos exámenes prácticos -odiaba los teóricos, no servían para nada en mi materia- y varias clases agotadoras con los novatos. Aunque las horas de sueño no eran algo que me preocuparan porque siempre descansaba lo necesario -me gustaba irme a dormir temprano- no había logrado quitarme de encima del todo el estrés y el cansancio. Llevaba demasiado tiempo sin luchar como Dios mandaba... Necesitaba un buen adversario, eso estaba claro. Pero, gracias al cielo, no estábamos en una situación en la que se requiriera una espada de verdad, y lamentablemente tampoco conocía a muchas personas a las que les gustara pelear con armas blancas. En general todos eran más dados a las pistolas o patadas limpias, y aunque no estaban mal, no eran lo que yo buscaba. Me senté en mi silla con suspiro, tomando un sorbo de mi tan apreciado té. Tampoco me gustaba el café. Era muy... extraño. No sabía explicarlo.
Comencé a mirar mi horario, que aunque me lo sabía de memoria, tenía siempre apuntes que valía la pena repasar. Alumnos que necesitaban ayuda, personas más experimentadas que podían suponer un avance importante, armas con las que se movían mejor, sistemas de aprendizaje que parecían ser más efectivos... En general todo aquello que pudiera ser relevante para que las clases fueran más amenas lo apuntaba. Quizá no fuera el mejor profesor del mundo, pero si hacía algo, lo hacía bien. Odiaba las medias tintas.
En eso estaba, disfrutando de los últimos diez minutos que quedaban antes de que las clases empezaran -a primera hora no tenía nada, pero el griterío general no era algo que disfrutara especialmente-, cuando una mujer bella e imponente entró en la sala. Con unos rizos igual de característicos que su más que notable busto, tenía una mirada decidida y el paso firme. No sonreí por costumbre, pero me alegré de volver a verla. Nos conocimos en su momento varios cientos de años atrás... Cuando empezaba a acostumbrarme a una vida en solitario. Su marido era una persona curiosa, aunque también me cayó bien.
-Buenos días, Annelisse. ¿Puedo ayudarte?-pregunté tranquilamente, con mi voz grabe y mi expresión -sin quererlo- amarga, mirándola. Venía hacia mí, así que deduje que me buscaba.
Entré a la sala de profesores con un bostezo, algo más cansado de lo normal. El día anterior había tenido dos exámenes prácticos -odiaba los teóricos, no servían para nada en mi materia- y varias clases agotadoras con los novatos. Aunque las horas de sueño no eran algo que me preocuparan porque siempre descansaba lo necesario -me gustaba irme a dormir temprano- no había logrado quitarme de encima del todo el estrés y el cansancio. Llevaba demasiado tiempo sin luchar como Dios mandaba... Necesitaba un buen adversario, eso estaba claro. Pero, gracias al cielo, no estábamos en una situación en la que se requiriera una espada de verdad, y lamentablemente tampoco conocía a muchas personas a las que les gustara pelear con armas blancas. En general todos eran más dados a las pistolas o patadas limpias, y aunque no estaban mal, no eran lo que yo buscaba. Me senté en mi silla con suspiro, tomando un sorbo de mi tan apreciado té. Tampoco me gustaba el café. Era muy... extraño. No sabía explicarlo.
Comencé a mirar mi horario, que aunque me lo sabía de memoria, tenía siempre apuntes que valía la pena repasar. Alumnos que necesitaban ayuda, personas más experimentadas que podían suponer un avance importante, armas con las que se movían mejor, sistemas de aprendizaje que parecían ser más efectivos... En general todo aquello que pudiera ser relevante para que las clases fueran más amenas lo apuntaba. Quizá no fuera el mejor profesor del mundo, pero si hacía algo, lo hacía bien. Odiaba las medias tintas.
En eso estaba, disfrutando de los últimos diez minutos que quedaban antes de que las clases empezaran -a primera hora no tenía nada, pero el griterío general no era algo que disfrutara especialmente-, cuando una mujer bella e imponente entró en la sala. Con unos rizos igual de característicos que su más que notable busto, tenía una mirada decidida y el paso firme. No sonreí por costumbre, pero me alegré de volver a verla. Nos conocimos en su momento varios cientos de años atrás... Cuando empezaba a acostumbrarme a una vida en solitario. Su marido era una persona curiosa, aunque también me cayó bien.
-Buenos días, Annelisse. ¿Puedo ayudarte?-pregunté tranquilamente, con mi voz grabe y mi expresión -sin quererlo- amarga, mirándola. Venía hacia mí, así que deduje que me buscaba.
Devendra N. Ksathra- Sexo :
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Re: ¿Cuál es tu razón para esto? [Privado con Devendra]
Sonreí al ver el rostro tan duro de Devendra al entrar,nos conocíamos desde hace tiempo y la verdad es que nos hicimos amigos casi al instante. Aquel hombre era bastante serio y de ideas muy claras, pero nuestro afán por las armas blancas hizo que nos entendiéramos en seguida. Siempre disfrutaba el tiempo que pasábamos juntos, y me llevé una agradable sorpresa cuando me enteré de que los tres trabajaríamos en la universidad, era bastante obvio que el tiempo juntos en el trabajo no iba a ser el mismo que cuando salíamos a dar un paseo y terminábamos comiendo en algún sitio de carne de buena calidad por God, pero aún así me alegraba mucho ver a Devendra de vez cuando como ahora, aunque su expresión en realidad no cambiase demasiado.
-Yo también me alegro de verte, veo que sigues tan sonriente como siempre-dije con una sonrisa mientras llegaba hasta su escritorio donde estaba mirando una serie de papeles con notas unidas de una manera algo desordenada con clips- Encontré esto encima de mi escritorio esta mañana-dije levantando perezosamente la hojs rosada- Es el resguardo de un encargo de armas blancas, así que puedes llamarme loca pero tengo la sensación de que esto es obra tuya- le tendí la hoja amablemente mientras me fijaba más en él, tenía los hombros un poco agarrotados y debajo de sus ojos se podía apreciar ciertas sombras negras no causadas exactamente por su cabello largo, lacio y morado. -Oye... ¿Te encuentras bien?
-Yo también me alegro de verte, veo que sigues tan sonriente como siempre-dije con una sonrisa mientras llegaba hasta su escritorio donde estaba mirando una serie de papeles con notas unidas de una manera algo desordenada con clips- Encontré esto encima de mi escritorio esta mañana-dije levantando perezosamente la hojs rosada- Es el resguardo de un encargo de armas blancas, así que puedes llamarme loca pero tengo la sensación de que esto es obra tuya- le tendí la hoja amablemente mientras me fijaba más en él, tenía los hombros un poco agarrotados y debajo de sus ojos se podía apreciar ciertas sombras negras no causadas exactamente por su cabello largo, lacio y morado. -Oye... ¿Te encuentras bien?
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Re: ¿Cuál es tu razón para esto? [Privado con Devendra]
Hice una mueca rápida, marcando una vez más que sonreír no era lo mío. Cuando era más joven solía ser alguien bastante alegre y animado, no os creáis, pero con el tiempo la certeza de que mi expresión era más bien agresiva fue ganando fuerza. Al final llegué a la conclusión que con mis ojos tristes y mi seriedad general las sonrisas no quedaban bastante bien, así que simplemente evitaba esbozarlas. Al final terminé por acostumbrarme. A veces era algo frustrante, pero... No es tan malo como parece. Cuando tienes que quedarte serio es muy útil. Y tampoco pierdes la compostura, ni sufres por no poder aguantar la risa con un chiste malo. Aunque nunca he sido de los que tienen un gran sentido de humor. En fin.
-Hum...-musité, mirando el papel rosado.-Sí, es cosa mía. El material que tenemos ahora está bastante gastado y en general no es muy seguro usarlo. Hay demasiadas astillas. Aunque recuerdo que las pedí de madera o bambú, me extraña que no lo especifique...-expliqué extrañado, ladeando la cabeza y alzando una ceja. No me llevaba muy bien con los ordenadores ni nada que fuera moderno, en general, pero juraría que esa parte al menos la hice bien... Claro que no me sorprendería equivocarme.-Aunque por lo demás pedí permiso y rellené los formularios necesarios, así que tampoco sé si debería suponerte mucho trabajo extra.-añadí devolviéndole el papel. Claro que si al final llegaban espadas de metal... Bueno, sería una pena tener que quedármelas. De verdad, me dolería en el alma. Qué gran pena.
-¿Uhm? Sí. Algo cansado, pero bien.-esbocé lo que en teoría era una sonrisilla algo irónica, mirándola con algo de diversión-Aunque no sé si deberías preocuparte por mí. Tampoco pareces tener mucha mejor pinta. ¿God te ha mantenido ocupada?-pregunté como broma, dejándome ir un poco. No era lo que solía hacer, pero la conocía de hacía años y me sentía cómodo con ella. No me era un problema.
-Hum...-musité, mirando el papel rosado.-Sí, es cosa mía. El material que tenemos ahora está bastante gastado y en general no es muy seguro usarlo. Hay demasiadas astillas. Aunque recuerdo que las pedí de madera o bambú, me extraña que no lo especifique...-expliqué extrañado, ladeando la cabeza y alzando una ceja. No me llevaba muy bien con los ordenadores ni nada que fuera moderno, en general, pero juraría que esa parte al menos la hice bien... Claro que no me sorprendería equivocarme.-Aunque por lo demás pedí permiso y rellené los formularios necesarios, así que tampoco sé si debería suponerte mucho trabajo extra.-añadí devolviéndole el papel. Claro que si al final llegaban espadas de metal... Bueno, sería una pena tener que quedármelas. De verdad, me dolería en el alma. Qué gran pena.
-¿Uhm? Sí. Algo cansado, pero bien.-esbocé lo que en teoría era una sonrisilla algo irónica, mirándola con algo de diversión-Aunque no sé si deberías preocuparte por mí. Tampoco pareces tener mucha mejor pinta. ¿God te ha mantenido ocupada?-pregunté como broma, dejándome ir un poco. No era lo que solía hacer, pero la conocía de hacía años y me sentía cómodo con ella. No me era un problema.
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Re: ¿Cuál es tu razón para esto? [Privado con Devendra]
Volví a coger el papel no de muy buen humor, estaba claro que Devendra no había tenido la culpa de nada, ya que había conseguido el permiso para hacer el papeleo por su cuenta, pero me molestaba que la gente no me avisara de que otro estaba haciendo mi trabajo, y más si el que lo está haciendo es Dev porque, aunque lo quiera mucho, es bastante obvio que en todo este tiempo no se había acostumbrado al gran avance tecnológico que había sufrido la humanidad. El siempre fue, y estaba segura que seguiría siendo de papel y tinta, aunque tenga que enviarlo tres semanas antes para que el papel llegue a su destino. Sonreí sonoramente, me gustaba esa parte de Devendra, aunque las veces cuando necesitaba usar el ordenador era realmente lento y resultaba bastante estresante, pero no dejaba que el tiempo lo cambiara ni a él ni a sus ideas, y de una forma u otra siempre terminaba contándole mis problemas. Puede que no fuera un psicólogo espectacular, pero sabía escuchar y podía confiar plenamente en él, además de que no tenía que pagarle, lo que resultaba un plus.
Miré el papel de nuevo, es cierto que no ponía nada del material de las armas, y eso pareció inquietarlo un pocopcoo. Suspiré, al final tendría que modificar el envío, miré la fecha de envío y la página web utilizada, la conocía, era la que solía utilizar para la mayoría de los encargos, y todavía estaba en plazo para hacer cualquier tipo de modificación, Dev, hoy es tu día de suerte. -No te preocupes, puedo especificar el tipo de material que quieres para las armas, menos mal que he visto esto a tiempo-dije en tono salvador del pueblo, me encantaba el ambiente tan divertido que había entre nosotros, era muy relajante en cierto modo, y alegraba el día de cualquiera.
En eso, la mirada de Devendra pasó a tener cierto aire burlón mientras esbozaba lo más parecido a una sonrisilla picarona, ay no.... Cuando se pone así no puedes esperar algo bueno... Pero aunque quisiera, no me dio tiempo a prepararme mentalmente por lo que sus palabras me pillaron medio por sorpresa: Tampoco pareces tener mucha mejor pinta. ¿God te ha mantenido ocupada? la temperatura en la sala de profesores había subido repentinamente, tenía todo el rostro colorado, ¿cómo se le ocurre decir algo así sin más? ¿Y si alguien llegó a oírle? Por dios tierra tragame - ¡E-e-e-e-e-e-e-eso no es cierto! ¡N-n-no juegues con eso Devendra!-dije dando un golpe en la mesa mucho más fuerte sin controlar mi fuerza. Dios si existes borra de la historia este momento tan vergonzoso. ¡Pues ahora cancelo tu pedido!
Se que sonó infantil, y que lo único que iba a conseguir era que se riera de mí, pero estaba tan avergonzada que necesitaba que se arrepintiera un poco de lo que había hecho, lo más mínimo de lo mínimo... Tenía que empezar a aprender a imponer un poco más.
Miré el papel de nuevo, es cierto que no ponía nada del material de las armas, y eso pareció inquietarlo un pocopcoo. Suspiré, al final tendría que modificar el envío, miré la fecha de envío y la página web utilizada, la conocía, era la que solía utilizar para la mayoría de los encargos, y todavía estaba en plazo para hacer cualquier tipo de modificación, Dev, hoy es tu día de suerte. -No te preocupes, puedo especificar el tipo de material que quieres para las armas, menos mal que he visto esto a tiempo-dije en tono salvador del pueblo, me encantaba el ambiente tan divertido que había entre nosotros, era muy relajante en cierto modo, y alegraba el día de cualquiera.
En eso, la mirada de Devendra pasó a tener cierto aire burlón mientras esbozaba lo más parecido a una sonrisilla picarona, ay no.... Cuando se pone así no puedes esperar algo bueno... Pero aunque quisiera, no me dio tiempo a prepararme mentalmente por lo que sus palabras me pillaron medio por sorpresa: Tampoco pareces tener mucha mejor pinta. ¿God te ha mantenido ocupada? la temperatura en la sala de profesores había subido repentinamente, tenía todo el rostro colorado, ¿cómo se le ocurre decir algo así sin más? ¿Y si alguien llegó a oírle? Por dios tierra tragame - ¡E-e-e-e-e-e-e-eso no es cierto! ¡N-n-no juegues con eso Devendra!-dije dando un golpe en la mesa mucho más fuerte sin controlar mi fuerza. Dios si existes borra de la historia este momento tan vergonzoso. ¡Pues ahora cancelo tu pedido!
Se que sonó infantil, y que lo único que iba a conseguir era que se riera de mí, pero estaba tan avergonzada que necesitaba que se arrepintiera un poco de lo que había hecho, lo más mínimo de lo mínimo... Tenía que empezar a aprender a imponer un poco más.
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Re: ¿Cuál es tu razón para esto? [Privado con Devendra]
Reí por lo bajo, divertido con su reacción tierna e infantil. No era mi tipo, pero entendía perfectamente porqué Godric estaba tan locamente enamorado de ella. De alguna manera te alegraba lo suficiente como para no sentirte tan cansado, lo que era un regalo en días como ese. Sus mejillas se sonrojaron y su expresión cambió totalmente cambiando de una mujer madura que lo tenía todo controlado a una muchacha de no más de quince años que no estaba acostumbrada a hablar de esos temas. Ella me superaba por edad muchas, muchísimas veces, pero ver que aun así seguía siendo bastante inocente era... curioso, y gratificante en cierta manera.-Oye, con eso no se juega. Los alumnos no tienen la culpa de que no se te dé bien hablar de tus noches maritales.-expliqué serio de nuevo, aunque sin la intención de sonar malhumorado o enfadado. Solía salirme de natural. Quizá yo me encontraba la mar de bien, tranquilo y sin ningún tipo de problema, y las personas empezaban a alejarse o a ponerse nerviosas por culpa de mi tendencia de fruncir el ceño y hacer muecas con los labios. Juro que trabajaba por mejorar eso, pero era... difícil. La mayoría de veces no me daba ni cuenta, así que...
-En fin, ¿todo bien? ¿Ya os habéis acostumbrado a este sitio?-pregunté cambiando de tema, más por educación que por curiosidad. En verdad ya sabía que esos dos se adaptaban con suma facilidad donde quiera que fueran siempre que estuvieran juntos. Era una característica bastante curiosa que tenían. Siempre me hacían pensar en lo poco que me duraban a mí las parejas. Hacía ya años de la última, pero en general no tardaban en romper conmigo. Supongo que eso de ser un soso amargado no es muy atractivo, aunque yo no tenía especial interés en cambiar. Me gustaba ser así.
-En fin, ¿todo bien? ¿Ya os habéis acostumbrado a este sitio?-pregunté cambiando de tema, más por educación que por curiosidad. En verdad ya sabía que esos dos se adaptaban con suma facilidad donde quiera que fueran siempre que estuvieran juntos. Era una característica bastante curiosa que tenían. Siempre me hacían pensar en lo poco que me duraban a mí las parejas. Hacía ya años de la última, pero en general no tardaban en romper conmigo. Supongo que eso de ser un soso amargado no es muy atractivo, aunque yo no tenía especial interés en cambiar. Me gustaba ser así.
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Re: ¿Cuál es tu razón para esto? [Privado con Devendra]
Resoplé molesta cruzando los brazos y mirando a otro lado, no estaba enfadada pero era un poco frustrante lo rápido que se libraba de mis "castigos", y lo peor de todo era que tenía razón. Era oficial, debía aprender a imponer más. -Bueno, vale, esta vez te salvas.
No podía evitarlo, a veces sentía como si Devendra fuera mi hermano mayor (lo que es gracioso, ya que le llevaba muchos más años de los que parecía) y aunque nunca tuve uno, me sentía tan cómoda y en cierta manera protegida que no podía evitar comportarme como una niña pequeña cuando estábamos solos. Era completamente distinto que con God, también era cierto que los sentimientos que teníamos entre nosotros no se parecía a los que compartíamos Dev y yo.
-¡Sí! este sitio es muy agradable, hay buen ambiente y el trabajo es perfecto para mí - dije con una sonrisa, Dev llevaba más tiempo en la universidad que nosotros, así que no era de extrañar que me preguntase aquello. Me senté en una silla que se encontraba en frente del sillón de Devendra, crucé las piernas y apoyé la cara en una de mis manos, mirándolo con interés. -Bueeeeeno, ¿y tú qué, hay alguien dentro de ese pequeño corazoncito?- pregunté curiosa. Sabía de primera mano que Dev era un hombre que atraía miradas, pero por alguna razón -tal vez su forma de ser- no duraba mucho en lo que se refería a asuntos amorosos. Sinceramente, una pena, siempre pensé que Devendra era la definición de un hombre interesante.
No podía evitarlo, a veces sentía como si Devendra fuera mi hermano mayor (lo que es gracioso, ya que le llevaba muchos más años de los que parecía) y aunque nunca tuve uno, me sentía tan cómoda y en cierta manera protegida que no podía evitar comportarme como una niña pequeña cuando estábamos solos. Era completamente distinto que con God, también era cierto que los sentimientos que teníamos entre nosotros no se parecía a los que compartíamos Dev y yo.
-¡Sí! este sitio es muy agradable, hay buen ambiente y el trabajo es perfecto para mí - dije con una sonrisa, Dev llevaba más tiempo en la universidad que nosotros, así que no era de extrañar que me preguntase aquello. Me senté en una silla que se encontraba en frente del sillón de Devendra, crucé las piernas y apoyé la cara en una de mis manos, mirándolo con interés. -Bueeeeeno, ¿y tú qué, hay alguien dentro de ese pequeño corazoncito?- pregunté curiosa. Sabía de primera mano que Dev era un hombre que atraía miradas, pero por alguna razón -tal vez su forma de ser- no duraba mucho en lo que se refería a asuntos amorosos. Sinceramente, una pena, siempre pensé que Devendra era la definición de un hombre interesante.
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Re: ¿Cuál es tu razón para esto? [Privado con Devendra]
Fruncí el ceño sin ser muy consciente de ello. No me molestaba hablar de ello, pero siempre era algo extraño de comentar. En general, de joven no había sido muy dado a relaciones duraderas, más centrado en tener un techo y el estómago lleno, así que era más fácil verme con parejas de una sola noche que con amantes duraderos. Me había enamorado muchas veces, no digo que no, pero por una cosa o por la otra solían ser imposibles de consumar. O estaban casados, o ya tenían su propio amor no correspondido, o simplemente las circunstancias no eran las mejores para declararse. No me quejaba, porque lo cierto era que mi vida la había podido llevar con mayor o menor comodidad, pero en su momento había sido bastante frustrante. La única vez que me había permitido arriesgarme aun sabiendo que tenía todo el as de perder fue muchos años atrás, cuando los samuráis estaban en sus últimas y yo me vi obligado a comenzar a buscar otras salidas. Cierta hija de cierto pescador me dejó bien embobado, consiguiendo que abandonara mi tan cómodo camino discreto y silencioso. Nuestro romance no duró demasiado porque su padre quería que se casara con el hijo de un conocido suyo, pero... Bueno, fue bonito. Seguimos un poco aun después de la boda, pero las sospechas empezaban a ser demasiado altas, así que tuvimos que dejarlo antes de que la situación se descontrolara. En su momento me arrepentí de no haberle dicho la realidad de mi situación como híbrido, pero ahora que lo miraba fríamente, agradecía no haberlo hecho. Hubiera sido demasiado complicado, y, de hecho, ya hacía más de doscientos años que estaba muerta. Tampoco hubiera servido de nada.
-Nadie desde hace años.-dije sin más, ni dolido ni agradecido. Cuando venía, venía y ya está. Cuando empiezas a tener una edad ya superas la fase de "quiero enamorarme y ser feliz para siempre", y, siendo sincero, vives con mucha más comodidad. Tal y como yo lo veía, si tuviera pareja no cambiara tanto mi vida. Seguiría haciendo bien mi trabajo, con las mismas rutinas y las mismas costumbres. La diferencia vital sería que mi tiempo en solitario sería mucho más reducido, pero por lo demás, lo mismo. Así que no tenía ni prisa ni necesidad de buscar a alguien con quien compartir mi vida. Por suerte era una persona bastante independiente. Demasiado, según algunos, pero no me molestaba.-Ya me conoces.
-Nadie desde hace años.-dije sin más, ni dolido ni agradecido. Cuando venía, venía y ya está. Cuando empiezas a tener una edad ya superas la fase de "quiero enamorarme y ser feliz para siempre", y, siendo sincero, vives con mucha más comodidad. Tal y como yo lo veía, si tuviera pareja no cambiara tanto mi vida. Seguiría haciendo bien mi trabajo, con las mismas rutinas y las mismas costumbres. La diferencia vital sería que mi tiempo en solitario sería mucho más reducido, pero por lo demás, lo mismo. Así que no tenía ni prisa ni necesidad de buscar a alguien con quien compartir mi vida. Por suerte era una persona bastante independiente. Demasiado, según algunos, pero no me molestaba.-Ya me conoces.
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Re: ¿Cuál es tu razón para esto? [Privado con Devendra]
Suspiré, en realidad me esperaba esa respuesta tan típica de Devendra, pero una pequeña parte de mí no podía evitar sentirse ansiosa al esperar una fuerza, y para qué negarlo, esperaba equivocarme esa vez. -Tal vez demasiado- dije con una pequeña sonrisa. No se podía decir que teníamos una conversación super fluida, no la necesitábamos. Los momentos en silencio con él eran realmente tranquilos y, de alguna forma que todavía no llegaba a entender, relajante.
Me acomodé en la silla en silencio, inspeccionando la habitación ordenada meticulosamente. Mi vista se paró en un pequeño par de dagas que tenía colgadas de la pared. Un hermoso y excitante par de cuchillos que incitaban a cogerlos. Me levanté enseguida y fui hasta donde estaban aquellas maravillas de la naturaleza, con un brillo especial en los ojos y una emoción desbordante, mis manos se movían solas hacia ellas, como si me pidieran a gritos que las empuñara, era superior a mí: aquella hoja tan brillante y afilada, aquel mango corto, pefecto para una empuñadura corta y fuerte…. era perfecta para alguien como yo, y ya si dejamos de lado aquellos toques dorados tan monos….
-¿De dónde has sacado estas maravillas?-pregunté con gran esfuerzo de que no babear por ellas. Era simplemente un trabajo perfecto.
Me acomodé en la silla en silencio, inspeccionando la habitación ordenada meticulosamente. Mi vista se paró en un pequeño par de dagas que tenía colgadas de la pared. Un hermoso y excitante par de cuchillos que incitaban a cogerlos. Me levanté enseguida y fui hasta donde estaban aquellas maravillas de la naturaleza, con un brillo especial en los ojos y una emoción desbordante, mis manos se movían solas hacia ellas, como si me pidieran a gritos que las empuñara, era superior a mí: aquella hoja tan brillante y afilada, aquel mango corto, pefecto para una empuñadura corta y fuerte…. era perfecta para alguien como yo, y ya si dejamos de lado aquellos toques dorados tan monos….
-¿De dónde has sacado estas maravillas?-pregunté con gran esfuerzo de que no babear por ellas. Era simplemente un trabajo perfecto.
Última edición por Annelisse Lethood el Jue Oct 29, 2015 6:19 pm, editado 1 vez
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Re: ¿Cuál es tu razón para esto? [Privado con Devendra]
Nunca se conoce a alguien demasiado pensé en una de esas reflexiones internas que solía tener. La mayoría de las veces no llegaba a decirlas en voz alta, por una razón u otra. En sí por comodidad, pero confieso que, en parte, se debía a la poca gracia que me hacía empezar una discusión estúpida sobre quién tenía razón sobre un tema que, realmente, no tenía solución. Se crea o no, pocos temas son los que tienen una verdad absoluta e indiscutible, y yo apreciaba demasiado mi tiempo como para hablar sobre esas cosas. Adoraba las buenas conversaciones, no os creáis que no, pero solo si eran sobre temas más... interesantes de tratar. Quería poder llegar a una conclusión satisfactoria, aunque fuera solo para comprobar que tenía razón. Aunque yo realmente creía que podías pasarte una eternidad con alguien y no conocerlo del todo jamás. Quizá si llevabas casado más de dos mil años, como Annelisse, aquella certeza fuera más difícil de creer, pero había una cosa esencial que ni con el infinito podría arreglarse: el pensamiento. Por más que conozcas a alguien, por más que sepas todas sus manías, tan solo podrás suponer lo que está pensando. Puedes intuirlo muy bien, no lo cuestiono, pero ese matiz de duda, ese ¿y sí...? que sale cuando intentas adivinar lo que el otro tiene en la cabeza, es lo que me da la razón. A no ser de que puedas leer la mente, mucho me temo que ese nivel de intimidad es imposible.
-Las compré hace un tiempo.-expliqué tan seco y tosco como siempre. Juro que no lo hacía aposta. Si fuera por mí ya hablaría más, pero... no sé, se me hacía raro. Extraño era que alguien me motivara a soltar la parrafada del año fuera de clases. Ahí sí que hacía monólogos kilométricos, pero solo para comprobar que los alumnos habían entendido bien cómo se manejaba el arma en cuestión... Algún día la vida podría irles en ello. Aunque, tal y como estaban los tiempos, lo dudaba. Tanta pistola y tanto poder... ¿Dónde ha quedado la hermosura de la espada?-Puedes cogerlas.-dije a sabiendas de lo que le gustaban las dagas. Mientras no las destrozara...
-Las compré hace un tiempo.-expliqué tan seco y tosco como siempre. Juro que no lo hacía aposta. Si fuera por mí ya hablaría más, pero... no sé, se me hacía raro. Extraño era que alguien me motivara a soltar la parrafada del año fuera de clases. Ahí sí que hacía monólogos kilométricos, pero solo para comprobar que los alumnos habían entendido bien cómo se manejaba el arma en cuestión... Algún día la vida podría irles en ello. Aunque, tal y como estaban los tiempos, lo dudaba. Tanta pistola y tanto poder... ¿Dónde ha quedado la hermosura de la espada?-Puedes cogerlas.-dije a sabiendas de lo que le gustaban las dagas. Mientras no las destrozara...
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Re: ¿Cuál es tu razón para esto? [Privado con Devendra]
-¿En serio? ¡Dev te quiero!-dije dándole un fuerte abrazo, a sabiendas de que no le molestaría en absoluto. A pesar de su apariencia, siempre pensé que Devendra es una persona que responde muy bien a toda clase de mimos, por lo cual, no debe de molestarle tanto como parece a simple vista. En cuanto lo solté me dirigí a mis queridas dagas, las cogí con extremo cuidado, evitando que la hoja rozara cualquier partícula suspensa en el aire que pudiera mancharla, oxidarla, estropearla… sí, me pongo bastante quisquillosa cuando tengo algo que realmente me gusta entre mis manos. Pero es que era imposible no hacerlo, se notaba que aquellas preciosidades era de Devendra: con esa hoja tan fina y brillante que parecía un espejo, afilada a la perfección, sin un rastro de polvo alrededor.... Siempre pensé que si algún día llegara a tener hijos sería un gran padre, porque todas las armas blancas que se encontraban en aquel despacho (un gran número, por cierto, aunque apostaría mi pierna artificial a que no es ni un tercio de las que debe de tener en casa) eran como sus hijas: cuidadas meticulosamente, haciendo que verdaderas reliquias parecen recién hechas, con aquel brillo y ese aspecto tan relucinte.
Hice un par de movimientos rápidos y ligeros con las dagas, las cuales se adaptaban perfectamente a la forma de mis manos, siendo casi más cómodas que las que utilizaba actualmente. Empuñar unas armas tan buenas me trajo recuerdos de cuando Godric me regaló mi primera daga para defenderme de posibles violadores que nos podríamos encontrar por caminos angostos o cuando intentaran capturarme por pensar que era bruja… todavía me acuerdo de las peleas casi-diarias que tenía que sufrir continuamente. Por una parte era divertido, pero Godric se preocupaba demasiado, cosa que me impedía disfrutar al cien por ciento cada vez que tenía la posibilidad de utilizar aquella arma blanca. Unos años más tarde de que Godric me hubiera regalado las dagas nos encontramos con Devendra por primera vez, el cual se convirtió en mi profesor durante un par de semanas en las que nuestro viaje tomaba el mismo camino. Aunque fue por poco tiempo, mis habilidades mejoraron considerablemente con su ayuda y, aunque no estaba a su altura, disfrutaba de los combates tan serios que teníamos en aquella época. Después de que dejase de ser mi profesor, nos lo encontramos varias veces años más adelante, y siempre que nuestras miradas se cruzaban empezamos una pequeña pelea para observar cómo aumentaron las habilidades del otro. -Oye, ¿no te apetecerá por algún casual tener un pequeño duelo amistoso conmigo, así como en los viejos tiempos?
Hice un par de movimientos rápidos y ligeros con las dagas, las cuales se adaptaban perfectamente a la forma de mis manos, siendo casi más cómodas que las que utilizaba actualmente. Empuñar unas armas tan buenas me trajo recuerdos de cuando Godric me regaló mi primera daga para defenderme de posibles violadores que nos podríamos encontrar por caminos angostos o cuando intentaran capturarme por pensar que era bruja… todavía me acuerdo de las peleas casi-diarias que tenía que sufrir continuamente. Por una parte era divertido, pero Godric se preocupaba demasiado, cosa que me impedía disfrutar al cien por ciento cada vez que tenía la posibilidad de utilizar aquella arma blanca. Unos años más tarde de que Godric me hubiera regalado las dagas nos encontramos con Devendra por primera vez, el cual se convirtió en mi profesor durante un par de semanas en las que nuestro viaje tomaba el mismo camino. Aunque fue por poco tiempo, mis habilidades mejoraron considerablemente con su ayuda y, aunque no estaba a su altura, disfrutaba de los combates tan serios que teníamos en aquella época. Después de que dejase de ser mi profesor, nos lo encontramos varias veces años más adelante, y siempre que nuestras miradas se cruzaban empezamos una pequeña pelea para observar cómo aumentaron las habilidades del otro. -Oye, ¿no te apetecerá por algún casual tener un pequeño duelo amistoso conmigo, así como en los viejos tiempos?
Última edición por Annelisse Lethood el Dom Ene 03, 2016 6:51 pm, editado 1 vez
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Re: ¿Cuál es tu razón para esto? [Privado con Devendra]
Reí alegremente al verme abrazado, correspondiendo el cariñoso gesto sin ningún tipo de reparo, más que encantado de poder hacerlo. Aunque no lo pareciera por mi eterna expresión enfadada o mi postura más bien seria, adoraba las muestras de cariño. Los abrazos, besos, caricias, miradas llenas de ternura y un par de manos estrechadas con sutileza eran cosas que no solían faltar cuando tenía un amante. Era algo de lo que podía sentirme orgulloso. Claro que tener que soportar la expresión sorprendida y desencajada de quien no se lo espera no siempre se me había hecho divertido. Antes, cuando todavía era un joven inexperto e impaciente, ese ímpetu por mostrar el amor que sentía me había empujado a vivir más de una situación incómoda. En general, si se sentían atraídos por mi actitud recta lo más normal era que prefirieran más una relación puramente carnal, aunque gracias a aquella confusión había vivido un par de romances que dejaban sin aliento. De aquellos que solo podías desear alargar lo máximo posible para que la fortuna siempre te sonriera. Obviamente no habían sido jamás tan profundas como lo que sentían Annelisse y Godric, pero me gustaba pensar que no lo habían sido por falta de tiempo. Curiosamente (y todavía no sabía si reírme o llorar por ello) esas relaciones más profundas eran siempre con personas casadas. Igual es que tenía un fetiche o algo parecido, pero, en cualquier caso, ni me enorgullecía ni me arrepentía por ello. Eran cosas que pasaban y listo. Así de sencillo.
-Claro, siempre que no sea aquí dentro.-porque luego si destrozábamos algo me la cargaría yo y muchas gracias pero no tenía ganas de perder mi empleo por un duelo, por muy interesante que pudiera ser. Aunque, qué narices, llevaba demasiado sin un reto de verdad... Pero era lo que ocurría cuando las cosas quedan viejas y anticuadas. ¿Cuántos aprendían el arte de la espada por gusto propio? La mayoría de mis alumnos estaban ahí porque era una optativa aparentemente más preferible que matemáticas o filosofía, aunque el número de estudiantes que seguían en clase tras la primera semana era considerablemente menor a los que se presentaban el primer día. Había personas que, sencillamente, no estaban hechos para eso. Y era una lástima, porque las armas de fuego tienen tantas limitaciones... Ah...-Y tendrá que ser con tus propias armas. Este par de dagas son parte de mi colección personal.-añadí a sabiendas de que todavía se las querría llevar o algo parecido. Por mucho que me pudiera doler, habían algunas armas que, simplemente, no me podía permitir perder, romper, o estropear. Ya fuera por su valor sentimental, monetario, o por el acabado de su hoja, algunas permanecían colgadas en mi pared ad eternum. Un desperdicio, lo sé, pero peor sería tener que lanzarlas.
-Claro, siempre que no sea aquí dentro.-porque luego si destrozábamos algo me la cargaría yo y muchas gracias pero no tenía ganas de perder mi empleo por un duelo, por muy interesante que pudiera ser. Aunque, qué narices, llevaba demasiado sin un reto de verdad... Pero era lo que ocurría cuando las cosas quedan viejas y anticuadas. ¿Cuántos aprendían el arte de la espada por gusto propio? La mayoría de mis alumnos estaban ahí porque era una optativa aparentemente más preferible que matemáticas o filosofía, aunque el número de estudiantes que seguían en clase tras la primera semana era considerablemente menor a los que se presentaban el primer día. Había personas que, sencillamente, no estaban hechos para eso. Y era una lástima, porque las armas de fuego tienen tantas limitaciones... Ah...-Y tendrá que ser con tus propias armas. Este par de dagas son parte de mi colección personal.-añadí a sabiendas de que todavía se las querría llevar o algo parecido. Por mucho que me pudiera doler, habían algunas armas que, simplemente, no me podía permitir perder, romper, o estropear. Ya fuera por su valor sentimental, monetario, o por el acabado de su hoja, algunas permanecían colgadas en mi pared ad eternum. Un desperdicio, lo sé, pero peor sería tener que lanzarlas.
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Re: ¿Cuál es tu razón para esto? [Privado con Devendra]
-¡Eeeeeeeh! ¡Pero,pero! ¿Ni una sola vez? - pregunté, aferrándome a ellas como si se trataran de mi propio hijo, estaba claro que eran perfectas para mi y estoy segura de que si pudieran hablar ellas también pedirian a gritos que me dejase usarlas… pero las dagas no pueden hablar y Devendra es demasiado egoísta cuando se trata de sus queridas armas, asi que, intentando con todas mis fuerzas algo que estaba claro desde un principio que no iba a funcionar, le puse cara de cachorrito mientras me arrodillaba a su lado, claro está, con las dagas todavía aferradas como si me fuera la vida en ello.
Por supuesto, no conseguí nada. Al final tuve que dejar (completamente en contra de mi voluntad) aquellas dos maravillas colgadas de nuevo en la pared, cruzadas,al igual que como las había encontrado antes de cogerlas. Les lancé una última mirada ambiciosa antes de girarme con aire un poco decepcionado. Lo conocía desde hace mucho tiempo, pero eso no cambiaba el hecho de que me deprimiera cada vez que no me dejaba utilizar sus armas, todas ellas en un estado tan impecable que me daba envidia tan solo con miralos.
-Bueno, ¿vamos? - pregunté mientras salía por la puerta y llevaba una mano a la espalda para sacar una de las dagas que me regaló Godric hace mil quinientos años cuando era perseguida porque pensaban que era una bruja… Cada vez que recordaba momentos como esos me alegraba de encontrarme en la universidad, a salvo y sin preocupaciones sin contar que hacer de cena a la noche o que el papeleo llegara bien a su destino.
No pasó mucho tiempo hasta llegar al sitio donde decidimos combatir, no lo habíamos dicho con palabras,pero de alguna forma los dos siempre pensábamos en el mismo lugar, ¿qué mejor sitio que donde Devendra enseña a un montón de renacuajos a utilizar armas como las que los dos empuñàbamos en ese instante? Volví a llevar una mano a la espalda mientras sacaba la segunda daga, las dos estaban en buenas condiciones, a pesar de que se notaba el uso que había hecho de ellas. Qué decir: me encantaban, y disfrutaba utilizandolas.
No aparté los ojos de Devendra, como acostumbraba a hacer cuando decidiamos combatir por simple diversión. Aunque lo quería como si fuera mi hermano, en el momento en que nos enfretabamos, el ambiente se volvía tenso y serio. Oh si.. me encantaba esa sensación. Puse el pie derecho atrás para conseguir una posición más cómoda, mientras esperaba a que él terminara de prepararse.
Por supuesto, no conseguí nada. Al final tuve que dejar (completamente en contra de mi voluntad) aquellas dos maravillas colgadas de nuevo en la pared, cruzadas,al igual que como las había encontrado antes de cogerlas. Les lancé una última mirada ambiciosa antes de girarme con aire un poco decepcionado. Lo conocía desde hace mucho tiempo, pero eso no cambiaba el hecho de que me deprimiera cada vez que no me dejaba utilizar sus armas, todas ellas en un estado tan impecable que me daba envidia tan solo con miralos.
-Bueno, ¿vamos? - pregunté mientras salía por la puerta y llevaba una mano a la espalda para sacar una de las dagas que me regaló Godric hace mil quinientos años cuando era perseguida porque pensaban que era una bruja… Cada vez que recordaba momentos como esos me alegraba de encontrarme en la universidad, a salvo y sin preocupaciones sin contar que hacer de cena a la noche o que el papeleo llegara bien a su destino.
No pasó mucho tiempo hasta llegar al sitio donde decidimos combatir, no lo habíamos dicho con palabras,pero de alguna forma los dos siempre pensábamos en el mismo lugar, ¿qué mejor sitio que donde Devendra enseña a un montón de renacuajos a utilizar armas como las que los dos empuñàbamos en ese instante? Volví a llevar una mano a la espalda mientras sacaba la segunda daga, las dos estaban en buenas condiciones, a pesar de que se notaba el uso que había hecho de ellas. Qué decir: me encantaban, y disfrutaba utilizandolas.
No aparté los ojos de Devendra, como acostumbraba a hacer cuando decidiamos combatir por simple diversión. Aunque lo quería como si fuera mi hermano, en el momento en que nos enfretabamos, el ambiente se volvía tenso y serio. Oh si.. me encantaba esa sensación. Puse el pie derecho atrás para conseguir una posición más cómoda, mientras esperaba a que él terminara de prepararse.
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Re: ¿Cuál es tu razón para esto? [Privado con Devendra]
Me sentí sumamente emocionado. Rara vez podía luchar con alguien que no fuera un alumno, ergo mis prácticas se limitaban a repetir una y otra vez movimientos que ya dominaba a la perfección con tristes muñecos sin vida. Ayudaba, porque no dejaba de ser un entrenamiento, pero sin la gracia de un duelo de verdad. Los muñecos no tenían habilidades, ni guardaban ases en la manga, ni hacían trampas, ni trataban de vencerte. Ni siquiera suponían un reto cuando ya no tenías nada nuevo que aprender. Pero Annelisse sí, y aquello me llenaba las venas de adrenalina y me dibujaba una sonrisa en la cara.
Como de costumbre fuimos a las canchas, donde solía entrenar a los chiquillos. A veces (sobretodo a principios de curso y cuando, por cualquier razón, teníamos más tiempo) les hacía dar vueltas al campus para fortalecer el cuerpo o practicar en terrenos más traicioneros. Así me aseguraba de que las bases estuvieran bien aprendidas. Obviamente no podían memorizar en unos pocos cursos lo que yo en toda una vida, pero un mínimo era un mínimo, y debían acabar el curso sabiéndose defender. Incluso les daba clases sobre cómo ganar un combate si tu oponente iba armado y tú no. ¿No era eso útil? Especialmente con la cantidad de atracos que habían en la ciudad... Seguía sin entender por qué la mayor parte de los alumnos dejaban de apuntarse a mis clases al curso siguiente. Un misterio.
Saqué un par de cintas del interior de las mangas de mi kimono. Las até a las puntas de las mangas y rodeé mi cuerpo con ellas, haciendo un nudo al final para que se aguantaran y no me molestaran durante la pelea. Deshice mi coleta y dejé mi cabello suelto, cayendo como una cascada, unos segundos antes de que comenzara a desaparecer, terminando por quedar corto y práctico. Admito que era un poco extraño de ver, pero era muchísimo más práctico pelear con el cabello corto. Había menos posibilidades de que aprovecharan tu cabello para vencerte.
La miré fijamente y sonreí, antes de sacar unas dagas escondidas bajo mi kimono y posicionarme para el combate.
Como de costumbre fuimos a las canchas, donde solía entrenar a los chiquillos. A veces (sobretodo a principios de curso y cuando, por cualquier razón, teníamos más tiempo) les hacía dar vueltas al campus para fortalecer el cuerpo o practicar en terrenos más traicioneros. Así me aseguraba de que las bases estuvieran bien aprendidas. Obviamente no podían memorizar en unos pocos cursos lo que yo en toda una vida, pero un mínimo era un mínimo, y debían acabar el curso sabiéndose defender. Incluso les daba clases sobre cómo ganar un combate si tu oponente iba armado y tú no. ¿No era eso útil? Especialmente con la cantidad de atracos que habían en la ciudad... Seguía sin entender por qué la mayor parte de los alumnos dejaban de apuntarse a mis clases al curso siguiente. Un misterio.
Saqué un par de cintas del interior de las mangas de mi kimono. Las até a las puntas de las mangas y rodeé mi cuerpo con ellas, haciendo un nudo al final para que se aguantaran y no me molestaran durante la pelea. Deshice mi coleta y dejé mi cabello suelto, cayendo como una cascada, unos segundos antes de que comenzara a desaparecer, terminando por quedar corto y práctico. Admito que era un poco extraño de ver, pero era muchísimo más práctico pelear con el cabello corto. Había menos posibilidades de que aprovecharan tu cabello para vencerte.
La miré fijamente y sonreí, antes de sacar unas dagas escondidas bajo mi kimono y posicionarme para el combate.
-TEMA CERRADO-
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