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•La cafetería ha comenzado a servir sus famosas sopas de "adivina que contienen". ¡Muy recomendables para el frío, y es muy entretenido darse a la tarea de descubrir que tienen! La receta es distinta cada día.
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Absolutamente todas las tablillas utilizadas en el foro fueron creadas por el staff, y únicamente para nuestro foro. Muy por el contrario, ninguna de las imágenes nos pertenece, aunque todas han sido editadas en photoshop por el Staff. Las imágenes han sido sacadas de Zerochan, Pixiv y Deviantart. Los físicos de Galamoth son de "Nafah" en deviantart también.
Agradecemos a foroactivo por los tutoriales. Por último especificamos que todo el material que los usuarios posteen aquí pertenece solo al usuario. El plagio no será tolerado, sean originales, por favor.
Quiero agradecer primordialmente a mi staff, que ha sido quien me ha motivado a seguir con este proyecto. Agradezco especialmente a Kashia Bythesea por ayudarme a buscar las imágenes para variadas labores, siempre muy dispuesta. Agradezco especialmente Darsey O. Gobin por impulsarnos a salir adelante incluso aunque los tiempos se vean difíciles y comencemos a cansarnos. Así es como se sale adelante: en equipo y con amor.
Por último y muy importante agradezco a todos los usuarios que han mantenido a este foro vivo, muchas gracias.
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Do, Re, Mi, y lo que sigue [Privado Sonera]
2 participantes
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Do, Re, Mi, y lo que sigue [Privado Sonera]
Vale, éste era el día. ¡Hoy aprendería algo de arte! O eso esperaba. No sabía si era por ser "hijo" de científicos, porque había salido así y ya está, o simplemente porque al ser artificial no me habían hecho para que desarrollara ese lado de mi cabeza, pero nunca, y cuando digo nunca digo NUNCA, me había salido algo que fuera remotamente relacionado con lo artístico. Lo había intentado, lo juro. Había tratado de tocar instrumentos sencillos, pintar monigotes y cosas infantiles, hacer figuritas con barro, e incluso coser un trapo con el dibujo de una florecilla, ¡pero nada! Desafinaba, dibujaba patatas, creaba criaturas monstruosas y lo de coser... bueno, mejor que ni se comente. ¡Pero hasta ahí duraba mi mala suerte! Había quedado con la profesora música para que me diera clases de más, así que fijo que hoy salía aprendiendo algo. No sabía qué tenía preparado, pero venía preparado para casi cualquier cosa. Aunque nervioso lo estaba un rato, claro... Aunque no es tan extraño que se me de mal, creo. En las instalaciones no pude hacer más que dibujos en la pared cuando era muy pequeño, y en los dos últimos años la mayor parte del tiempo he estado huyendo, así que... ¡Pero fuera excusas! Hoy lo conseguiría, vaya que sí.
Entré en el aula de música con algo de corte, sin saber qué hacer. ¿Esperaba y ya está? ¿Empezaba yo solo y ya me ayudaría Sonera? ¿Jugaba con el lápiz? Sin encontrar respuesta me senté en uno de los pupitres y dejé la bandolera encima, aburrido. Al cabo de poco me levanté y empecé a dar vueltas por la clase, silbando y curioseando aquí y allá. Me acerqué al piano y acaricié un par de teclas por primera vez. ¡Ese cacharro era enorme! ¿Cómo funcionaba? ¿Y por qué era tan grande? Miré el interior y vi un montón de cuerdas tensadas que no supe para qué funcionaban. Toqué una y vibró, sonando con una nota que no reconocí, pero que no sonaba demasiado grabe ni demasiado aguda. Por si acaso dejé el instrumento en paz. ¡Sólo faltaría que lo rompiera antes de empezar! Tenía mucha curiosidad y demasiadas cosas que no entendía de los humanos, pero estaba convencido de que terminaría siendo como uno. No esperaba llegar a tener una familia ni nada parecido, pero por lo menos quería llegar a entender cómo funcionaba su mundo... O como mínimo los malditos instrumentos.
Curioseé un poco más sin tener noción del tiempo que pasaba o dejaba de pasar, descubriendo cosas que desconocía. Había demasiados tipos de flautas. Porque eso eran flautas, ¿no?
Entré en el aula de música con algo de corte, sin saber qué hacer. ¿Esperaba y ya está? ¿Empezaba yo solo y ya me ayudaría Sonera? ¿Jugaba con el lápiz? Sin encontrar respuesta me senté en uno de los pupitres y dejé la bandolera encima, aburrido. Al cabo de poco me levanté y empecé a dar vueltas por la clase, silbando y curioseando aquí y allá. Me acerqué al piano y acaricié un par de teclas por primera vez. ¡Ese cacharro era enorme! ¿Cómo funcionaba? ¿Y por qué era tan grande? Miré el interior y vi un montón de cuerdas tensadas que no supe para qué funcionaban. Toqué una y vibró, sonando con una nota que no reconocí, pero que no sonaba demasiado grabe ni demasiado aguda. Por si acaso dejé el instrumento en paz. ¡Sólo faltaría que lo rompiera antes de empezar! Tenía mucha curiosidad y demasiadas cosas que no entendía de los humanos, pero estaba convencido de que terminaría siendo como uno. No esperaba llegar a tener una familia ni nada parecido, pero por lo menos quería llegar a entender cómo funcionaba su mundo... O como mínimo los malditos instrumentos.
Curioseé un poco más sin tener noción del tiempo que pasaba o dejaba de pasar, descubriendo cosas que desconocía. Había demasiados tipos de flautas. Porque eso eran flautas, ¿no?
Darsey O. Godin- Sexo :
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Re: Do, Re, Mi, y lo que sigue [Privado Sonera]
Sin duda alguna, la música lo es todo para ella. El único idioma universal, que trasciende planetas, galaxias e incluso el tiempo en sí mismo. La música es sencilla de comprender, y con ella se forjan toda clase de sentimientos. No es de extrañar, por supuesto, que cuando uno de los estudiantes de Solche se acercó a pedirle una tutoría en música, ella haya quedado sumamente maravillada, respondiendo con un rotundo "por supuesto".
Y mírala, por eso mismo ahora se encuentra corriendo como loca por toda la universidad buscando el salón de ensayos, estando ya un poco atrasada para la cita pactada. Y es que claro, no se percató que justo acomodó el encuentro para la hora inmediata a la culminación de la clase de introducción a la tecnología MIDI; al otro lado del campus. No ayudó tampoco que justo hoy tenían taller de grabación, y el equipo tardó en estar disponible...bueno, el punto es que por eso mismo ahora se encuentra agitada y causando algunos accidentes a lo largo de la universidad. Todo por un despiste.
Finalmente, tras un par de tropiezos por el camino, la maestra hace acto de presencia en el salón esperado, respirando agitada y apenas apoyándose en la puerta para recuperar su aliento. Como es de esperarse, el alumno en cuestión ya se encuentra en el lugar, ojeando uno a uno los instrumentos disponibles para usar.
—¡Perdóname! ¿Llevas esperando mucho tiempo, Darsey? —Su voz evoca genuinos tintes de preocupación, mientras ubica sus cosas en uno de los asientos del recinto, y se aventura a detallar un poco más a fondo a su estudiante. Y sí, leyó su nombre un millón de veces para asegurarse de no meter la pata al presentarse frente a él. Bueno...al menos ella cree que ese es su nombre.
—Oh, yo te he visto por ahí, en los equipos de natación y voleibol acuático. ¿Será que en algo más? Yo me la paso mucho en la alberca, así que de aquí en adelante veo que podré fanfarronear de conocer a una de las estrellas de los deportes en Solche Prestige. ¿No es así? —Ya un poco más calmada, toma una de las sillas y la ubica directamente enfrente del piano. Después, ella misma se sienta en el asiento destinado para el instrumento en cuestión, mientras con una de sus manos apunta a aquella que segundos antes ubicó —Ponte cómodo por favor —Menciona de pasada mientras cruza sus piernas —. Veo que ha despertado tu interés por la música. Eso me alegra mucho. Me has dicho que no tienes experiencia, ¿verdad? bueno, no te preocupes por nada que para eso estoy aquí. ¿Qué es lo que te llama la atención de la música? ¿Qué instrumento quisieras aprender a tocar? Si tienes algún antecedente musical, algún curso o algo así, me ayudaría bastante que me los nombrases.
Sonera habla de manera dulce, con una sonrisa en el rostro. Es evidente la gran expectativa que le trae esta clase. Y no lo neguemos, está un poco nerviosa ella misma, puesto que hace mucho tiempo no da una clase personalizada de música.
Y mírala, por eso mismo ahora se encuentra corriendo como loca por toda la universidad buscando el salón de ensayos, estando ya un poco atrasada para la cita pactada. Y es que claro, no se percató que justo acomodó el encuentro para la hora inmediata a la culminación de la clase de introducción a la tecnología MIDI; al otro lado del campus. No ayudó tampoco que justo hoy tenían taller de grabación, y el equipo tardó en estar disponible...bueno, el punto es que por eso mismo ahora se encuentra agitada y causando algunos accidentes a lo largo de la universidad. Todo por un despiste.
Finalmente, tras un par de tropiezos por el camino, la maestra hace acto de presencia en el salón esperado, respirando agitada y apenas apoyándose en la puerta para recuperar su aliento. Como es de esperarse, el alumno en cuestión ya se encuentra en el lugar, ojeando uno a uno los instrumentos disponibles para usar.
—¡Perdóname! ¿Llevas esperando mucho tiempo, Darsey? —Su voz evoca genuinos tintes de preocupación, mientras ubica sus cosas en uno de los asientos del recinto, y se aventura a detallar un poco más a fondo a su estudiante. Y sí, leyó su nombre un millón de veces para asegurarse de no meter la pata al presentarse frente a él. Bueno...al menos ella cree que ese es su nombre.
—Oh, yo te he visto por ahí, en los equipos de natación y voleibol acuático. ¿Será que en algo más? Yo me la paso mucho en la alberca, así que de aquí en adelante veo que podré fanfarronear de conocer a una de las estrellas de los deportes en Solche Prestige. ¿No es así? —Ya un poco más calmada, toma una de las sillas y la ubica directamente enfrente del piano. Después, ella misma se sienta en el asiento destinado para el instrumento en cuestión, mientras con una de sus manos apunta a aquella que segundos antes ubicó —Ponte cómodo por favor —Menciona de pasada mientras cruza sus piernas —. Veo que ha despertado tu interés por la música. Eso me alegra mucho. Me has dicho que no tienes experiencia, ¿verdad? bueno, no te preocupes por nada que para eso estoy aquí. ¿Qué es lo que te llama la atención de la música? ¿Qué instrumento quisieras aprender a tocar? Si tienes algún antecedente musical, algún curso o algo así, me ayudaría bastante que me los nombrases.
Sonera habla de manera dulce, con una sonrisa en el rostro. Es evidente la gran expectativa que le trae esta clase. Y no lo neguemos, está un poco nerviosa ella misma, puesto que hace mucho tiempo no da una clase personalizada de música.
Última edición por Sonera el Miér Jun 24, 2015 7:42 pm, editado 1 vez
Sonera- Sexo :
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Re: Do, Re, Mi, y lo que sigue [Privado Sonera]
Di un respingo al ver aparecer a la profesora de la nada, aunque después de la primera impresión me sentí algo nervioso. No tenía grandes expectativas, pero tampoco quería que Sonera se sintiera inútil o algo así... ¡Sólo faltaría que por ser un negado se nos deprimiera la mujer! Parte de la intranquilidad se me fue al ver la energía que traía consigo. Igual para compensarle el trabajo de más podría darle algún que otro consejo para que no se cansara tanto al correr... O algo así. ¿Los humanos suelen darles regalos a los profesores cuando los ayudan? Saqué rápidamente mi libreta y apunté la pregunta en el apartado COSTUMBRES HUMANAS, para que no se me olvidara. Guardé la agenda y miré a la música.
-Para nada, apenas cinco minutos.-respondí más serio de lo que quería sonar. No estaba muy acostumbrado a "la marcha" fuera de la piscina o la cancha, así que... No sé, digamos que en los saludos soy bastante soso. Aunque sonreí orgulloso cuando me llamó "estrecha de Solche".-Sí, aunque también estoy en el equipo de relevos, hadnbol y voleibol normal. Aunque está bien eso de que te llamen "estrella".-comenté encantado de hablar de mis pasiones. Si fuera por mí me hubiera apuntado a muchos más, pero... por tiempo no podía. Además, aunque durmiera sólo dos horas tampoco podría porque hay un máximo... ¡Me dio mucha rabia cuando me enteré! Aunque supongo que no es tan malo, porque si no duermo nueve horas por lo menos me duermo de pie... Es lo que tiene gastar tanta energía, supongo. En "casa" me pasaba lo mismo, aunque como me daban comida más hecha para mí, no lo notaba tanto. Otra cosa curiosa. ¿Qué llevarían esas sopas? Más cosas que debía averiguar...
-Nop, soy un negado total.-respondí mientras se sentaba a su lado-Pues supongo que para hacer algo mínimamente decente no necesitas un talento tan notorio como en pintura, escultura, o cosas así...-dije pensativo, aunque enseguida me di cuenta de que podría molestarla y decidí rectificar-Es decir, se necesita mucho talento, pero creo que hasta yo puedo hacer una escala musical. O eso espero.-dije algo nervioso, pero con esa pereza que me caracterizaba al hablar-Bueno, el año pasado en la escuela en la que estaba toqué algo el piano, aunque enseguida me prohibieron acercarme a él por lo horrible que sonaba. Después de eso probé con la flauta, pero más de lo mismo... y no he intentado nada más, aunque sólo me sé el nombre de tres instrumentos, a decir verdad.-enumeré pensativo, recordando esos momentos con cierta amargura. Yo lo intento, de verdad. Pero es tocar el piano y que esté oxidado, que la flauta se queme y que la guitarra se quede sin cuerdas. Soy gafe, macho. A ver si con Sonera a mi lado mejoro en algo...
-Para nada, apenas cinco minutos.-respondí más serio de lo que quería sonar. No estaba muy acostumbrado a "la marcha" fuera de la piscina o la cancha, así que... No sé, digamos que en los saludos soy bastante soso. Aunque sonreí orgulloso cuando me llamó "estrecha de Solche".-Sí, aunque también estoy en el equipo de relevos, hadnbol y voleibol normal. Aunque está bien eso de que te llamen "estrella".-comenté encantado de hablar de mis pasiones. Si fuera por mí me hubiera apuntado a muchos más, pero... por tiempo no podía. Además, aunque durmiera sólo dos horas tampoco podría porque hay un máximo... ¡Me dio mucha rabia cuando me enteré! Aunque supongo que no es tan malo, porque si no duermo nueve horas por lo menos me duermo de pie... Es lo que tiene gastar tanta energía, supongo. En "casa" me pasaba lo mismo, aunque como me daban comida más hecha para mí, no lo notaba tanto. Otra cosa curiosa. ¿Qué llevarían esas sopas? Más cosas que debía averiguar...
-Nop, soy un negado total.-respondí mientras se sentaba a su lado-Pues supongo que para hacer algo mínimamente decente no necesitas un talento tan notorio como en pintura, escultura, o cosas así...-dije pensativo, aunque enseguida me di cuenta de que podría molestarla y decidí rectificar-Es decir, se necesita mucho talento, pero creo que hasta yo puedo hacer una escala musical. O eso espero.-dije algo nervioso, pero con esa pereza que me caracterizaba al hablar-Bueno, el año pasado en la escuela en la que estaba toqué algo el piano, aunque enseguida me prohibieron acercarme a él por lo horrible que sonaba. Después de eso probé con la flauta, pero más de lo mismo... y no he intentado nada más, aunque sólo me sé el nombre de tres instrumentos, a decir verdad.-enumeré pensativo, recordando esos momentos con cierta amargura. Yo lo intento, de verdad. Pero es tocar el piano y que esté oxidado, que la flauta se queme y que la guitarra se quede sin cuerdas. Soy gafe, macho. A ver si con Sonera a mi lado mejoro en algo...
Darsey O. Godin- Sexo :
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Re: Do, Re, Mi, y lo que sigue [Privado Sonera]
—Shh shh —Se escapa de sus labios mientras busca los mismos con su dedo, en ánimos de que su compañero guarde silencio por un instante —No te refieras a ti mismo como "negado" o ninguna otra palabra de ese estilo. Lo primero que es necesario es que te convenzas a ti mismo de que tienes la capacidad para hacer lo que te propones. Ese es el primer paso para ser exitoso. Además, no te puedo creer que seas tan adepto a los deportes y no puedas con la música. No, eso es imposible. —Se levanta entonces del asiento, y con paso lento se acerca al ventanal de la sala —La música es facilísima, ¿sabes? está en todos lados y guarda todo tipo de memorias. Cada sonido, cada acorde, cada melodía es una historia, una historia de tristeza, una historia de alegría, y lo más espectacular es que no necesitas hacer análisis complicados o concentrarte mucho en ella para comprenderla. Lo único que necesitas es...escuchar.
De manera bastante ágil abre la ventana, cruzando sus dedos por las comisuras. Con un estruendo muy breve el objeto se desliza hasta su límite, permitiendo con ello que los vientos se hagan con la habitación en donde se encuentran. Y con él, un millón de sonidos nacidos en el exterior hacen acto de presencia a la vez —Ven aquí Darsey —Aprovechando el breve espacio de tiempo entre su cuestión y el arribo de su estudiante, Sonera se aventura a apoyar sus manos en la ventana y girar su cuerpo un poco hacia el frente. No demasiado, después de todo, no quiere caerse —. Hagamos un pequeño ejercicio de escucha. Verás, el primer paso para hacer música es escucharla. Acércate aquí, a la ventana, y háblame sobre absolutamente todo lo que puedes escuchar de afuera.
Inmediatamente, se aleja un poco a fin de que el estudiante cuente con el espacio necesario para llevar a cabo la labor propuesta, ubicándose detrás suyo en cuanto se halla en posición y utilizando sus manos para mejorar la postura del alumno. El roce de la maestra es muy suave, delicado, buscando no incomodar o hacerle daño a su compañero. Acto seguido, se dirige de manera silenciosa hacia el piano, y estando allí comienza a tocar una canción, la cual acompaña con su propio silbido.
De manera bastante ágil abre la ventana, cruzando sus dedos por las comisuras. Con un estruendo muy breve el objeto se desliza hasta su límite, permitiendo con ello que los vientos se hagan con la habitación en donde se encuentran. Y con él, un millón de sonidos nacidos en el exterior hacen acto de presencia a la vez —Ven aquí Darsey —Aprovechando el breve espacio de tiempo entre su cuestión y el arribo de su estudiante, Sonera se aventura a apoyar sus manos en la ventana y girar su cuerpo un poco hacia el frente. No demasiado, después de todo, no quiere caerse —. Hagamos un pequeño ejercicio de escucha. Verás, el primer paso para hacer música es escucharla. Acércate aquí, a la ventana, y háblame sobre absolutamente todo lo que puedes escuchar de afuera.
Inmediatamente, se aleja un poco a fin de que el estudiante cuente con el espacio necesario para llevar a cabo la labor propuesta, ubicándose detrás suyo en cuanto se halla en posición y utilizando sus manos para mejorar la postura del alumno. El roce de la maestra es muy suave, delicado, buscando no incomodar o hacerle daño a su compañero. Acto seguido, se dirige de manera silenciosa hacia el piano, y estando allí comienza a tocar una canción, la cual acompaña con su propio silbido.
- Canción:
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Re: Do, Re, Mi, y lo que sigue [Privado Sonera]
No entendía porqué no podía llamarme algo que era, la verdad. Además, que supiera que no se me daba nada bien no me quitaba ganas de intentarlo. Conocía mis límites, pero eso me motivaba más para intentar superarlos y así llegar ser, poco a poco, mejor. Como en el deporte. Sabía perfectamente cuántas horas podía pasar corriendo, cuántos golpes podía recibir y en cuántos partidos podía participar con toda mi alma antes de caer exhausto, pero eso no impedía que tratara de aguantar un par de vueltas, asaltos, y sets más. Todo esfuerzo era poco cuando te dedicabas a lo que amabas. Si no aceptase que era un negado en lo artístico, lo más seguro es que terminara pensando que "no se me daba tan mal", y no me esforzaría. Como en matemáticas. No era el mejor (de hecho era bastante a malo), pero como me defendía, no le ponía más ganas. Aunque a decir verdad debería, porque la primera vez que calculé algo fue hace dos años, cuando ingresé en mi primera escuela... El lío que se montó por "el chico que no sabe contar" no está escrito.
Me acerqué a la profesora sin acabar de entender a qué se refería con eso de las historias, y la miré curioso cuando me puso esa tarea. Miré a través de la ventana y observé las vistas, que daban a la parte trasera del edificio, justo al lado de las zonas deportivas y donde la gente solía reunirse después de clase. Bajé la mirada y escuché, sin saber qué era lo que tenía que buscar-Oigo... voces. De chicas hablando y riendo, creo.-dije tras escuchar tres voces joviales pasar tranquilamente por debajo de la ventana-También...-sonreí al descifrar el choque metálico de un bate contra su pelota blanca, a unos escasos doscientos metros. Ah, quién pudiera jugar a béisbol... la tensión de no saber si le darás, la adrenalina al ver la esfera bola salir volando a varios metros de altura, la satisfacción de correr tan rápido que los pulmones se te escapan por la boca... ¿Cómo podía haber alguien a quien no le gustase el deporte? Era... realmente era lo mejor que había-un partido de entrenamiento de béisbol.-que no era, ni mucho menos, lo mismo que un partido. El ambiente era tremendamente distinto, aunque si no has estado en ninguno cuesta distinguirlos, lo admito.-Algunos pájaros volando por ahí, el viento mover los árboles... Algunas voces más lejanas... Y poco más.-finalicé girándome para ver cómo Sonera tocaba sin problemas una melodía bastante dulce. Me apoyé a la ventana con la cadera y las manos, intentando averiguar qué clase de conjuro se había de utilizar para poder hacer eso con el piano.
Me acerqué a la profesora sin acabar de entender a qué se refería con eso de las historias, y la miré curioso cuando me puso esa tarea. Miré a través de la ventana y observé las vistas, que daban a la parte trasera del edificio, justo al lado de las zonas deportivas y donde la gente solía reunirse después de clase. Bajé la mirada y escuché, sin saber qué era lo que tenía que buscar-Oigo... voces. De chicas hablando y riendo, creo.-dije tras escuchar tres voces joviales pasar tranquilamente por debajo de la ventana-También...-sonreí al descifrar el choque metálico de un bate contra su pelota blanca, a unos escasos doscientos metros. Ah, quién pudiera jugar a béisbol... la tensión de no saber si le darás, la adrenalina al ver la esfera bola salir volando a varios metros de altura, la satisfacción de correr tan rápido que los pulmones se te escapan por la boca... ¿Cómo podía haber alguien a quien no le gustase el deporte? Era... realmente era lo mejor que había-un partido de entrenamiento de béisbol.-que no era, ni mucho menos, lo mismo que un partido. El ambiente era tremendamente distinto, aunque si no has estado en ninguno cuesta distinguirlos, lo admito.-Algunos pájaros volando por ahí, el viento mover los árboles... Algunas voces más lejanas... Y poco más.-finalicé girándome para ver cómo Sonera tocaba sin problemas una melodía bastante dulce. Me apoyé a la ventana con la cadera y las manos, intentando averiguar qué clase de conjuro se había de utilizar para poder hacer eso con el piano.
Darsey O. Godin- Sexo :
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Re: Do, Re, Mi, y lo que sigue [Privado Sonera]
Ella cesa de manera un tanto abrupta en cuanto el aspirante termina con aquello que le fue asignado. En ese momento, se toma un segundo para respirar un poco más profundamente, y deslizar sus dedos por las teclas del piano antes de dedicarle su atención de manera plena.
—¿Te has dado cuenta de que cuando nos proponemos, o en este caso nos sentimos obligados a escuchar nuestros alrededores, en busca de todo aquello que nuestros oídos sean capaces de percibir, ¿Siempre terminamos escuchando todo aquello que estamos acostumbrados a escuchar, o en su defecto lo que queremos escuchar? Lo mismo ocurre con las relaciones sociales, y las razones por las cuales vemos un ángel en el demonio de alguien más...pero bueno, tú no has venido a eso, ¿verdad?
Pausando su discurso se levanta de la silla y busca dirigirse hacia Darsey, tomándolo de los hombros y dirigiéndolo hacia el instrumento que tan solo unos instantes atrás estuvo ocupado por ella. Con mucho cuidado le invita a tomar asiento, aventurándose a guiar a las teclas del instrumento los brazos ajenos mediante roces medidos.
—Hay dos cosas básicas, trascendentales, que es necesario que conozcas para poder tocar un instrumento con gusto. Con gusto, por supuesto, porque claro, para aquellos con virtudes técnicas puede ser posible aprender fácilmente a evocar melodías bellísimas en sus instrumentos, pero mientras no exista ese cariño intrínseco por la música su travesía carecerá de sentido. Entonces... —Las manos de Sonera son suaves y juguetonas, a veces sin algún tipo de intención (solo a veces). Con una aterradora dulzura e inocencia, se aventura a jugar un poco con los dedos de su compañero, masajeándolos y guiándolos a través de las teclas. —Los conocimientos técnicos son necesarios; de eso no puede caber alguna duda. Es importante conocer el instrumento, y si es posible, familiarizarse con la gramática musical. Pero más importante aún que eso es conocerte a ti mismo, tus pasiones y aspiraciones, y como veo que esas son cosas que tienes clarísimas, solo te falta contextualizarlas un poco. —Ella se inclina, acercando su voz a uno de los oídos de su compañero. —Cierra tus ojos un momento, y deja que maneje tus manos. Bajo mi guía tocarás una cortísima y sencillísima canción; acordes con tu mano izquierda, melodía con tu mano derecha. Tú tranquilo, solo déjate llevar. Imagínate una situación familiar y muy agradable. ¿Tal vez un partido de una de tus pasiones, sintiendo la gracia de la victoria a tu alcance? ¿Tal vez una grata memoria con una persona querida? Solo piensa en ella e imagina, ¿qué es lo que en esos instantes escuchas, o quisieras escuchar? ¿y las notas que afloran de tus dedos ayudan a hacer tu recuerdo más agradable, o más vívido?
Su acercamiento no es del todo inocente. Sonera es una persona que se ha encargado de conocer la música un tanto más a fondo de lo ordinario, y más allá de reconocer que en el tema de ondas puede competir muy facilmente con las eminencias en física, ella ha buscado estudiar todos los fenómenos relacionados con el sonido. La melodía que permite que Darsey toque bajo su guía no es una canción convencional; en su repertorio guarda frecuencias que muy en concordancia se encuentran con las frecuencias neuronales, y por tanto es una canción un tanto estimulante. Por otro lado, el hecho de que tomara sus manos entre las suyas, y de manera cautelosa haya encontrado la manera de apoyar su cuerpo por completo en el de su compañero tiene intenciones completamente puras, -ya, en serio Sonera es una profesora muy seria en sus clases- su pretención es percatarse de esas frecuencias particulares que mayor estímulo presentan en su estudiante, expresada mediante pequeños cambios en su ritmo cardíaco o la uniformidad en su respiración. Aunque claro, esas son intenciones que Darsey desconoce.
—¿Te has dado cuenta de que cuando nos proponemos, o en este caso nos sentimos obligados a escuchar nuestros alrededores, en busca de todo aquello que nuestros oídos sean capaces de percibir, ¿Siempre terminamos escuchando todo aquello que estamos acostumbrados a escuchar, o en su defecto lo que queremos escuchar? Lo mismo ocurre con las relaciones sociales, y las razones por las cuales vemos un ángel en el demonio de alguien más...pero bueno, tú no has venido a eso, ¿verdad?
Pausando su discurso se levanta de la silla y busca dirigirse hacia Darsey, tomándolo de los hombros y dirigiéndolo hacia el instrumento que tan solo unos instantes atrás estuvo ocupado por ella. Con mucho cuidado le invita a tomar asiento, aventurándose a guiar a las teclas del instrumento los brazos ajenos mediante roces medidos.
—Hay dos cosas básicas, trascendentales, que es necesario que conozcas para poder tocar un instrumento con gusto. Con gusto, por supuesto, porque claro, para aquellos con virtudes técnicas puede ser posible aprender fácilmente a evocar melodías bellísimas en sus instrumentos, pero mientras no exista ese cariño intrínseco por la música su travesía carecerá de sentido. Entonces... —Las manos de Sonera son suaves y juguetonas, a veces sin algún tipo de intención (solo a veces). Con una aterradora dulzura e inocencia, se aventura a jugar un poco con los dedos de su compañero, masajeándolos y guiándolos a través de las teclas. —Los conocimientos técnicos son necesarios; de eso no puede caber alguna duda. Es importante conocer el instrumento, y si es posible, familiarizarse con la gramática musical. Pero más importante aún que eso es conocerte a ti mismo, tus pasiones y aspiraciones, y como veo que esas son cosas que tienes clarísimas, solo te falta contextualizarlas un poco. —Ella se inclina, acercando su voz a uno de los oídos de su compañero. —Cierra tus ojos un momento, y deja que maneje tus manos. Bajo mi guía tocarás una cortísima y sencillísima canción; acordes con tu mano izquierda, melodía con tu mano derecha. Tú tranquilo, solo déjate llevar. Imagínate una situación familiar y muy agradable. ¿Tal vez un partido de una de tus pasiones, sintiendo la gracia de la victoria a tu alcance? ¿Tal vez una grata memoria con una persona querida? Solo piensa en ella e imagina, ¿qué es lo que en esos instantes escuchas, o quisieras escuchar? ¿y las notas que afloran de tus dedos ayudan a hacer tu recuerdo más agradable, o más vívido?
Su acercamiento no es del todo inocente. Sonera es una persona que se ha encargado de conocer la música un tanto más a fondo de lo ordinario, y más allá de reconocer que en el tema de ondas puede competir muy facilmente con las eminencias en física, ella ha buscado estudiar todos los fenómenos relacionados con el sonido. La melodía que permite que Darsey toque bajo su guía no es una canción convencional; en su repertorio guarda frecuencias que muy en concordancia se encuentran con las frecuencias neuronales, y por tanto es una canción un tanto estimulante. Por otro lado, el hecho de que tomara sus manos entre las suyas, y de manera cautelosa haya encontrado la manera de apoyar su cuerpo por completo en el de su compañero tiene intenciones completamente puras, -ya, en serio Sonera es una profesora muy seria en sus clases- su pretención es percatarse de esas frecuencias particulares que mayor estímulo presentan en su estudiante, expresada mediante pequeños cambios en su ritmo cardíaco o la uniformidad en su respiración. Aunque claro, esas son intenciones que Darsey desconoce.
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Re: Do, Re, Mi, y lo que sigue [Privado Sonera]
Observé curioso a la profesora mientras exponía esa aparente verdad, algo en lo que no me había fijado nunca.-Pues no, no me había dado cuenta... Pero supongo que siempre se aprenden cosas nuevas.-comentó con la cabeza medio ida, pensando en ello. La mente humana podía llegar a ser muy compleja. Que vale, yo no era humano, pero por lo que sabía, me habían creado con la intención de ser lo más parecido a uno de ellos. Obviamente no era lo mismo... pero oye, se intenta. ¿Aunque eso sucedía con todo el mundo? ¿Hasta con las especies que no eran llamadas "inteligentes"? No me imaginaba a una oruga intentando prestar atención a los ruidos que lo rodeaban por placer, pero, por ejemplo, sí a un minotauro. Nunca había conocido a ninguno, pero deducía que ellos sí que podían hacer eso. Ah... qué ganas de poder investigar ya y saber de dónde salí, por Dios... Sea quien fuere ese tipo, claro. Había oído hablar mucho de él, pero todavía no tenía muy claro qué papel tenía en la vida de la gente. Era una deidad, eso lo sabía... pero mi conocimiento en ese tema, como en casi cualquier otro, era limitado. Me apunté mentalmente buscar la definición de "Dios" más tarde.
Me dejé guiar por la mujer sin ningún problema, lleno de curiosidad por la forma de moverse de Sonera. A simple vista podía parecer que se estuviera insinuando, pero a mí me parecía más bien que se movía de una manera más... sincera, de corazón, sin pensar demasiado. No lo explicaba bien y seguramente estaba equivocado, pero la cuestión es que no me molestaba para nada. Aunque me pilló de improvisto cuando empezó a masajearme los dedos, guiándolos por encima de las piezas monocromáticas de memoria. Se me erizó la piel de la nuca con los susurros, aunque aparte de una sensación algo extraña en la oreja, no encontré ningún percance en obedecer. Cerré los ojos y traté de localizar un momento feliz en mi memoria que sirviera para la ocasión. ¿Cuando conseguí el primer título en kendo? No, eso no. Demasiado violento, y estaba ligado a cosas demasiado desagradables de recordar. ¿La primera vez que tuvo novia y se besaron? No estaba mal, pero fuera del calentón del momento, no viví nada en especial. ¿Los chicos del primer equipo de voleibol en el que participé? Ese era bueno... muy, muy bueno, a decir verdad. Pero no lo suficiente. Al recordarlos los añoraba, y esa suave melancolía que traía la morriña no me pareció adecuada.
El siguiente recuerdo me hizo sonreír. Pocas semanas después de haber escapado de las instalaciones (que para mí eran una cárcel, por mucho que lo negaran) pasé por la costa y vi el mar por primera vez. Había mucha corriente, y lo más cercano que quedaba era un acantilado enorme desde el cual no me atreví mirar el choque de olas por miedo a caer, así que la idea de bañarse era, por lo menos, estúpida. Sin embargo me senté en el suelo, observé el horizonte, y me quedé embobado hasta que se hizo noche cerrada. Es difícil darse cuenta de algo que no conoces, pero en ese momento descubrí que nunca había "vivido". Me había limitado a acatar órdenes, sin voz ni voto en nada de lo que hacía. Por primera vez, me sentí realmente... libre, sin tener que depender de nadie más. No mucho después echaría de menos esa sensación de seguridad que sentía sabiendo que cuidaban de mí, pero ni aun así quise renunciar a esa creciente felicidad.
Encariñado por ese recuerdo esperé a que Sonera empezara a tocar la melodía, nervioso por no saber qué iba a salir de todo aquello. Con un poco de suerte hasta sonará bien...
Me dejé guiar por la mujer sin ningún problema, lleno de curiosidad por la forma de moverse de Sonera. A simple vista podía parecer que se estuviera insinuando, pero a mí me parecía más bien que se movía de una manera más... sincera, de corazón, sin pensar demasiado. No lo explicaba bien y seguramente estaba equivocado, pero la cuestión es que no me molestaba para nada. Aunque me pilló de improvisto cuando empezó a masajearme los dedos, guiándolos por encima de las piezas monocromáticas de memoria. Se me erizó la piel de la nuca con los susurros, aunque aparte de una sensación algo extraña en la oreja, no encontré ningún percance en obedecer. Cerré los ojos y traté de localizar un momento feliz en mi memoria que sirviera para la ocasión. ¿Cuando conseguí el primer título en kendo? No, eso no. Demasiado violento, y estaba ligado a cosas demasiado desagradables de recordar. ¿La primera vez que tuvo novia y se besaron? No estaba mal, pero fuera del calentón del momento, no viví nada en especial. ¿Los chicos del primer equipo de voleibol en el que participé? Ese era bueno... muy, muy bueno, a decir verdad. Pero no lo suficiente. Al recordarlos los añoraba, y esa suave melancolía que traía la morriña no me pareció adecuada.
El siguiente recuerdo me hizo sonreír. Pocas semanas después de haber escapado de las instalaciones (que para mí eran una cárcel, por mucho que lo negaran) pasé por la costa y vi el mar por primera vez. Había mucha corriente, y lo más cercano que quedaba era un acantilado enorme desde el cual no me atreví mirar el choque de olas por miedo a caer, así que la idea de bañarse era, por lo menos, estúpida. Sin embargo me senté en el suelo, observé el horizonte, y me quedé embobado hasta que se hizo noche cerrada. Es difícil darse cuenta de algo que no conoces, pero en ese momento descubrí que nunca había "vivido". Me había limitado a acatar órdenes, sin voz ni voto en nada de lo que hacía. Por primera vez, me sentí realmente... libre, sin tener que depender de nadie más. No mucho después echaría de menos esa sensación de seguridad que sentía sabiendo que cuidaban de mí, pero ni aun así quise renunciar a esa creciente felicidad.
Encariñado por ese recuerdo esperé a que Sonera empezara a tocar la melodía, nervioso por no saber qué iba a salir de todo aquello. Con un poco de suerte hasta sonará bien...
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Re: Do, Re, Mi, y lo que sigue [Privado Sonera]
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