Godric Lynn

Sebastian en su forma humana tiene la apariencia de un adulto joven entre 21 y 25 años humanos, mide 1,80 y posee un cabello corto con un flequillo que tapa un tercio de su rostro pero da suficiente espacio de visibilidad. Como todo buen hombre elegante porta un esmoquin negro, camisa blanca y zapatos negros, con su respectiva corbata y guantes a la par. También lleva un reloj de bolsillo hecho de plata. En climas fríos suele usar un largo abrigo negro hasta los tobillos. De natural tiene las uñas negras, los ojos rojos con las pupilas rasgadas, como las de un gato, y los colmillos algo más largos que los humanos. Su rostro es alargado, con las facciones suaves y muy atractivas, y suele lucir una sonrisa juguetona que impide saber con precisión lo que está pensando. Es de complexión delgada aunque robusta, sin nada que haga pensar que posee, como todos los demonios, una fuerza sobrehumana. Es elegante, sin hacer movimientos bruscos casi nunca, y parece hacer todo con gracia, como si siempre tuviera un plan en mente. Sus sonrisas son suaves, encantadoras, siempre adecuadas. Sin embargo también pueden lucir bastante vacías, por lo que cuida mucho esos detalles. Sus ojos, finos y algo rasgados, y según cómo le dé la luz pueden ser los más amables o bastante siniestros, pues no termina de quedar claro si odia o acepta a la gente. Tiene las orejas ligeramente más pequeñas que la media, sus labios son delgados y tiene las pestañas largas. En general, y pese a tener detalles algo femeninos, su apariencia es bastante masculina y atractiva.

En su forma real es diez centímetros más alto -aproximadamente, tiene tanto pelo que es difícil de saber-, con el cuerpo cubierto de escamas menos por la cara, parte del cuello y el torso. No son suaves y agradables como las de un pez: son rugosas, de tacto muy desagradable. Las uñas le crecen un par o tres centímetros, uniéndose a la piel tanto que parecen ser lo mismo. Son resistentes, difíciles de romper pese a su delgadez. Su cabello crece considerablemente, prácticamente rozando el suelo, con plumas aquí y allá que nacen de la misma forma. Al contrario que en su forma humana es mucho más rebelde y alocado, aunque sorprendentemente suave. De hecho, crece tan desigual que varios mechones superan por uno o dos metros al resto, creando el efecto de una cola, aunque realmente no tiene ninguna. Sus hombros están cubiertos de plumas, algo por encima del nacimiento de dos grandes alas algo rasgadas por antiguas heridas, pero que siguen permitiéndole volar por largo rato. Todo él se vuelve aún más calmado, sonriendo tan suavemente que parece ser su eterna expresión, que, junto a sus ojos ligeramente entrecerrados, imposibilitan saber, de nuevo, qué está pensando. En su cabeza aparecen dos cuernos a cada lado curvos y no demasiado grandes, algo por debajo de otros dos, mucho más pequeños y delgados. En esta forma tiene los colmillos todavía más largos -tanto los superiores como los inferiores- y los ojos tan oscuros que no se distingue la pupila. Es prácticamente monocromático, con la tez aún más pálida y todo su cuerpo de un intenso y profundo negro. Su cara queda algo más redondeada, aunque con los rasgos igualmente suaves y agradables.

Si se medio transforma (sólo adquiere una parte de su aspecto original), tan sólo adopta las uñas largas y los cuernos. Los ojos le brillan un poco más, pero el resto de su cuerpo se mantiene igual.

Forma humana:

Forma real:

La fecha de su nacimiento nunca ha estado demasiado clara. Más o menos se sabe el día porque coincidió con la destrucción de un pueblo cercano, pero God no sabe mucho más aparte de que tiene más de tres mil años. Así pues nació, se crió y creció entre pequeños demonios, viendo siempre a sus padres crear dolorosas catástrofes y acabar con miles de vidas de un único golpe. Él, aunque ciertamente siguió sus pasos, no se sintió del todo conforme con ello. Siempre descubría algo más tranquilo que le gustaba más. Así pasaron los años, las décadas, los milenios, sin rumbo ni nada que le diera un sentido especial a su vida. Sin embargo una noche entró en una vieja cabaña de un fabricante de muñecas para poseerlo por puro aburrimiento, pero no llegó a completar la faena, pues se topó con algo que le cambiaría la vida para siempre. Allí, en un rincón, sobre una mesa polvorienta, descansaba una hermosa muñeca de porcelana, tan blanca y pura como parecía serlo la luz de las estrellas. Quedó prendado de ella en cuanto la vio, y su corazón pareció latir por primera vez. Con sus poderes le dio vida, deseándola a su lado más que a nada. Era una vida falsa y, en teoría, vacía, pero prefería eso a un objeto inerte que no podía siquiera mirarlo por voluntad propia. Sin embargo, ya fuera por el apego que le tenía o por la naturaleza del hechizo la muñeca no solo adquirió cuerpo humano, sino que "nació" con la capacidad de sentir como uno. Con los años este hecho se fue haciendo más notorio, hasta que, menos por algunas partes que seguían siendo artificiales, sus emociones eran tan fuertes como las de un humano común. Rápidamente el sentimiento de amor se volvió mutuo, y las campanas de boda no tardaron en sonar. Desde entonces, más de mil años después, viven y trabajan juntos, casi pareciendo el modelo de pareja perfecta. Llegaron a Solche en una de sus tantas mudanzas, siempre buscando sitios donde pudieran trabajar más o menos juntos.