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(Alimentalos(?))
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Absolutamente todas las tablillas utilizadas en el foro fueron creadas por el staff, y únicamente para nuestro foro. Muy por el contrario, ninguna de las imágenes nos pertenece, aunque todas han sido editadas en photoshop por el Staff. Las imágenes han sido sacadas de Zerochan, Pixiv y Deviantart. Los físicos de Galamoth son de "Nafah" en deviantart también.
Agradecemos a foroactivo por los tutoriales. Por último especificamos que todo el material que los usuarios posteen aquí pertenece solo al usuario. El plagio no será tolerado, sean originales, por favor.
Quiero agradecer primordialmente a mi staff, que ha sido quien me ha motivado a seguir con este proyecto. Agradezco especialmente a Kashia Bythesea por ayudarme a buscar las imágenes para variadas labores, siempre muy dispuesta. Agradezco especialmente Darsey O. Gobin por impulsarnos a salir adelante incluso aunque los tiempos se vean difíciles y comencemos a cansarnos. Así es como se sale adelante: en equipo y con amor.
Por último y muy importante agradezco a todos los usuarios que han mantenido a este foro vivo, muchas gracias.
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The Breakfast Club (Flashback - grupal)
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Nathan Reynolds
Kaim von Stauffenberg
6 participantes
Solche Prestige :: Edificios :: Salones
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The Breakfast Club (Flashback - grupal)
Viernes. Un delicioso viernes al garete por culpa de unos cuantos chiquillos que habían decidido hacer Dios sabe qué para merecerse un castigo a esas horas. ¿Y por qué tenía que vigilarlos yo? Porque mi estúpida máscara alegre y amable no podía negar peticiones. Claro que no. Porque eso era "adorable" y "encantador" y por ende debía hacerlo. Hasta el moño estaba ya de esas cosas. Pero calro, uno tenía que mantener las apariencias y fingir que lo habían sacado de una película de Disney para que no sospecharan. Seguramente los de crímenes de guerra ya se habían olvidado de mí... pero no podía arriesgarme. Al contrario que... bueno, que los humanos, yo sí tenía cientos de años que perder. No estaba muy seguro de cuales eran las condenas para esa clase de crímenes, pero si a mí me caía la cadena perpetua más me valía morirme. Tenía ciento ocho y no aparentaba más de veinticinco. A saber cuántos tendría para cuando tuviera, al fin, cuerpo de anciano.
-Buenas tardes, chicos.-saludé la mar de alegre, como solía. Llevaba tanto tiempo ya haciéndolo que incluso se me hacía extraño no fingir estando en casa. Por suerte tanto Minna como Lucius me recordaban quién era... Dios me libre de olvidarlo algún día.-Bueno, ya sabéis las normas. Os tendréis que quedar aquí por lo que queda de tarde. No habléis ni molestéis.-recordé dejando mi tarro de tierra sobre la mesa, junto a unos cuantos libros, con la sonrisa que me caracterizaba. Era dulce, encantador. Parecía una de esas personas que o caían rematadamente bien o condenadamente mal. Sospechaba que con esos niñatos no iba a salir nada bueno, pero no temía. Sabía que si se pasaban de la raya tenía vía libre para controlarlos como hiciera falta. No pensaba aburrirme, así que al menos la lectura la tenía asegurada. Con un poco de suerte, se estarían tranquilitos las tres horas que quedaban sin causar problemas. Con un poco de suerte.
-Buenas tardes, chicos.-saludé la mar de alegre, como solía. Llevaba tanto tiempo ya haciéndolo que incluso se me hacía extraño no fingir estando en casa. Por suerte tanto Minna como Lucius me recordaban quién era... Dios me libre de olvidarlo algún día.-Bueno, ya sabéis las normas. Os tendréis que quedar aquí por lo que queda de tarde. No habléis ni molestéis.-recordé dejando mi tarro de tierra sobre la mesa, junto a unos cuantos libros, con la sonrisa que me caracterizaba. Era dulce, encantador. Parecía una de esas personas que o caían rematadamente bien o condenadamente mal. Sospechaba que con esos niñatos no iba a salir nada bueno, pero no temía. Sabía que si se pasaban de la raya tenía vía libre para controlarlos como hiciera falta. No pensaba aburrirme, así que al menos la lectura la tenía asegurada. Con un poco de suerte, se estarían tranquilitos las tres horas que quedaban sin causar problemas. Con un poco de suerte.
- Rumores:
- La vasija del mal:
- "¡Dios, qué mal rollo!" "¿El qué?" "Estaba hablando con el Yonny y me ha dicho cosas muy chungas de su profe de sociología..." "¿El rubio aquel supermajo?" "Sí, ese" "¿Y qué pasó?" "Pues que el otro día estaban paseando unos amigos por el campus, pero era tarde así que no habían muchas personas cerca, cuando se toparon con el profe ese. Tropezó y el jarrón se le cayó al suelo. No se rompió, pero de dentro salió algo raro..." "¿Qué era?" "Aseguran que vieron un ojo salir rodando por el suelo" "No me lo creo" "¡Te lo juro! ¿Qué otra razón crees que puede haber para que se esté toooodo el día con ese trasto encima? De noche seguramente sale y se carga a algún humano, vuelve aquí, y hace como si nada. Fijo que tiene experiencia en no dejar rastro o algo así" "Bueno... sí que es verdad que corren bastantes rumores sobre él..." "Lo que te decía, ese tío está loco. Fijo que tiene todo de pruebas de los asesinatos ahí guardados como recuerdos. Igual hasta se pone cachondo al verlos" "Fua, pues como sea así de verdad..."
- Hija incestuosa:
- "Pffff... tío, cada vez Kaim me da más miedo." "¿Y eso? ¿Qué ha hecho ahora?" "Pues mira, que el otro día estaba yendo para clase, y vi que hablaba con una chica bastante... íntimamente." "¿Ese tío se lía con sus alumnas? Será animal, el puñetero..." "Eso pensé yo, pero luego hice mis investigaciones y descubrí que era su hija" "Ah, ¿que alguien estuvo dispuesto a acostarse con él?" "Eso espero, porque lo veo capaz de cualquier cosa por un polvo, la verdad sea dicha. Pero... yo creo que la cosa va más allá de eso" "¿Qué quieres decir?" "Pues que... vamos a ver, si estaban tan pegados, hablando en un rincón para que nadie los viera... Digo yo que será por algo, ¿no?" "¿Quieres decir... que se acuesta con su hija?" "Hombre, yo no descartaría la posibilidad... Quizá nos miente a todos para que creamos que son familia cuando no son más que amantes encubiertos, o quizá fingen no ser más que profesor-alumna porque el incesto y eso no está bien visto..." "Jopé... pues espero que los pillen pronto, porque eso es enfermizo" "Ya ves, tío".
- El puto de los exámenes putos:
- Bueno, como se me ha borrado y me da MUUUUCHA pereza escribirlo de nuevo, resumiré la conversación de los gossip. Kaim tendrá entre cien y ciento veinte alumnos en total, clase arriba clase abajo, pero entre todos los cursos le aprueban... diez personas, a lo sumo. Lo que especulan, como es normal en estas situaciones, que es que aquellos pocos elegidos para sacar un cinco y da gracias han tenido que hacer cosas de moral distraída. También creen que la escuela lo sabe pero que prefiere no hacer nada, porque como los humanos no pueden interferir, no hay nadie que "los proteja", de modo que, según ellos, los docentes pueden hacer con ellos lo que les plazca sin esperar consecuencia alguna. Al parecer alguna que otra chica dijo que, cuando les preguntaron qué tenían que hacer para aprobar, Kaim les respondió "creo que ya sabes lo que debes hacer". Finalmente terminaron apostando cuánto tiempo tardaría en obligar a los alumnos a limpiarle el sable por el simple hecho de pasar frente a su puerta.
- El santo con mala leche:
- En este apartado podemos apreciar la sutileza de los rumores y la credibilidad de estos, que aseguran que Kaim es un demonio enviado para matarlos a todo, que hace de profesor simplemente para mantener las apariencias. Algunos no se lo creen, porque se muestra como una persona realmente amigable y encantadora, pero los que han estado en sus clases saben que no es verdad. Aseguran que una chica desapareció sin dejar rastro poco después de haber respondido a una pregunta difícil que Kaim hizo para quedar como el señor. ¿Casualidad? Probablemente, pero ellos no lo creen. También temen por su vasija de tierra, porque además de ser siniestra, les han dicho que una vez a punto estuvo de matar a varios chicos por hablar en su clase.
- Bloody Kaim:
- Se dice que, al igual que con Mary, si enciendes muchas velas negras de noche, en el baño, y dibujas un círculo satánico en el espejo llamando a Kaim tres veces, él aparecerá y te pondrá un suspenso. Y luego se comerá tus entrañas para mantenerse joven y bello el resto de la eternidad. De todos es el que los alumnos se creen menos, pero hay quien prefiere no tentar a la suerte. Que se sepa, todavía nadie se ha atrevido a ver si realmente el profesor de sociología es un enviado de Satanás.
- Turnos:
- -Kaim
-Nathan
Última edición por Kaim von Stauffenberg el Jue Feb 18, 2016 9:55 am, editado 2 veces
Kaim von Stauffenberg- Sexo :
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Re: The Breakfast Club (Flashback - grupal)
Viernes, ese día en el que absolutamente todos los de la universidad decidían tomarse un esperado día de descanso, algunos simplemente se relajarían y otros saldrían aún mas de lo que salen normalmente. Yo era de los últimos y tenía toda la agenda preparada, unas copas, un baile, algun ligue cercano y sexo hasta el amanecer con alguna chica con un disfraz revelador. Todo pintaba perfecto excepto por una cosa en cuestión: Estaba castigado.
Bufé con fuerza mientras me acomodaba en la silla, en aquella pequeña sala, no era importante lo que había echo y aún así esos desalmados habían optado por encerrarme entre cuatro pareces una víspera de Halloween, solo me habían pillado bebiendo un poco, a mi, a unos cuantos mas y seguramente menores, aun que supongo se agravaba cuando pensabas en que ninguno tenía la camiseta puesta, quizás también un poco si empezábamos a contar con que estábamos un poco subidos de tono ¿Pero porque me castigaban a mi? Yo simplemente había aceptado el dinero que me daban esos tipos. ¿Pero acaso eso no era propio de la juventud? Al parecer el profesor al cargo de la ronda esa noche no pensaba lo mismo. Podría haberme escaqueado convirtiéndome en hurón allí mismo, pero seamos sinceros, no había muchos metamorfos de hurón en la universidad, los otros por suerte o desgracia habían huido, los muy cobardes.
Me alcé un tanto, no podía estar mas tiempo quieto, necesitaba hablar, moverme, era como un pez sacado del agua que luchaba por volver a su cauce. Miré entonces al profesor antes de sonreír y levantándome andé rapidamente a su posición hasta apoyarme en la mesa de cunclillas en el suelo y solo poniendo la cabeza sobre la tabla de madera. Si no podía salir al menos me divertiría entre esas cuatro paredes. -Buenas tardes profesor- saludé con inocencia y la pillería pintada en mis rojizos ojos. No le conocía para nada, pero bueno, no era tarde. -Parece que no somos los únicos castigados en la sala ¿Has echo algo malo en el trabajo? ¿Te pillaron tirandole un borrador a algun alumno?-sonreí con cierta sorna -Mira que no tienen corazón alguno, castigar al profesor a pasar la tarde del viernes con unos chiquillos- giré la cabeza hasta que mi mejilla se apoyó contra la fría madera era obvio que hablaba de todos los demás, al fin y al cabo yo era perfecto, en probablemente todos los sentidos. Analicé al que tenía sobre mi vista, si no sabía nada de mí entonces podría intentar salir con buena labia, aun que para mi bien o desgracia muchos ya sabían de mi por unos u otros y no siempre por cosas de verdad. Ensanché la sonrisa mientras recordaba cada una de las cosas que la gente decía sobre mi: el puto de la universidad, el que pagaba a las mujeres embarazadas a desaparecer, el que hacía cualquier cosa por un aprobado, el que fue abusado de pequeño por su familia y el que haría cualquier cosa para quitarte de en medio. Reí un tanto porque poco me importaba lo que pensasen.
-¡Tengo una idea profesor!- comenté sacando la lengua de forma juguetona. -Es viernes, víspera de festivo. ¿porque no nos manda un trabajo de esos para chicos que se portan mal y nos manda fuera? Es desalmado que nos quedemos aquí todos toda la tarde- el piercing tintineó un tanto cuando ensanché aquella sonrisa autosuficiente. -Se la entregaremos el lunes, venga~~-
Bufé con fuerza mientras me acomodaba en la silla, en aquella pequeña sala, no era importante lo que había echo y aún así esos desalmados habían optado por encerrarme entre cuatro pareces una víspera de Halloween, solo me habían pillado bebiendo un poco, a mi, a unos cuantos mas y seguramente menores, aun que supongo se agravaba cuando pensabas en que ninguno tenía la camiseta puesta, quizás también un poco si empezábamos a contar con que estábamos un poco subidos de tono ¿Pero porque me castigaban a mi? Yo simplemente había aceptado el dinero que me daban esos tipos. ¿Pero acaso eso no era propio de la juventud? Al parecer el profesor al cargo de la ronda esa noche no pensaba lo mismo. Podría haberme escaqueado convirtiéndome en hurón allí mismo, pero seamos sinceros, no había muchos metamorfos de hurón en la universidad, los otros por suerte o desgracia habían huido, los muy cobardes.
Me alcé un tanto, no podía estar mas tiempo quieto, necesitaba hablar, moverme, era como un pez sacado del agua que luchaba por volver a su cauce. Miré entonces al profesor antes de sonreír y levantándome andé rapidamente a su posición hasta apoyarme en la mesa de cunclillas en el suelo y solo poniendo la cabeza sobre la tabla de madera. Si no podía salir al menos me divertiría entre esas cuatro paredes. -Buenas tardes profesor- saludé con inocencia y la pillería pintada en mis rojizos ojos. No le conocía para nada, pero bueno, no era tarde. -Parece que no somos los únicos castigados en la sala ¿Has echo algo malo en el trabajo? ¿Te pillaron tirandole un borrador a algun alumno?-sonreí con cierta sorna -Mira que no tienen corazón alguno, castigar al profesor a pasar la tarde del viernes con unos chiquillos- giré la cabeza hasta que mi mejilla se apoyó contra la fría madera era obvio que hablaba de todos los demás, al fin y al cabo yo era perfecto, en probablemente todos los sentidos. Analicé al que tenía sobre mi vista, si no sabía nada de mí entonces podría intentar salir con buena labia, aun que para mi bien o desgracia muchos ya sabían de mi por unos u otros y no siempre por cosas de verdad. Ensanché la sonrisa mientras recordaba cada una de las cosas que la gente decía sobre mi: el puto de la universidad, el que pagaba a las mujeres embarazadas a desaparecer, el que hacía cualquier cosa por un aprobado, el que fue abusado de pequeño por su familia y el que haría cualquier cosa para quitarte de en medio. Reí un tanto porque poco me importaba lo que pensasen.
-¡Tengo una idea profesor!- comenté sacando la lengua de forma juguetona. -Es viernes, víspera de festivo. ¿porque no nos manda un trabajo de esos para chicos que se portan mal y nos manda fuera? Es desalmado que nos quedemos aquí todos toda la tarde- el piercing tintineó un tanto cuando ensanché aquella sonrisa autosuficiente. -Se la entregaremos el lunes, venga~~-
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Re: The Breakfast Club (Flashback - grupal)
Entró al aula cubierta de hojas y tierra, con las rodillas raspadas y el cabello hecho un desastre, sonriente- ¿Taraneh, donde ha estado? -Preguntó el profesor, con el ceño fruncido y los ojos llenos de molestia- ¡Me caí! -Exclamó- ¿Sabe? ¡Creí que iba a morir! Primero hice ¡Boooom! y luego ¡Pash! y luego ¡Zaaas! y al final fue un ¡Booomh! -Explicaba moviendo los brazos de aquí para allá, infantilmente, provocando que una pequeña vena se hinchara en la sien ajena. Estaba molesto, extremadamente molesto. ¿Como podía ser esa idiota la mejor alumna de su clase? ¡Ni siquiera le prestaba atención durante las clases! Esa niña le parecía extremadamente molesta, siempre distraída, torpe e infantil ¡Por favor! Llevaba desde que iniciaron las clases tratando de hacer que herrara aunque fuera una vez, le hacía las preguntas más difíciles, le ponía tarea extra ¡Incluso había hecho exámenes más complejos sólo para hacerla suspender! Nada había surtido efecto. Aparte, claro, de haberse ganado una terrible reputación entre los alumnos, quienes ahora lo miraban y trataban como si fuese un terrible ogro. Sólo logró que la mitad de su clase suspendiera y la otra mitad sacara notas muy bajas, mientras ella, tan tranquila, no había tenido ningún problema en sacar un sobresaliente- La hora del examen ha acabado hace rato. Está suspendida por inasistencia.-Dijo severo, muy contento en su interior por haber conseguido una victoria, por pequeña que fuera. Sin embargo la joven sonrió- Mmh, está bien -Dijo tranquilamente, casi como un "ni modo"- Lo siento, profesor~ -Añadió luego, sin parecer perturbada en lo más mínimo. Aquello solo logró enfurecerlo. Acababa de suspender... ¿¡Porque no parecía triste o molesta!? Apretó sus dientes con fuerza, para luego sonreír- Y como veo que no estás muy arrepentida, supongo que un castigo no te vendría mal. Está tarde te quedarás en el aula de castigos. -La joven peliverde escondió los brazos detrás de la espalda- ¡Esta bien! -Exclamó, aún alegre.
Estaba claro que nadie lograría una victoria sobre la chica cunado se trataba de importunarla, como mínimo no de ese modo. Ella no se molestaba con los demás, no percebia su maldad, sus acciones ocultas. El maestro la guió al aula de castigo, derrotado, de mal humor y callado, completamente callado, marchandose inmediatamente luego de llegar para dejarla a su suerte. La joven abrió la puerta de golpe, con energia, mientras levantaba la mano y decía- Buenas~ -Sin esperar realmente que nadie le respondiera, contemplando como ya había algunas personas allí. Se sentó en una silla y empezó a sacarse las hojas que habían quedado pegadas en su cabello, ignorando totalmente si miradas ajenas se posaban o no en ella. Tarareaba mientras movia las piernas descompasadamente bajo la silla, tomando un pañuelo y sacándose algo de tierra que estaba dipositada en su nariz y mejilla, aunque sinceramente, sin agua seguia algo sucia. Sus rodillas, por otro lado, estaban completamente raspadas y enrojecidas por la sangre, aunque eso tampoco parecía importarle. Estaba sumida en su propio mundo, como de costumbre, por lo que, mientras limpiaba las heridas con el dorso del mismo pañuelo que había usado en su rostro, no se percató de que cierto albino había empezado a hablar con el maestro.
De su bolsa sacó un montón de tiritas de mil colores y estampados. Eran todas infantiles y chillonas, de corazones, de estrellitas, de dinosaurios, de flores, de colores fosforito, de todo. Una gran sonrisa se pintó en su rostro, feliz porque todas le parecían muy bonitas. Antes de pensárselo siquiera dos veces, empezó a cubrirse las rodillas con estas sin importarle si eran todas distintas, simplemente las colocó de forma desordenada y poco atractiva, como si de una niña pequeña se tratara. Cuando ambas rodillas estuvieron completamente llenas las miró muy seriamente para luego sonreír- ¡Uhm! ¡Perfecto! -Aseguró, muy orgullosa de su obra de arte.
Estaba claro que nadie lograría una victoria sobre la chica cunado se trataba de importunarla, como mínimo no de ese modo. Ella no se molestaba con los demás, no percebia su maldad, sus acciones ocultas. El maestro la guió al aula de castigo, derrotado, de mal humor y callado, completamente callado, marchandose inmediatamente luego de llegar para dejarla a su suerte. La joven abrió la puerta de golpe, con energia, mientras levantaba la mano y decía- Buenas~ -Sin esperar realmente que nadie le respondiera, contemplando como ya había algunas personas allí. Se sentó en una silla y empezó a sacarse las hojas que habían quedado pegadas en su cabello, ignorando totalmente si miradas ajenas se posaban o no en ella. Tarareaba mientras movia las piernas descompasadamente bajo la silla, tomando un pañuelo y sacándose algo de tierra que estaba dipositada en su nariz y mejilla, aunque sinceramente, sin agua seguia algo sucia. Sus rodillas, por otro lado, estaban completamente raspadas y enrojecidas por la sangre, aunque eso tampoco parecía importarle. Estaba sumida en su propio mundo, como de costumbre, por lo que, mientras limpiaba las heridas con el dorso del mismo pañuelo que había usado en su rostro, no se percató de que cierto albino había empezado a hablar con el maestro.
De su bolsa sacó un montón de tiritas de mil colores y estampados. Eran todas infantiles y chillonas, de corazones, de estrellitas, de dinosaurios, de flores, de colores fosforito, de todo. Una gran sonrisa se pintó en su rostro, feliz porque todas le parecían muy bonitas. Antes de pensárselo siquiera dos veces, empezó a cubrirse las rodillas con estas sin importarle si eran todas distintas, simplemente las colocó de forma desordenada y poco atractiva, como si de una niña pequeña se tratara. Cuando ambas rodillas estuvieron completamente llenas las miró muy seriamente para luego sonreír- ¡Uhm! ¡Perfecto! -Aseguró, muy orgullosa de su obra de arte.
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Re: The Breakfast Club (Flashback - grupal)
—E-Ey, ¿Po-Podría soltarme? Pu-Puedo caminar perfectamente solo— la súplica fue completamente ignorada por quién le llevaba bruscamente del brazo en ese momento, con un rostro de enfado bastante claro y casi rechinando los dientes, mientras el menor podía sentir como su brazo empezaba a arder, especialmente aquella parte de la cual la mano ajena se aferraba con fuerza, todo para que no pudiera escapar del castigo al que se le llevaba. ¿Y qué es lo que había hecho el joven Morgenstern para que fuera llevado de esa forma, a donde estaba reuniendo a los alumnos castigados? Pues nada la verdad. Él estaba perfectamente bien solo, leyendo unos cuantos libros en su horario libre, cuando este chico más alto, más fuerte, y quién sabe qué otra cosa más, le tomó del brazo y le "raptó", diciéndole mientras que finalmente Gillean tendría su merecido. ¿A qué se refería ese chico? ¿Acaso era por aquellos rumores que empezaban a salir de él? Seguramente éste chico era el novio ése que había sido engañado posiblemente por un metamorfo? Y le habían tirado toda la caña a él, diciendo que había sido su culpa. Esto era bastante jodido; desde que los rumores esos salieron a la luz, su estancia en Solche se había vuelto del asco.
—Tú camina y calla; no te he dado el derecho de hablar durante el camino— no le encontró sentido a esas palabras, porque tampoco era como si ese chico fuera a policía del lugar. Era solo un jodido estudiante normal que venía a joderle la tarde por algo que él no había hecho, pero que de igual manera él estaba de tachado. ¿Por qué tenía que pagar los platos rotos de otros? No lo comprendía, y quería hacerlo de verdad... ¿Por qué habían esparcido esos rumores? ¿Acaso alguien quería perjudicarle? ¿Sería que...alguno de aquellos antiguos estudiantes de las demás academias, había terminado en Solche, y quería volver a molestarlo? Eso no podía ser posible, pero dada la situación...tampoco se podía descartar la idea. —D-Duele, ¿Sabes? N-No sería malo si a-aflojas un poco el agarre— musitó con la intención de que el más alto lo considerara al menos, pero el apretón que le dio en el brazo solo le aseguró que ni siquiera le interesaba hacerlo. Se quejó nuevamente, intentando soltarse del agarre contrario, pero provocando solo que se lastimara más, por lo que no le quedó otra que ceder a ser llevado como…como un perro, tal vez.
El golpeteo a la puerta fue fuerte y molesto, y hasta su abrir dolió en los oídos de Gillean, quién cerró uno de sus ojos a la vez que escuchaba hablar al otro estudiante —Traigo a éste alumno que mandaron a castigo; el maestro dijo que no lo dejara salir bajo ningún motivo—. "Mentiroso", pensó fugazmente, más dejó que aquella palabra quedara en su garganta, dado que tampoco quería que ese chico y sus posibles amigos lo esperaran a la salida. El jalón de su "guardia" le tomó por sorpresa, por lo que al ser jalado hacía adentro, casi tropezó al no estar atento, agradeciendo de alguna manera que no había dado contra el suelo; eso sería demasiado vergonzoso. Miró al maestro que estaba a cargo de cuidarles, e intentó pensar en qué parte de Solche le había visto, o que clase daba, pero prefirió simplemente disculparse con él por la interrupción, y tomar asiento en uno de los segundos puestos que habían, posiblemente en el más alejado de los demás estudiantes. Esperaba nadie se fijara en él en lo que restaba del castigo, y así poder quedarse al margen de toda situación que pudiera llegar a ocurrir. Tomando el bolso que traía colgando a la espalda, buscó su pequeña consola portátil para distraerse un poco, colocándose solo uno de los audífonos al oído, pudiendo así escuchar qué era lo que los demás decían, y así mismo escuchar lo que uno de aquellos estudiantes proponía. —Se supone que un castigo va de quedarse encerrado bajo vigilancia, de modo que nadie pueda salir...Con un trabajo así fácilmente podrían escapar— intentó decirlo lo más bajo posible, más para él que para que los demás escucharan, pero no podía evitar pensar que era una mala idea...Bueno, eso lo decía alguien que no solía gustar mucho de salir.
Volvió a rebuscar en su bolso, a ver si es que tenía algo para comer o lo que sea, y dio con unos caramelos masticables que había comprado en la mañana camino a Solche, los cuales abrió dentro de la mochila y sacó uno, llevándoselo a la boca sin miedo ni disimulo. Vamos, que eran muchos; no se molestaría en dar uno que otro si es que le pedían, aunque mejor aún si es que no lo hacían.
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Re: The Breakfast Club (Flashback - grupal)
¿Perfecto? Esa palabra mísera palabra era la que menos se acercaba a la realidad. Estaba enfadada, mucho, y no me importaba nada demostrarlo; antes que nada ¿por qué tenía que quedarme castigada la víspera de Halloween? ¿No había otras personas a las que molestar? ¿Qué culpa tenía de que unas idiotas de segundo vinieran a hablar conmigo por algún rollo de un tío que no conozco? Imbéciles… aún por encima se quejaban cuando me defendí, como si les hubiera puesto la mano encima… No, eso nunca, lo mejor es decir cuatro cosas bien dichas y que te dejen en paz para siempre, aunque tengo que reconocer que esa jugada no me salió como esperaba porque terminé castigada… mierda.
Bueno, ¿y a quién tenemos por aquí? El profe, un tío con el profe, una peliverde con tiritas de colores por las rodillas y la ropa sucia, y a un tío con los ojos como un gato… Suspiré mientras me sentaba en un pupitre al lado de la ventana, lo mejor era quedarse ahí quieta y esperar a que terminasen aquellas tres horas de sufrimiento lo más rápido posible. Tarea que parecía imposible, a cada poco que me cansaba de mirar hacia las afueras de la universidad, el reloj no avanzaba ni un minuto, ¿e íbamos a pasar tres horas allí? Prefería morir en aquel momento antes que pasar más tiempo encerrada. Había venido a Solche para conseguir la libertad que mis padres no querían darme, ¿por qué me ha durado tan poco?
El chico que estaba apoyado en la mesa del profesor me estaba molestando bastante con todas las tonterías que decía, como si fuera a hacer más trabajos que los que ya me mandan en clase, ¡antes debo reclamar que no hice nada! Pero claro, ¿quién va a escuchar a una cleptómana que ha salido con mas de cien chicos que sus padres echaron de casa al estar en bancarrota y lo único que le consuela es su secreto elixir de la juventud? Por supuesto, todas estas estupideces no son ciertas, pero me afectan más de lo que en un principio pensé a la hora de intentar hablar con los demás.
Tomé aire, me crucé de brazos y conté hasta cinco antes de dar una buena patada al pupitre, haciendo bastante ruido y consiguiendo que me miraran aunque fuera un momento, tal vez haya molestado a la chica peliverde y al chico con mirada felina, pero es que mi poca paciencia había llegado a su límite. Miré directamente al chico del piercing en labio antes de hablar con el tono autoritario que utilizaba con los mayordomos de mi casa. -Me estás molestando, cállate
Bueno, ¿y a quién tenemos por aquí? El profe, un tío con el profe, una peliverde con tiritas de colores por las rodillas y la ropa sucia, y a un tío con los ojos como un gato… Suspiré mientras me sentaba en un pupitre al lado de la ventana, lo mejor era quedarse ahí quieta y esperar a que terminasen aquellas tres horas de sufrimiento lo más rápido posible. Tarea que parecía imposible, a cada poco que me cansaba de mirar hacia las afueras de la universidad, el reloj no avanzaba ni un minuto, ¿e íbamos a pasar tres horas allí? Prefería morir en aquel momento antes que pasar más tiempo encerrada. Había venido a Solche para conseguir la libertad que mis padres no querían darme, ¿por qué me ha durado tan poco?
El chico que estaba apoyado en la mesa del profesor me estaba molestando bastante con todas las tonterías que decía, como si fuera a hacer más trabajos que los que ya me mandan en clase, ¡antes debo reclamar que no hice nada! Pero claro, ¿quién va a escuchar a una cleptómana que ha salido con mas de cien chicos que sus padres echaron de casa al estar en bancarrota y lo único que le consuela es su secreto elixir de la juventud? Por supuesto, todas estas estupideces no son ciertas, pero me afectan más de lo que en un principio pensé a la hora de intentar hablar con los demás.
Tomé aire, me crucé de brazos y conté hasta cinco antes de dar una buena patada al pupitre, haciendo bastante ruido y consiguiendo que me miraran aunque fuera un momento, tal vez haya molestado a la chica peliverde y al chico con mirada felina, pero es que mi poca paciencia había llegado a su límite. Miré directamente al chico del piercing en labio antes de hablar con el tono autoritario que utilizaba con los mayordomos de mi casa. -Me estás molestando, cállate
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Localización : Quién sabe
Re: The Breakfast Club (Flashback - grupal)
Qué fastidio, de verdad era todo un fastidio. Respiró hondo, pasando aquellos orbes verdes como esmeraldas y afilados como agujas por cada una de las paredes y ventanas de aquel burdo edificio, con cierta mezcla exótica entre malestar y picardía bien parada en los ojos, algo le hacía mucha gracia, aún así estaba molesto. Prontamente exhaló sin ninguna prisa, dejando escapar un par de pequeñas llamaradas por sus orificios nasales, sonriendo luego de ello. Iba con un par de profesores detrás, que le escoltaban hasta el salón donde estaría castigado aquel día. Uno de ellos llevaba una cruz en la espalda, misma con la que le apuntaba por si el demonio hacía algún intento de escape. ¿Por qué este escenario, donde parecía que llevaban un reo a su jaula?. Era bastante simple; Abel había estado jugando a derretir o hacer reventar todas y cada una de las ventana de los talleres, simplemente porque estaba aburrido.
Una vez en frente de la puerta, miró hacia atrás sin poder borrar esa sonrisa seductora e infantil, que juraba el muchacho no se arrepentía de nada.
—Señores, fue un placer que me acompañasen hasta aquí, pero de hecho, tengo cosas que hacer, así que hasta la próxima. —Dijo con calma y comenzó a caminar en dirección contraria, hasta ser detenido por un de los maestros, que le apuntó con el objeto de oro y le miró de muy mala gana. Abel frunció el ceño. —Bien.
Después de gruñir volvió hacia la puerta, que abrió con desdén, mirando a todos los que estaban en la puerta. Uno de los maestros miró al profesor dentro de la sala muy seriamente. “Téngale vigilado.” comentó antes de cerrar la puerta tras la espalda del pelirrojo.
La escaneada que les dio a todos fue rápida, algunos llamaban la intención más que otros, pero todos, por una u otra razón, estaban ahí. Observó especialmente fastidiado a la muchacha que callaba al albino.
—No se de donde vengas, cría. Pero acá a nadie le importas, así que no jodas. —Comentó sin intenciones de continuar con la conversación. Comenzó a caminar hacia una de las sillas, pasando por detrás del escritorio donde estaban el profesor y el hurón, pateando con la suficiente fuerza una de las patas de la silla del profesor, haciendo que se rompiese y por lo tanto la silla colapsase. Hecho esto siguió su camino hacia una de las sillas, justo a un lado de la muchachita rara de cabellos verdes. Se sentó y subió los pies en otra de las sillas, mientras miraba las muchas venditas adhesivas de distintos colores en las piernas de la jovencita.
Una vez en frente de la puerta, miró hacia atrás sin poder borrar esa sonrisa seductora e infantil, que juraba el muchacho no se arrepentía de nada.
—Señores, fue un placer que me acompañasen hasta aquí, pero de hecho, tengo cosas que hacer, así que hasta la próxima. —Dijo con calma y comenzó a caminar en dirección contraria, hasta ser detenido por un de los maestros, que le apuntó con el objeto de oro y le miró de muy mala gana. Abel frunció el ceño. —Bien.
Después de gruñir volvió hacia la puerta, que abrió con desdén, mirando a todos los que estaban en la puerta. Uno de los maestros miró al profesor dentro de la sala muy seriamente. “Téngale vigilado.” comentó antes de cerrar la puerta tras la espalda del pelirrojo.
La escaneada que les dio a todos fue rápida, algunos llamaban la intención más que otros, pero todos, por una u otra razón, estaban ahí. Observó especialmente fastidiado a la muchacha que callaba al albino.
—No se de donde vengas, cría. Pero acá a nadie le importas, así que no jodas. —Comentó sin intenciones de continuar con la conversación. Comenzó a caminar hacia una de las sillas, pasando por detrás del escritorio donde estaban el profesor y el hurón, pateando con la suficiente fuerza una de las patas de la silla del profesor, haciendo que se rompiese y por lo tanto la silla colapsase. Hecho esto siguió su camino hacia una de las sillas, justo a un lado de la muchachita rara de cabellos verdes. Se sentó y subió los pies en otra de las sillas, mientras miraba las muchas venditas adhesivas de distintos colores en las piernas de la jovencita.
Abel V. Shvets- Sexo :
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