H2O [Libre]

por **Regis Kadt** Miér Dic 16, 2015 5:18 am

Sus venas palpitaban como si tuviesen vida propia, impulsadas por la adrenalina que las removía por dentro y las convertía en auténticos torrentes de lava. Tenía la boca seca, algo poco usual en él, como consecuencia quizás de los nervios que sentía en ese momento, ese maravilloso momento. El corazón revotaba en su pecho cual caballo salvaje, y cada célula de su ser clamaba por ser saciada de su hambre… de su sed… de agua. El aroma a cloro inundaba sus fosas nasales, y aunque habría pagado lo que fuese en ese momento por tener a mano una buena masa de agua salada, aquella no estaba mal y no iba a hacerle ascos. La piscina tenía un tamaño bastante considerable, y sus marcadores de competición le recordaban a Regis tiempos de su vida que habían sido, desde luego, mucho mejores. Por suerte había conseguido entrar en el club de natación… ¿y cómo no iba a hacerlo? Incluso sin transformarse, con sus piernas humanas y su cuerpo fibroso, seguía siendo de los más rápidos en el agua. Constante con sus entrenamientos y riguroso con su forma física, había conseguido una perfecta constitución, que lo hacía parecer un tiburón tanto dentro del agua como fuera de ella. Como le habían dicho previamente… “una más que adecuada adquisición para el equipo”. ¿Sus beneficios? Poder disfrutar de esa maravillosa piscina cuándo y cómo quisiese, incluso a esas horas… donde ya apenas quedaban miembros del equipo entrenándose. Sin pensárselo mucho más, se metió en los cambiadores, y tras guardar minuciosamente sus cosas y su ropa en la taquilla, se dirigió a la piscina, ataviado únicamente con las gafas de nado y el bañador, que le cubría por completo las piernas con una tela delgada, elástica en colores negro y rojo. Notó en cuanto entró en la zona que muchos se lo quedaban mirando, algunos quizás sin saber su identidad… otros únicamente interesados en el de forma competitiva. Se acercó a la peana de uno de los carriles, y tras hacer su típica ceremonia de inicio, que además de coger la postura idónea incluía un tirón de la goma de las gafas, se lanzó de forma bastante profesional a la piscina, sin interesarse en nada más.

En cuanto el agua le lamió la piel, fue como la caricia de una madre bondadosa y tierna, recibiéndolo una vez más. Dentro de ella, se sentía como en su hogar, seguro… sabiendo que podría hacer cualquier cosa con sólo proponérselo. Sus hombros se arqueaban, sus piernas empujaban de forma segura y firme… y casi sin darse cuenta, dio la vuelta completa y alcanzó la pared del inicio, dando por finiquitada su carrera inicial. Escuchó a su alrededor varios sonidos de asombro, y vio a un par de muchachos algo más jóvenes que él… al menos en apariencia, reunidos en torno a un cronómetro. ¿Habían calculado su tiempo? Ilusos… él ni siquiera se había percatado de ello. Salió con un salto hábil, apoyándose en el borde, y tomó una toalla cercana para secarse un poco. Uno de los jovencitos de antes se le acercó prácticamente a la carrera, con una enorme sonrisa en su inocente rostro. Regis no le hacía mucho caso, lo único que atino a atrapar de su verborrea, fue algo así como: “Eres increíble” y “de los mejores tiempos”. Así que simplemente giró el rostro en su dirección y negó suavemente.

-No ha sido nada, lo cierto es que estoy desentrenado-comentó, restándole importancia al asunto antes de hacer a un lado la toalla que había usado, y zambullirse de nuevo para intentar superar ese tiempo, para intentar superarse a sí mismo, como siempre.

por **Darsey O. Godin** Miér Dic 23, 2015 8:34 pm

Mi vida había, por fin, dado un cambio drástico para bien. El primero en casi un año. Pero, cómo no, yo también era humano (al menos me consideraba como tal), y por ende tenía mis días malos. Y esa tarde estaba de mal humor. No sabía por qué, pero tampoco quería saberlo. Solo necesitaba un poco de espacio personal, algo de tiempo... y agua, mucha agua. Cuando corría, pensaba. Cuando jugaba me ofuscaba. Pero cuando nadaba dejaba la mente en blanco y todo el mal se disolvía por unos minutos, dejándome libre momentáneamente. Aquello era lo que buscaba, así que en cuanto salí de clase me despedí de Padme con un cariñoso beso y fui corriendo a la piscina, donde me zambullí en cuanto tuve oportunidad. Allí renací una vez más, y una vez más perdí la noción del tiempo mientras daba una vuelta tras otra, prácticamente sin pausas. Cuanto más cansado estaba más daba de mí para llegar un poco más lejos; y cuanto más lejos llegaba, cuanto más me acercaba a mi límite, mejor me sentía. Sabía que así terminaría llegando a un punto en el que no podría más, pero siempre me había sentido vivo de aquella manera, y no pensaba cambiar el hábito.

Para cuando llegó el tiburón habían pasado ya varias horas. Horas en las que cada cual iba a sus cosas, concentrados en sus propios tiempos. Admito que soy competitivo, pero (y pese a que estaba capacitado para ello y práctica no me faltaba) también sabía dónde podían derrotarme con más facilidad. Era mucho más rápido que la mayoría, pero la natación no era el deporte para el que había nacido. La lucha, el baloncesto, el voley, eso sí. Pocos podían ser verdaderos rivales entonces. Pero no tenía intención de intentar quitarle el primer puesto a nadie, así que, simplemente, no me centraba tanto en ello. Aunque una parte de mí deseaba hacerlo cuando alguien se lucía.

El pelirrojo fue de aquí para allá a una velocidad envidiable. Buenas brazadas. Bocanadas en el momento exacto, ni de más ni de menos. Piernas potentes. Golpes directos y decisivos. Ni un gramo de energía malgastada. Me emocioné con solo verlo. Quizá no tuviera nada que hacer contra él en una carrera, pero siempre me había gustado aprender. Y aprender de los buenos era todavía mejor. Salí del agua, olvidando el plan de ir a las canchas a entrenar un poco más. Me sequé un poco con mi toalla, despeinándome todavía más, y me puse a observar al muchacho, quien parecía tan absorto como yo bajo el agua.

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