Lesión por orgullo [Priv. Kishi]

por **Minna von Stauffenberg** Jue Ene 07, 2016 5:08 pm

El invierno había llegado en un abrir y cerrar de ojos, lo que me recordó que ya llevaba en la universidad dos meses, fugaces y bastante agradables. La vida dentro de esos muros era muy diferente a como me lo había imaginado en un principio, más cansada y entretenida al mismo tiempo, inmersa casi siempre en tres actividades fundamentales: estudiar, entrenar y conocer más a mi padre.

Y en eso era en lo que me estaba enfocando en ese momento, entrenar. Al ser invierno los rayos del sol se desvanecían mucho antes, por lo que las horas de entrenamiento se veían acortadas tanto por las bajas temperaturas como por la falta de visibilidad, todavía era demasiado novata -no quería llamarme débil, "al fin y al cabo soy una Stauffenberg" como decía mi padre- como para sentir la tierra sin saber por donde pisaba, y si añadíamos la dificultad de la nieve, todo aquello se volvía una tarea demasiado complicada.

Hacía frío, mucho frío, y lo peor de todo era que no podía abrigarme demasiado, porque sino la amplitud de movimientos necesarios para mover la tierra se veía muy reducido. Así que tomando aire y con gran decisión fui hasta los jardines, donde tras haber quitado la nieve de una pequeña proporción de tierra, me arrodillé y, con las manos desnudas, comencé a formar una imagen en mi mente que intentaba reflejar en la tierra, cosa que no llegó a funcionar. Con el ceño fruncido, intenté una y otra vez hacer el ejercicio que días atrás había funcionado con mi padre, pero por alguna extraña razón, por mucho que lo intentaba, los resultados seguían siendo igual de nefastos. Enfadada conmigo misma y congelada hasta los huesos, decidí volver al dormitorio para calmarme un poco y pensar por qué no había conseguido hacer el ejercicio. En un momento, mientras estaba perdida en mis pensamientos, de alguna forma mi cuerpo perdió el equilibrio, cayendo con todo el peso muerto sobre el pie izquierdo. Me hice un poco de daño en la pierna, pero eso no era nada comparado con el dolor agudo que sentí en el tobillo cuando me intenté levantar. Imposible, a mi alrededor sólo había nieve y no tenía nada para ayudarme a levantar. Miré a mi alrededor y divisé, un poco lejos a un hombre, desesperada, como única opcion viable, decidí gritar pidiendo ayuda

por **Kishi Nakegura** Vie Ene 08, 2016 4:13 pm

El invierno me gustaba y entristecía por partes iguales. Al contrario que la mayoría de personas creía que la estación del amor no era la primavera, sino el invierno. Te invitaba a estar en casa, calentito, al lado de las personas que querías tomando chocolate, leyendo y dormitando en la cama mientras la mañana pasaba de largo. La ropa era más cómoda, el mundo se teñía de luces y color y se respiraba un eterno aire cariñoso. Me era muy difícil ponerme de mal humor en cuanto llegaba el frío. Pero, por otro lado, me recordaba todo aquello que ya no tenía. Gen odiaba el frío. Decía que hacía que los pies se le endurecieran y congelaban, de modo que no podía andar. Se pasaba el día en casa para no morirse de frío, y eso la ponía de muy mal humor. Pero entonces yo la abrazaba, la miraba a los ojos y le apartaba el cabello de la cara. Sonreía y la besaba en la nariz, y entonces ella me dedicaba una de esas miradas que me enamoraban una y otra vez.

Pero, para los dudosos, no me ponía triste porque siguiera queriéndola. Siempre estaría en un rincón especial de mi corazón al ser la primera mujer que amé. Pero no echaba de menos al concepto ella, sino al hecho de tener una familia. Adoraba los niños. Nunca fui tan feliz como cuando sostuve por primera vez a mis hijos en brazos, o les enseñamos a caminar, o me hicieron un dibujo con dedos patosos y cara de artista. Echaba de menos despertarme con pequeños pasos correteando de aquí para allá y la persona que más quería al lado. Antes que espíritu, doctor o criatura era padre, y sentía que llevaba demasiado tiempo solo. Ahora, por suerte, tenía a Célica... pero ella era muy joven. Todavía tenía mucho que descubrir, y no quería ni pensar cuánto tiempo pasaría antes de poder sacar el tema de tener hijos. Si se desmayó por un beso... dios, pasaría una semana en coma, por lo menos. ¡Pero no me entendáis mal! Quería a Célica como el que más. Pero no era el momento. Solo esperaba que en algún momento pudiera formar una familia con ella.

Para bien o para mal, un grito me sacó de mis pensamientos. Corrí hacia la voz de socorro y vi a una chica en el suelo, aguantando una mueca de dolor. Me quité la máscara que solía llevar conmigo cuando salía del hospital y me arrodillé a su lado, preocupado.-¿Qué ha pasado?

por **Minna von Stauffenberg** Vie Ene 08, 2016 5:17 pm

Ese día estaba siendo horrible: primero, era incapaz de mover una tierra que hacía dos días había podido, aun con sus más y sus menos; pero ahora también tenía que lidiar con un dolor insoportable en el pie, ¿y todo por qué? Pude fijarme en la razón una vez que la caída ya se había efetuado, y es que el suelo por esa parte del jardín se había congelado, haciendo que resbalase sin piedad dañándome el pie.

Tras gritar un par de veces escuché el sonido de pasos acercándose, y me asusté un poco al ver una máscara blanca con un largo pico que sólo dejaba visibles los ojos, ¿quién era? Me tranquilicé un poco al ver a un hombre de pelo plateado y rostro amable que se arrodillaba para examinar mi pierna extendida. -Pues resbalé y me hice daño en el tobillo. No soy capaz de levantarme- dije desviando la mirada hacia la pierna y ahogando un grito de dolor al moverla levemente. Maldita sea, ese día estaba siendo horrible.

por **Kishi Nakegura** Lun Ene 11, 2016 12:44 pm

Miré el tobillo, rodeando el pie con suavidad con las manos. No era extraño que, con la de placas de hielo escondidas que había por todo el campus, los alumnos cayeran. De hecho aquella semana ya había tratado a varios de los grupos deportivos que habían tenido la mala suerte de resbalar durante uno de sus entrenamientos. La mayoría de veces no eran más que golpes fuertes en la cadera que con un poco de reposo y algún que otro masaje se iba, pero, obviamente, había casos peores.

-Voy a moverte el pie. Dime del uno al diez cuánto de duele, ¿vale?.-dije antes de mover levemente el tobillo hacia un lado y hacia otro con suavidad. Era probable que solo fuera un esguince, pero debía comprobar que no se tratara de una ruptura. En cualquier caso tendría que llevarla al hospital y atenderla mejor allí. Claro que tendría que ir con mucho más cuidado en el caso de que se le hubiera roto, así que era necesario saberlo. También había la opción de avisar por el busca y pedir que llevaran una camilla, por ejemplo, pero tardarían más en llegar y moverla que ir nosotros por nuestro propio pie. Si no calculaba mal el camino de vuelta, claro.

por **Minna von Stauffenberg** Miér Ene 13, 2016 2:32 pm

No estaba muy segura de si podía ponerle nota al dolor que sentía, ya con el simple roce de su mano en mi pie sentía el tobillo arder en mi interior, latente, como si la sangre que pasaba por allí corría con mayor presión y calor que en el resto del cuerpo. Aquel hombre comenzó a mover el tobillo, primero hacia la derecha, muy lento, había momentos en los que sentía como el dolor disminuía pero a la vez aumentaba aquel calor tan característico y molesto, durante ese pequeño recorrido dije números bajos, siendo el tres máximo. El problema fue cuando empezó el recorrido de la izquierda, en el momento en el que desvió el pie hacia aquel lado sentí un pinchazo en el pie insoportable, un dolor tan agudo que pareió cegarme durante una milésima de segundo. -¡DOCE!- grite, antes de que siguiera por ese camino. El dolor era inaguantable, y aunque esa especie de pinchazo sólo duró unos segundos, apareció otro tipo de dolor, más denso, esparciénodose mucho más lento que el anterior, como si me estuviera quemando por dentro. Era tanto lo que sentía que hasta se me cayeron un par de lágrimas.

En eso se me pasó una idea por la mente ¿qué pasaría si no me pudiera levantar durante un tiempo? El entrenamiento, los paseos... Miré alarmada a quel hombre que seguía examinando mi pie, en espera de lo peor

por **Kishi Nakegura** Mar Ene 19, 2016 3:49 pm

Con suavidad solté su pie y lo apoyé en el suelo, más o menos como estaba antes. Mis ojos, de base gris con escasas brechas naranjas, la reflejaban con tranquilidad. Una de las tareas de los doctores era mantener a los pacientes tranquilos ante cualquier problema o dificultad. Las cosas siempre dolían, pero era especialmente importante mantener la calma. Así era mucho más fácil trabajar y las posibilidades de que las cosas empeoraran descendían bastante. De modo que era muy importante hacerle creer a la gente que era menos grave de lo que realmente era, a menos que fuera tan grave que tuviera que saberlo. Algo liado, quizá, pero de todos modos necesario.

-No te preocupes, es solo un esguince. Con que reposes unos cuántos días y no fuerces el pie el dolor se te irá enseguida.-sonreí relajadamente, levantándome para ayudarla a hacer lo mismo.-Espera un momento...-pedí alejándome unos pocos pasos de ella. Un brillante destello me rodeó por completo, cegando a cualquiera que mirara en mi dirección. Poco después aparecí en mi verdadera forma: un gran tigre blanco. Era medio transparente, de modo que en ocasiones podías ver a través de mí, y era bastante más pequeño comparado con antaño... Pero era mejor que nada. Me sentía feliz con poder retomar mi cuerpo de tanto en tanto, por muy gastado que estuviera.-Sube, iremos más rápido.-le dije a la chica mentalmente, mirándola con intensos ojos naranja.

por **Minna von Stauffenberg** Jue Ene 21, 2016 2:33 pm

¡¿Reposar?! En ese momento se me vino a la mente la imagen de papá, frunciendo el ceño y mirándome con exresión several Vale, podía reconocer que tal vez me dijeran de no entrenar en las partes no cubiertas por el frío, tal vez mi padre me hubiera dicho que mejor me quedase en la habitación repasando... Suspiré con pesadez. Iba a morir.

Me levanté gracias a la ayuda del hombre que, al verme estabilizada, se alejó para transformarse en un enorme tigre de orbes anaranjados y pelaje blanco como la nieve. Me asusté, por poco me vuelvo a caer, por un momento tuve miedo, pero entonces me di cuenta de que su silueta era etérea, algo vaporosa y traslúcida; curiosa, comencé a relajarme mientras lo observaba. Nunca había tenido la oportunidad de apreciar algo parecido, y eso en cierto modo, despertaba un gran interés en mi interior; interés que controlé hasta dejarlo a un lado, aquel hombre-tigre me había ayudado desinteresadamente, y lo mínimo que podía hacer por el era mostrar educación.

Abrí los ojos estupefacta cuando pude escuchar de manera limpia y clara la voz del tigre en mi mente, era la primera vez que alguien se comunicaba conmigo por telepatía, y algo sorprendida asentí varias veces a la vez que me acercaba a aquel extraño individuo, el cual se agachaba para facilitarme la subida. Una vez que conseguí montarme en él me sentí rara, era como si estuviera flotando en el aire, pero sintiendo a la vez cierta... materia que me elevaba varios metros del suelo. Me agarré con fuerza al pelaje casi fantasmal de aquel maravilloso tigre, si es que en realidad era un tigre,y entrecerré los ojos para evitar que el viento helado secase demasiado mis ojos a medida que nos acercábamos al hospital.

por **Kishi Nakegura** Sáb Ene 23, 2016 7:58 pm

Hacía tiempo que no llevaba a nadie encima. Demasiado, quizá. La última vez, si no recordaba mal, había sido muchos años atrás, durante una de esas guerras que nadie había podido evitar. En general, y pese a que instintivamente me veía atraído por las personas que necesitaban ayuda, siempre evitaba las guerras. Los conflictos bélicos lograban causar grandes estragos en mí, y no solo por la obviedades de la situación. Mucha veces solo podía salvar a uno de cada tres soldados o civiles, y yo no podía con ello. Cada pérdida me marcaba como si se trataran de amigos íntimos. Aquel superpoder me había permitido mejorar como médico, haciéndome mucho más observador y preciso, pero, al mismo tiempo, era mi kriptonita. Aun hoy, después de tantos años curando y salvando, no podía soportar la idea de ver morir a alguien. No aceptaba la idea de "hemos hecho todo lo posible". No la quería. Me obsesionaba con lo que había hecho mal y no lograba dormir tranquilo.

Solté un suspiro que quedó camuflado en forma de gruñido animal. Los recuerdos no eran importantes mientras trabajaba. Aun estando en mi verdadera forma, era doctor. El paciente iba por delante de todo, ergo no podía distraerme. Miré a la muchacha de reojo y giré por el camino, yendo a un paso relativamente rápido.-¿Te aguantas bien?

por **Minna von Stauffenberg** Jue Ene 28, 2016 3:57 pm

El aire frío, característico del invierno, se convertía en pequeñas agujas invisibles a medida que aquel enorme lobo aumentaba cada vez mas la velocidad. No se veía, pero el contacto del aire al romperse con el paso rápido del animal hacía que sintiera como si algo fino atravesara mis mejillas sin que yo pudiera hacer algo para evitarlo. En un momento dado probé a llevarme una mano a la mejilla, pero esa terrible opción consiguió que estuviera punto de caerme al no poder aguantar bien el equilibrio; por suerte el doctor no se dio cuenta de acción,¿o tal vez si? ¿Habría gruñido porque le molestaba? No estaba segura, pero casi como por acto reflejo me agarré con mas fuerza a aquel pelaje espectral; todavía era extraño sentir aquel tacto, pero ahora que llevaba un rato montada encima de él, no parecía tan inseguro. Mi vista se desvió hacia sus ojos anaranjados los cuales se toparon con los míos durante una fracción de segundo, para despus volver a escuchar su voz en mi cabeza- Sí, perfectamente. Es más fácil de lo que parece - pensé con la esperanza de que me escuchase. Nunca había probado la telepatia hasta ese día, por lo que no estaba muy segura de cómo debía hablar con él.

De repente se me vino la imagen de mi padre a la cabeza, y a sabiendas de que si se enteraba de mi esguince se iba a enfadar, pregunté, esta vez en alto, aunque no muy convencida, para asegurame de que me escuchaba -¿Vas a comentarle a mi padre sobre la lesión?- de repente me sentía nerviosa, había desobedecido a tía Odelia más de una vez, pero esta era la primera vez que no seguía las órdenes de papá, cosa que me daba un poco de miedo. ¿Qué haría cuando se enterase? ¿Cómo reaccionaría? Todo era un misterio,misterio que no tenía ganas de qu se resolviera

por **Kishi Nakegura** Vie Ene 29, 2016 11:33 am

Aminoré el paso al sentir que caía temiendo que mis prisas por llevarla al hospital terminaran haciéndole todavía más daño. Por suerte no pasó nada, pero decidí que era mejor prevenir que curar. Cosa graciosa, si se pensaba bien. Giré por uno de los caminos perfectamente cuidados del jardín, apenas transitados a esa hora. Los pocos que pasaban no se extrañaban de ver a un tigre translúcido cargando con una niña, lo que decía mucho de los que vivíamos allí. Incluso los alumnos más humanos estaban acostumbrados a ver cosas extrañas. A veces dudaba que pudieran acostumbrarse del todo a esconder sus secretos para el resto de su vida. Luego recordaba que yo lo había hecho por más de dos mil años y se me pasaba. Aunque yo no era un buen ejemplo, puesto que jamás, fuera del tiempo que llevaba trabajando en la universidad, había convivido con seres de mi naturaleza. A decir verdad siempre me había considerado más humano que espíritu.

-Bueno...-musité, desviando la mirada levemente para observar el camino, curtido de flores por nacer y árboles esperando la primavera. Aquel siempre había sido mi paraje favorito de la escuela. Era bello, privado, y perfecto para perderse. Incluso en pleno inverno mantenía un aura especial e íntima. No llegaba al nivel de mi montaña, pero se le acercaba. Respiré hondo en lo que podría haber sido una sonrisa y miré a la chica de reojo-Sería bueno si alguien pudiera asegurarse de que no hay problemas durante la recuperación. ¿Por qué, tienes algún problema con tu padre?-pregunté por si acaso. Cada cual con sus cosas y discusiones familiares, pero tampoco quería provocar una tragedia griega...

por **Minna von Stauffenberg** Sáb Feb 06, 2016 5:41 pm

Noté como la velocidad del tigre disminuyó, haciendo mucho más fácil el ir encima de él, cosa que agradecí. Dejé de apretar tanto su cuerpo, tal vez la apariencia era más bien fantasmal, pero eso no quitaba que pudiera sentir… ¿verdad? Al darme cuenta de que podría estar molestándolo o incluso haciéndole daño, acaricié suavemente la zona donde, segundos atrás, me había aferrado con todas mis fuerzas.

Alcé la vista al cielo tras escuchar su pregunta. La verdad era que por ahora no había ningún tipo de problema, pero no sabía cómo podía reaccionar papá, y en cierto modo, aquella incertidumbre, me ponía nerviosa. Tal vez estaba haciendo una montaña de un grano de arena y no se enfadaba conmigo, pero lo había desobedecido, y me había dejado bastante claro que no entrenara esa semana… Pero si todo lo que hacía era por mejorar… entonces no era malo ¿a que no?
Suspiré perdiendo todo tipo de esperanzas, pero al momento recordé que no le había contestado al tigre. -¡Ah! No… No hay ningún tipo de problema, ¡nos llevamos bien!- ¿nos llevamos bien? ¿Por qué tuve que decir algo como eso? Quiero decir, a aquel médico seguro que no le interesaba cómo me llevaba con mi padre, ¿qué iba a conseguir diciendo eso? ¿Por qué hay veces en las que no me entendía no yo misma? Suspiré de nuevo, lo mejor sería dejar de pensar y que me trataran el tobillo de una vez, empezaba a sentirlo hinchado…

por **Kishi Nakegura** Lun Feb 15, 2016 9:23 am

De haber tenido labios capaces de ello habría sonreído. Parecía una chica muy tierna, pero me preocupaba su reacción. No parecía muy segura al decir que "se llevaban bien". Más de una vez me había encontrado con hombres así. Personas que se creían mejores por más fuertes. Inevitablemente gruñí, frunciendo el ceño. Me asqueaban. Todos aquellos que disfrutaran al hacer daño a los demás... Por mucho que necesitara salvar a todo el que necesitara ayuda, tenía muy claro que si alguna vez alguno de esos cerdoa terminaba en mis manos sería la última de mis preocupaciones. Cerré los ojos unos segundos. Respiré hondo. No podía pensar así. Una vida era una vida, sin importar su pasado. No era mi deber juzgar. Por muy cómodo que me sintiera en mi verdadera forma, era un problema. Demasiados instintos, demasiados impulsos básicos. Me relamí los bigotes al abrir de nuevo los ojos.

-Tu padre...-dije pensativo, buscando las palabras adecuadas-No te hace daño, ¿verdad?-pregunté cauteloso. Era un tema delicado. A menudo las víctimas de agresión evitaban hablar de ello, o fingían alegría exagerada para que nadie sospechara. Pero no solían atreverse a hablar. Les daba miedo, y podía entenderlo perfectamente.

por **Minna von Stauffenberg** Sáb Feb 27, 2016 5:10 am

Ladeé la cabeza al escucharle gruñir, ¿tal vez se estaba quejando porque pesaba demasiado? Desde pequeña tía Odelia había vigilado de cerca mi dieta para evitar que mi figura se deformase por culpa de unos cuantos kilos de mas, y una vez que me separé de ella siempre tuve cuidado de no sobrepasarme con la cantidad… ¿habré ganado peso? La verdad es que al estar a lomos de un tigre espectral tan grande no pensé que podía cansarse por llevarme durante mucho tiempo encima de él. Intentando mirar de nuevo sus ojos felinos, pregunté de manera que no sonase demasiado grosera -Esto… ¿soy demasiado pesada para usted?- no estaba muy segura de si hacía bien preguntando, pero quería asegurarme de que no le estaba haciendo daño o cansando demasiado.

-¿Eh?- volver a escuchar la voz del médico en mi cabeza me sorprendió, tenía que estar más atenta a él a partir de ahora -¿Daño? -parpadeé perpleja y grité con tanta fuerza que por poco me caigo de su lomo- ¡PARA NADA! Papá es una persona muy buena, desde el momento que llegué aquí me ha aceptado y enseñado muchas cosas. Él nunca me haría daño- terminé, agarrando aquel pelaje fantasmal con fuerza, con una certeza en mi voz tan grande, que hasta me sorprendió a mí misma. Entonces me dí cuenta de que tal vez estaba actuando un poco extraña, tras pensar rápidamente durante un par de minutos suspiré y le conté al médico la verdad. -En realidad… papá me dijo que esta semana no debía entrenar, y lo desobedecí. Por eso estoy un poco nerviosa de que se enfade conmigo.

por **Kishi Nakegura** Dom Feb 28, 2016 2:16 pm

La carcajada que solté debió sonar incluso dentro de su cabeza. Antes, cuando mis poderes estaban al máximo de su capacidad, todo era tangible y palpable. Mi cuerpo era tan real como el de cualquier otro ser vivo (irónicamente, porque yo no dejaba de ser un espíritu), así que, aparte de mayor aguante, fuerza y resistencia, no tenía nada del otro mundo. Bueno, dejando de lado que al sentarme medía cerca de dos metros, claro. Era un tigre grande incluso hoy día. Lo que sí que había cambiado, obviamente, era mi consistencia. Gracias a eso podía aguantar mucho más peso, pero mi sensibilidad había menguado sobremanera. Era bastante difícil que llegara a notar a alguien encima de mí, al menos si era una sola persona. Ya no digamos una chiquilla pequeña y delgada como ella.-¿Qué? No, por Dios, no. Apenas te noto.-sonreí al modo tigre, que se resumía en mover levemente los bigotes de forma alegre. No tenía mucha expresividad en esa forma la verdad. Al menos estando feliz, porque enfadado... era otra cosa. Nunca te esperarías lo que era capaz de enseñar un tigre enfadado hasta que te topabas con uno.

He de decir que me quité un peso de encima al oír eso. Me sentí un tonto, pero era mucho mejor eso que estar en lo cierto. Incluso teniendo experiencia en ese tipo de situaciones siempre era complicado maniobrar. La miré de reojo, adentrándonos por los caminos principales de la escuela.-Bueno, supongo que se molestará. A nadie le gusta que le desobedezcan... pero no creo que se esté mucho rato enfadado. Los padres tenemos debilidad por nuestros hijos, pero si están heridos somos todavía más compresivos.-dijo para animarla, ya que se la veía especialmente preocupada. Y sí, yo seguía diciendo que era padre. Pero es que lo era. Uno nunca dejaba de serlo, incluso si se morían todos. Era como ser alcohólico o drogadicto: una vez se conseguía el título, era permanente. Pero ni queriendo me hubiera querido llamar de otra manera.

por **Minna von Stauffenberg** Sáb Mar 12, 2016 5:25 pm

Suspiré aliviada al escuchar las palabras del tigre, aún así debería de empezar a vigilar más mi dieta, por si algún día un suceso como este vuelva ocurrir, ¡no me gustaría ser pesada -ni física ni psicológicamente- a alguien que me esté ayudando, como decía tía Odelia: “no es propio de una señorita”. Ahora que lo pienso, creo que esa era una de sus frases favoritas, bueno, esa y “Minna, Compórtate”. Suspiré, quería mucho a mi tía, pero a veces era una persona difícil de tratar; aunque los últimos años se habían vuelto muy pacíficos, cuando era más pequeña aquella casa parecía un verdadero campo de batalla, no físico, pero la tensión no se iba con facilidad. Dejé de pensar en mi tía y en mi pasado al ver mover los bigotes del tigre de aquella manera tan graciosa, reí por lo bajo para evitar molestarlo y acaricié su pelaje fantasmal, esperando que pudiera notarlo.

Volví a tensarme tras escuchar las palabras del médico, deseaba que tuviera razón, pero papá y yo no tenemos una relación muy profunda por lo que… -Solo tengo miedo de que se sienta decepcionado-dije mirando lentamente a mi alrededor. Nos estábamos acercando al hospital, y mi tobillo dolorido estaba deseando llegar, pero otra parte de mí deseaba permanecer a lomos del tigre mucho más tiempo, porque llegar al hospital era sinónimo de encontrarme con papá.

por **Kishi Nakegura** Mar Mar 15, 2016 11:47 am

-Bah, no te preocupes por eso. Todo el mundo comete errores.-intenté tranquilizarla con una sonrisa de tigre, moviendo la cola amplia y alegremente. De tanto en tanto le daba algún golpecito amigable para buscarle las cosquillas. Ahora que sabía que su integridad física no estaba en severo peligro, lo más importante era arrancarle una sonrisa. Aunque no lo pareciera, sí que eran la mejor medicina en muchas ocasiones. Más o menos, claro. Pero hasta el más susceptible a llorar por un simple pinchazo se relajaba si lo hacías reír y le demostraba que no había nada que temer. Luego estaban los que tenían que ser sedados en cuanto veían un poco de sangre... pero eso era bastante raro de ver incluso en un sitio donde muchos no sabían que las vacunas no eran controladores mentales diseñados por los humanos.-Especialmente las personas perfeccionistas.-reí-Esas cometen un montón de errores.

Y quien dijera que no era verdad, mentía como un bellaco. Se centraban tanto hacerlo todo bien que no daban abasto y terminaban causando más de un desastre. Desastre que luego se encargaban de tapar o disimular muy bien, claro, porque el orgullo les importa muchísimo, pero los errores seguían estando allí. Pero al mal tiempo buena cara, como se suele decir. Si uno se dejaba arrastrar por las preocupaciones, terminaba por no ser capaz de disfrutar nada.

por **Minna von Stauffenberg** Miér Mar 23, 2016 5:51 pm

Escuchar hablar al tigre, de alguna manera, hacía que mi cuerpo se relajase. Tal ve era por su voz suave, o por la forma tan agradable que tenía de hablar… no estaba segura, pero escucharlo, aún siendo telepáticamente y en forma de tigre, era agradable y tranquilizador al mismo tiempo. Me revolví en el sitio al sentir su cola golpeándome suavemente contra la espalda, aunque había veces que desviaba un poco su trayecto y terminaba dándome en el cuello o en la mejilla de una manera tan suave que hasta parecía una acaricia. Era muy interesante, ya que a pesar de su aspecto fantasmal, sentía sus tacto cuando rozaba mi cuerpo, incluso cuando el tacto era leve; era extraño, no era piel, tampoco pelo, pero aún así sentía algo suave, parecido a cuando abrazas un gato peludo, pero mucho más delicado y liviano. Aquellos roces habían conseguido llevarse las pocas preocupaciones que su voz no consiguió eliminar.

La cara de papá se me vino a la mente en cuanto escuché aquello de “personas perfeccionistas” y una sensación de culpa invadió mi cuerpo. Desde la primer práctica papá siempre había sido bastante severo con respecto al entrenamiento, haciéndome repetir una y otra vez los mismos movimientos para que entendiese el cómo y el por qué de las cosas; con todo, nunca dejó que me sobreesforzase hasta el punto de que terminase herida. Si lo pensaba con cuidado, esas pocas semanas en la universidad habían sacado a relucir uno de mis mayores defectos: no saber ponerme un límite. Por culpa de eso ahora estaba causando problemas a doctor, a papá y a mí misma. Suspiré, a partir de ahora tendré que tener más cuidado y pensar en las consecuencias de mis actos.

Al elevar de nuevo la cabeza, me di cuenta de que estábamos muy cerca del hospital, quedando por cruzar unos pocos pasillos hasta donde me mirarían bien el pie, el cual miré de reojo, estando mucho más hinchado que cuando me monté en él. -¿Sabes qué es lo que me pasa en el pie?- pensé, ya acostumbrada a hablar con el tigre telepáticamente. Una vez que te habituabas a ello, no era bastante cómodo.

por **Kishi Nakegura** Vie Mar 25, 2016 8:45 pm

-Tienes un esguince.-expliqué entrando en los propiamente dichos terrenos del hospital. Olfateé el aire, llenando mis pulmones de aquel olor al que estaba tan acostumbrado. Llevaba ejerciendo de doctor... por más años de los que podía contar, realmente. Era especialista en tantas secciones que podría operar un riñón y asistir un parto en la misma semana estando completamente seguro de que nada saldría mal. Y, aun así, debía aceptar que muchas cosas quedaban fuera de mi alcance. Enfermedades sin cura, o, simplemente, en un estado tan avanzado que luchar se volvía inútil. Por suerte, en aquella universidad no tenía que enfrentarme a casos especialmente complicados. La mayoría se reducían a huesos rotos, lesiones musculares y gripes con fiebres altas. Eso ya nos mantenía a todos ocupados todo el año, pero no eran cosas graves. Aunque eso me hacía sentir algo inútil a veces... Pero con los años se había vuelto complicado trabajar entre humanos, incluso si lo adoraba. ¿Cómo le explicabas a alguien que tenías más conocimientos que el médico con más reputación de su época aparentando poco menos que un recién graduado? Cincuenta o cien años atrás era relativamente fácil engañarlos... Pero en el siglo veintiuno se habían vuelto muy sofisticados y meticulosos.-No te preocupes, es menos grave de lo que parece. ¿Te duele mucho?-pregunté por si acaso. Estábamos a dos minutos, pero si hacía falta ir más deprisa...

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