Forgive but never forget [White's ID]

Allá por el siglo XVIII cierto accidente volteo de cabeza a una ciudad entera, escondiendo hasta la actualidad que causó todo ese desastre. La historia de White comenzó allí, en la pintoresca Europa, sun poder ser precisos de donde pudo recordar por primera vez. El primer recuerdo lo lleva a un baño de sangre bajo su cuerpo, cientos de personas corriendo para salir de una inmensa capa y el llano de los payasos que perforaba en sus oídos, después sólo un silencio espectral y la oscuridad creciente en su visión. Pasó un día completo y White se despertó, al abrir sus ojos miró un techo blanco y una luz que entraba por una enorme ventana a su derecha, causando un malestar visual. Se acomodó en lo que parecía ser una camilla pero se sintió muy extraño, algo no estaba bien, su espalda ardía como su las llamas llamas lo envolvieran, tenia un torso y piernas que punzaban al moverse, incluso pudo posar sus manos frente a su rostro para soltar un gran grito de terror. White, desesperado, trato de moverse pero solo cayó contra un frío suelo de madera. Un hombre pronto se presentó en ese pequeño cuarto tras escuchar los gritos del conejo, apenas llegó tuvo que devolver a su paciente a la cama para tratar de explicar lo acontecido... White estaba horrorizado, no recordaba ser un humano, es mas, no recordaba nada, no sabia que era, no sabia que pasaba, su vida pasada y lo que lo llevó con aquel médico era un misterio que hasta ahora no se revela.

Aún herido pero sin riesgo vital escapó del recinto para trato de regresar al lugar de los hechos, pero no era un conejo afortunado y no tenia ninguna dirección que tomar. Las palabras palabras del hombre resonaban en su cabeza, ¿Cómo que era el único sobreviviente? Según el relato encontró a White tendido en el suelo, bajo un charco de sangre y con heridas muy graves; a su alrededor sólo quedaban los cadáveres de un circo completo, el cual era famoso por albergar los más extraños fenómenos.  Estaba solo y como si eso no fuera lo suficientemente malo, no era precisamente alguien normal, por lo que no demoró en captar las curiosas miradas de la gente en las calles, los murmullos no tardaron en aparecer mientras aceleraba el paso y su corazón retumbaba. No tenía ropa, pero no estaba a tanto de que la necesitaba hasta que comenzó a sentir el frío de las calles, no podía hacer nada más que correr y buscar refugio. Pensó en volver a esa habitación cálida, pero tampoco recordaba el camino, y ahora lo único que le quedaba era pensar quien rayos era.

Consiguió llegar a un parque ya de noche, había trepado una reja para poder ingresar, seguía asustado y a esas horas el hambre y frío eran inevitables. El dolor en su cuerpo era algo que recién ahí pudo considerar, no tenía fuerzas para caminar y solo deseaba dormir y esperar que esto fuera irreal, despertar y recobrar sus memorias, que ese sentimiento de culpa, y esa sensación de tener que saber algo desaparecieran, quedando dormido al pie de un árbol mientras abrazaba sus piernas y sus orejas reposaban sobre su cuerpo. A la mañana siguiente, fué despertado por un hombre de cabello canoso y bigote, el conejo apenas si se movió, sentía curiosidad y temor por ese sujeto. El hombre le extendió su mano y con una amable expresión le dedicó unas unas suaves palabras: "No me temas, pequeño". Las lágrimas cayeron como un río en desbocado, lleno de miedo, sintiendo que deseo escuchar palabras dulces toda su vida.

White mostraba tener unos cinco años en ese entonces, y no le tomó mucho aprender de la peor manera que tan crueles pueden ser los humanos con los seres diferentes a ellos. El conejo fue tratado como una mera mascota, se le educó para servir a los humanos y para aceptar cualquier clase de castigo o solicitud. Su palabra no valía salvo para acatar las reglas, aceptó su nuevo rol en la sociedad y nunca se preguntó si esa debía ser su realidad pues ni una pequeña memoria volvió a su mente. Creció cumpliendo los caprichos de aquel hombre, en un inicio partió como un simple show para sus invitados y con el tiempo pasó a ser un sirviente muy especial. White al ser extremadamente obediente y educado, poco a poco comenzó a tener ciertos privilegios, uno de ellos fué acceso a la educación básica para poder hablar y leer apropiadamente. Gracias a esa educación despertó interés por la lectura y con ello las ansias de leer los libros de su dueño, pero siempre tuvo presente que nació para el uso de los seres humanos, eso siempre lo tuvo presente.

Se volvió un joven muy inteligente y docto en diversas materias, entendió finalmente que si él hacía bien sus deberes su amo le recompensaría con más y más conocimiento. Aquello impulsó al conejo a satisfacer a su ya anciano amo. Para cuando White cumplió dieciocho años al servicio del hombre este ya estaba en sus últimos momentos, y el conejo no parecía envejecer desde hace pocos años; jamás había llamado por su nombre al sujeto, siempre le dijo "amo" o "señor", pero en el último momento de su vida se atrevió a pronunciar una breve frase: "Gracias por todo, señor Anthon". El hombre soltó un gran suspiro tras mirar con detenimiento a White, supo que este no le tenía rencor, es más, decía tales palabras con toda la sinceridad que alguien podría tener en su alma, lo que lo llevó a arrepentirse por no tomarle el debido cariño, falleciendo sin poder disculparse.

El conejo tomó las cosas que le habían comprado con los años y por ende, consideraba suyas y se marchó de la casa, lo poco que quiso llevarse cabía en una maleta, la cual llevó durante algunos días mientras vagaba en la ciudad. No supo que hacer ahora que estaba sin dueño, el tenía la costumbre de seguir las órdenes y de tener a alguien a quien proteger, mas ahora no poseía nadie que le necesitase. Aunque su propósito había terminado seguía pensando en lo que no podía recordad, viviendo siempre con la sensación de que olvidaba algo importante. Fue entre tantas ideas que término perdido en las largas calles de la ciudad, vagando por varias horas por todo tipo de lugares. Después de un tiempo se topo con un hombre que, a pesar de su habilidad de desaparecer lo detectó. Se acercó hasta White y con una sonrisa le ofreció descubrir "que era".

Los años pasaron y ahora tenía un nuevo hogar, con un nuevo amo que resultó ser nada mas y nada menos que un brujo de ya cientos de años. El decía nunca haber visto nada como White, sobre todo porque detectaba aquel ser que era en verdad. Ahora el conejo fue bien educado por años en distintas ramas mientras viajaba de ciudad en ciudad, pueblo por pueblo, junto su querido amo. Cada día aprendía algo nuevo, pero las extrañas pesadillas comenzaban a invadir sus noches cada vez con más frecuencia. ¿Qué pesadillas? No las entendía, a veces veía a gente gritar de terror a su alrededor, otras escuchaba lamentos y otras sólo se encontraba en el suelo de un enorme circo, oscuro, con las risas de los payasos como música de fondo. Con el tiempo entendió que eran pequeñas memorias que robaban por regresar, después de todo el venía de un circo según lo que le habían dicho, todo conducía a eso.

Incontables aventuras llenas de tragedia y magia de todo tipo fueron vivida en carne y hueso por el conejo blanco, apodo que ahora portaba con orgullo tras ser educado a manos de un excelente mago. A pesar de su devoción a este y el cariño que tenía tuvo que separarse después de varios años sirviendole. No importaba lo que le pasará, su misión era resguardar la vida de aquel hombre, agradecido hasta el más oscuro rincón de su alma. No sólo descubrió habilidades estando junto a él, también descubrió su verdadera forma de la manera mas terrible posible en una historia ya olvidada por muchos, pero no por White. En una de las ocasiones en las que hirieron a su amo algo en el despertó y su cuerpo sufrió de una transformación total. Sus emociones estaban al borde en ese momento, la impotencia por no poder hacer nada y el miedo de ver morir a tan esplendorosa persona, la furia y el temor se mezclaron y en unos segundos todo estaba en blanco otra vez. Cuando volvió a abrir sus ojos sólo había sangre y cuerpos mutilados por todas partes, la mugre mezclada con el líquido carmesí y órganos de otros... Ahora todo tenía sentido.

Si bien el mago no le temía a White sabía que era un peligro para el por su verdadera naturaleza, siendo el atacado al igual que los demás pero manteniendo ese dato en secreto. Pudo salvarse por ser el último en la vida y una fuerte barrera mágica, pero ya no podía tener al pequeño conejo a su cuidado. Aunque no podía evitar sentir duda, ¿qué era? Su forma humana, o semi-humana no era la real y lo comprobó poco después, y por alguna razón al conejo le resultaba tedioso convertirse en la gran bestia que casi término con su vida. Aunque le tuviera un amor a su leal sirviente debía exterminarlo, pero no lo haría el, o no, claro que no, no podía ni mirarlo a los ojos sabiendo lo que planeaba.

Una noche en la que White despertó tras otra pesadilla se aventuro por los pasillos de la enorme casa en donde se hospedaba por ahora una pequeña conversación llegó a sus oídos, no era su intención escuchar más su sentido del oído era demasiado astuto para evitarlo. Menos mal que llego a saberlo, entre la oscuridad de la noche su tan amado amo se disponía a huir y dejar al pobre conejo a su suerte en ese mundo cruel y despiadado, bajo las estelas pintadas en el manto carbón desaparecería para jamás volver. Pero no era todo, también comenzaba el "juego para matar al conejo", así es como lo interpretó el ahora decepcionado sirviente. Todos esos años de estudio y cuidado no fueron nada, había sido traicionado y ahora quien sabe que le buscaría, que le hacecharía cada vez que pusiera un pie fuera... Ni siquiera estaba seguro en ese lugar y era tiempo de actuar por su propia cuenta y jamas olvidar de nuevo.

Bajo la traición que golpeaba su corazón tomó sus pocas pertenencias y huyó de la misma manera en que lo hizo su amo, sin mirar atrás por el temor a que alguien lo encontrará y terminara con su vida. Habían pasado más de mil años en los que fue leal como un perro pero astuto como un zorro, aprendió no sólo de su amo, sino de cada persona que se cruzaba en su camino y era hora de aplicarlo. Se dedicó a huir de lo desconocido, por años viajando esta vez en soledad y de vez en cuando se encontraba con entidades que definitivamente querían acabar con el conejo blanco. Afortunadamente pudo escapar en cada ocasión, con heridas de gravedad en ocasiones, pero libre. Fue así como su camino le abro las puertas a cierta institución académica, en la que esperaba ampliar su conocimiento y de paso esconderse de aquellos que aún le buscan.