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Sueños Recurrentes

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Mensaje por Leonard Rainheart Sáb Jun 06, 2015 6:36 pm

Recurring Dream
Rain of Blood in your Eye

Ambientación:

Gritos… Gritos… Muerte, desesperación y odio. Un sueño lleno de estos factores es poco halagador, de hecho podríamos decir que pasa a ser más una pesadilla que lo anterior. Fuego, consumiendo las casa, convirtiendo todo en cenizas incluso a las personas, bueno… a los bultos en forma de ser humano que corren por todo el alrededor gritando, llorando y maldiciendo su destino. Donde estoy?... Que sucede?... Quién soy?... Preguntas resonantes que retumban por todo el escenario, produciendo un eco poco natural, cuestiones que alguien normal no se haría, pero de alguna forma, aquel joven que en medio de todo yacía se las estaba haciendo, pocas cosas podrían provocar el realizarse ese tipo de preguntas, quizás había perdido su memoria o quién sabe, lo único claro en este punto era lo poco apropiado del momento para dicho cuestionamiento, acaso no podía ver a su alrededor? Distinguir todos aquellos cuerpos envueltos en llamas? El fuego que arrasaba con las construcciones y todo lo aledaño? Aquellos ojos rojos que surgían de aquel infierno? Estaba en peligro, pero no lo sentía o al menos no daba indicios de hacerlo, solo miraba a aquella bestia de ojos rojos y alas negras como la noche acercarse a él. La sed de sangre de aquel ser era apreciable con una facilidad escalofriante, la vida de aquel joven se iba a extinguir, aunque no pareciera importarle en lo más mínimo, ya que seguía preguntándose lo mismo una y otra vez: ¿Quién Soy?
Desgarrador rugido devoró todo el ruido que abrumaba la escena, luego de ello, un silencio de ultratumba, nada se escuchaba, ni los latidos del corazón del joven, de pronto… una respiración agitada, pero más que eso, llena de desesperación, rencor, odio y soledad, ¿de dónde provenía? La fuente era la menos creíble, ese aliento de desolación salía de la imponente bestia que en ese momento soltaba unas lágrimas de sangre por aquellos dos orbes rojos que eran llamados ojos… Entiendo… Yo soy… Tu Alcanzo pronunciar aquel joven, antes que todo fuera una vez más abrazado por un rugido sonoramente implacable.

Que es ese ruido? La lluvia? Que es este frío? Cierto, me había quedado dormido en el banco del salón, me fue imposible evitarlo, la ausencia total de alumnos e incluso profesor en la clase, el sonido de la lluvia caer, fue ingnotico, como el mejor somnífero me derribo sobre mi pupitre. Con la vista aun borrosa, intento divisar el reloj que estaba al frente de la clase, quería saber cuánto había dormido, cuando por fin pude observarlo me di cuenta que había pasado durmiendo más de la mitad de la mañana y aun más, que no me hayan despertado, significa que no hay nadie y que ninguno se dignara a aparecer. Quizás deba irme a mi cuarto… Discutía de forma mental, mientras me levantaba del pupitre, en ese momento sentí algo frio en mi mejilla, una lagrima, de forma inconsciente estaba llorando, pero en ese momento no entendía el porqué, aunque no me tarde mucho en recordar la razón.  Otra vez ese sueño… Al pronunciar esto alcance mi bolso con una de mis manos y comencé a caminar hacia la puerta, no tenía la intención de regresar a mi cuarto, pero quizás ir al baño y revisar un poco los pasillos no sería mala idea.
Mientras me restregaba la cara avanzaba por el corredor, no me esperaba notar que en cada salón por el que pasaba la ausencia de alumnos seria consistente, al parecer la lluvia persuadió a todos de aparecerse esta mañana, es muy gracioso, la mayoría aquí tienen algunos cientos de años, algunos son muy poderosos, pero de igual manera un simple aguacero se transforma en el obstáculo más grande que existe para asistir a clases, al parecer estar en este instituto transformo a todos en adolescentes sin remedio, ahora que lo pienso, tal vez debería comportarme de igual manera. Siguiendo el hilo de pensamientos, me sumergí en los mares mentales de mi cerebro, buscando la respuesta a los grandes misterios de la vida… o algo así, absorto de todo a mi alrededor avanzo como si de una maquina mi existencia se tratara, el movimiento era autónomo, casi ni me percataba que estaba avanzado, al parecer no había otra solución que regresarme a mi cuarto y dormir un poco luego de pasarme por el baño… a menos que algo pase y algo que se aprende al estar en una institución como esta es que: Todo puede pasar en cualquier momento.

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Mensaje por Celica Mykhalé Alaska Miér Jun 10, 2015 2:10 am

No le tuvieron mucha piedad, resultaba que en aquel día no había clases, según la administración, pero no por el mal clima que se había pronosticado para ese día, sino simplemente por algunas cuestiones técnicas. Sin más, a pesar de no haber clases alguien debía quedarse a cuidar el lugar, y como ella era la nueva se lo habían pedido a ella. Ni modo, obviamente ella no se iba a negar, era de mala educación, además, así podría despejarse un poco de sus pensamientos y poder conocer mejor las instalaciones en las que de ahora en adelante pasaría tanto tiempo y tantas cosas.

El suelo estaba frío, lo sabía por que iba descalza, pero gracias a su largo y caro vestido blanco con celeste, nadie podría notar que no llevaba calzado. Toda la ornamenta de joyería y piedras preciosas que llevaba en la cabeza, orejas y cuello en aquel momento, tintineaba sutilmente al chocar entre ella, haciendo notorio que ella iba por ahí. Era un sonido encantador, sin duda alguna. Sus largos cabellos obscuros y lisos arrastraban hasta el suelo, escurriéndose entre las arrugas y dobleces que creaba el vestido grueso de la mujer al moverse. Además, se colaban entre los hombros de la muchacha como si se tratase de agua, haciendo de las suyas y moviéndose de manera encantadora. Sus labios rojos y brillantes tarareaban apenas lo suficientemente audible para que ella misma escuchara, de manera femenina y delicada, mientras sus largas pestañas negras y naturales abanicaban tan sutilmente cuando ella parpadeaba, que ni siquiera podía sentirse una brisa.

Observó por la ventana. Era el mediodía y ahora llovía como si no hubiese mañana, tuvo mucha suerte de llegar antes de eso, sino, estaría ya bastante débil y probablemente mal. Acercó su mano delicada y blanca a la ventana de cristal que le separaba de aquel rotundo aguacero. La posó en el y este estaba frío, no tardó en separarla con algo de disgusto.
Parecía que ahora no podría salir del edificio sino hasta dejase de llover, incluso si tardaba toda la tarde y toda la noche. Sin más, se puso a caminar por los pasillos nuevamente, en los salones no había ni un alma, en los pasillos tampoco, parecía que sería una tarde algo aburrida, más no podía quejarse.

Se recargó suavemente en la pared cercaba a uno de los salones, acomodando su cabello lleno de joyas y de más, hasta escuchar unos pasos que rápidamente le hicieron alzar su delicado rostro para observar de quien se trataba, alguien de cabellos negros y cortos. ¿Un alumno? Probablemente uno que no se había enterado del día sin clases.
—...¿Está usted perdido?—Cuestionó con suma delicadeza y educación, separándose de la pared para enderezar su espalda, alzar bien su cuello delgado y levantar la barbilla, tomando la perfecta posición que debía tener, la de una espalda erecta.
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Mensaje por Leonard Rainheart Miér Jun 10, 2015 3:25 am

Recurring Dream
It is impossible ... No?

Ambientación:

Enserio no hay nadie? Me cuestionaba mentalmente mientras seguía avanzando por los desolados pasillos, el ambiente era bastante tétrico debido a la similitud de todos los salones y el trayecto que estaba tomando, parecía en cierta forma las películas de terror que tanto me han recomendado que vea. Aquel aguacero que antes había mencionado ahora parecía una poderosa tormenta, como si algún mortal había hecho enojar a la madre naturaleza y esa en reprimenda atacaba con todas sus fuerzas, la lluvia caía incesantemente y a un rimo impresionante, no era raro que en esta época del año lloviera, pero no me esperaba un espectáculo natural tan digno hoy día. A través de las ventanas podía ver como se desarrollaba todo y a pesar de tener dicho obstáculo en medio, aun podía sentir todo su poder, el viento azotaba con gran furia, incluso el cristal bien asegurado temblaba ante su presencia. Me quede embobado mirando un poco, pero no tarde en darme cuenta que la temperatura general del lugar estaba bajando, el frío comenzó a hacerse presente y como lo hacía, de un segundo a otro, mi piel se había erizado completamente y de mi boca un aliento visible escapaba, ahora lamentaba no haber traído unas prendas un poco más pesadas, es decir, una camisa de mangas cortas blancas y un pantalón negro, no eran vestimentas adecuadas para el frío, pero el hecho era que no me esperaba que el clima se comportara de esta manera.
Atendiendo la gravedad del estado congelante de los pasillos, apresure mi retorno a mi calentita habitación, a pesar de tener algo de prisa mis pasos no eran rápidos, más bien estaba en calma, sabía que tarde o temprano llegaría, además aun debía solucionar el hecho de que no traje paraguas, es por ello que el trayecto hasta la salida sería un momento adecuado para pensar, no hay prisa. Siguiendo el orden de los acontecimientos, llegue al baño de los hombros, no dude de entrar, no quería que nadie me viera con la cara de recién despertado que tenia. Abrí el pase de agua del lavatorio, sin tardanza un liquido incoloro comenzó a salir del mencionado, acerque mis manos a este, pero rápidamente las quite, como era de esperarse, el agua estaba helada, bueno, viendo el lado positivo quizás el golpe de frio de este liquido en mi cara me despierte lo suficiente como para no caerme dormido por el camino. El agua se escurría por mi rostro, mientras tomaba algo de aire y me relajaba a la sensación inesperadamente agradable del frio liquido, mis manos estaba posadas sobre la mesada del lavatorio, mientras que mi rostro estaba algo agachado sobre la zona que se encargaba de drenar el agua, mi cabello caía un poco sobre mi rostro, mi respiración disminuía un poco al mismo tiempo que mis manos por fin se dedicaban a refregar mi cara, con la intención de retirar cualquier rastro de agua y evidencias del sueño que había tirado en el pupitre del salón.
La puerta del baño era abierta, mi camino estaba despejado y nuevamente volvía a mi caminata por los pasillos, mi objetivo, regresar a mi cuarto, no cambio mucho, aunque ahora no buscaría señales de vida en los salones. Como antes, los corredores estaban completamente vacios o eso pensaba yo, mientras caminaba comencé a sentir un aroma algo extraño, algo familiar, pero en ese momento no me acordaba a que pertenecía o a quien, sin prestarle atención seguí, quizás en algún momento me encontraría con su fuente. Me encontraba a tan solo treinta metros de la salida, pero antes debía girar una esquina y pasar por un par de salones más, donde no esperaba encontrar a nadie, ya se imaginaran la sorpresa que me pegue cuando, al dar vuelta la esquina divise a una persona, por su vestimenta, una mujer, esta estaba recostada contra la pared de unos de los salones a mitad de camino de la salida y yo, así que irremediablemente pasaría cerca de ella, como no tenía intenciones de buscar algún tipo de conversación, simplemente cerré los ojos y agache un poco mi rostro, dejando que mi cabello ocultara un poco mis facciones faciales. A la par de mi avance comencé a notar, que el aroma pertenecía a la mujer que estaba parada cerca de mí, pero aun no recordaba de donde me sonaba el mencionado, sin embargo, despertaba cada vez más interés en mi Quizás no sea mala idea detenerme y hablar, aprovechando el momento para analizarla un poco Pensé mientras disminuía la velocidad de mis pasos aumentando las posibilidades de que la dama decidiera detenerme, no quería ser yo quien iniciara la conversación. A pocos pasos de ella, una suave y delicada voz fue liberada en el vacio corredor, como un león el sonido de las palabras avanzaron por mis conductos auditorios hasta que al llegar a mi cerebro rugieron con furia despertando varios recuerdos en mí. Esa voz… imposible. Mis pensamientos eran claramente de duda, trataba de convencerme de que era imposible que el sonido de aquellas frases pertenecieran a la misma persona, solo era una coincidencia, sin embargo no pude evitar alzar mi rostro al escucharla y abrir mis ojos, para con ellos, confirmar que solo era una confusión.
Cuando mis ojos carmesí pudieron divisar a aquella persona, como un rayo se abalanzaron en mi mente, alma y corazón muchos recuerdos, no podía creer que aquella persona que fue tan significativa para mi hace muchos años estuviera enfrente mío, pero la duda me invadió, no podía ser posible, solo debía ser una equivocación, evidentemente lo era, mi cerebro no tardo en usar la lógica y notar, que a pesar de que el parecido era inmenso, no eran la misma persona, sin embargo, que mi mente haya recuperado el control, mi alma y mi corazón aun estaban estremecidos, no podía controlarme, mis latidos se incrementaron exponencialmente, mis ojos se abrieron lo máximo que podían, mi cuerpo se tenso completamente y por toda mi piel, un sudor frio se hacía presente. Tanto me podía afectar un simple parecido, al parecer si, en ese momento mi cerebro había sido desconectado forzosamente y no pude controlar lo que salía de mi boca y mucho menos lo que hacía. A..Annabel… Como un susurro forzado aquel nombre escapo de mis labios, se sintió tan extraño, era como si había olvidado cómo se sentía el pronunciar aquella palabra, pero pronto recordé porque me forcé tanto en olvidar su significado. Una lagrima comenzó a recorrer mi rostro del lado izquierdo, sin percatarme di un paso hacia atrás y mis extremidades comenzaron experimentar un pequeño temblor, hasta que por fin… Esto es imposible… No? Termine mi frase, con un tono un poco bajo, esperando que la respuesta sea que si era imposible, que me estaba equivocando. De un momento a otro, mi mente recupero el control, comencé a notar las diferencias y que solo era un parecido y entre en razón, pero aun estaba en shock y no podía estructurar palabra alguna, era como si aun esperaba la confirmación de mi error.

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Última edición por Leonard Rainheart el Sáb Jun 20, 2015 12:14 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Celica Mykhalé Alaska Jue Jun 18, 2015 1:02 am

Su pregunta fue bastante clara, aseguraba ella en su mente unas cuantas veces, repasándolo y dandole vueltas al asunto, como siempre hacía para procurar no cometer errores o estupideces al hablar, no obstante, por supuesto que no recibió alguna respuesta que ella estuviese esperando, ni siquiera recibió una respuesta realmente, sino que a su pregunta, completamente ignorada y tirada un lado, recibió una acusación, al parecer su voz, femenina, peculiar y delicada le recordaba al joven a alguien más, y no solo eso, sino que parecía verdaderamente imposible que el encontrase a quien sea que pensaba en la piel clara de la mujer, en su voz y en sus ojos obscuros. ¿Era tan parecida a ella, fuese quien fuese? ¿También lucía de una piel clara y un cabello largo?. Por un momento le atormentó la dificultad con la que el muchacho se negaba a creer que podría tratarse de la misma persona. Claro que no se trataba de la misma persona, no obstante, parecía que el chico lo dudaba. Por su parte, la mujer jamás había tenido el placer o la desdicha de toparse con aquel muchacho antes. Era nueva, poco tiempo llevaba ahí y solamente se dedicaba a atender a las femeninas, que eran sus alumnas, por lo tanto, por su puesto que no le había visto antes, sin duda; lo recordaría.

Por un segundo su mente voló de la habitación, dandole tiempo al muchacho para pensar mientras ella se encargaba de sus propios pensamientos. Sus ojos obscuros se voltearon a la ventana solamente durante una pequeña fracción de segundo, asegurando que el aguacero daba todo de el para asegurarse de que, por lo menos, Celica no pudiese salir del lugar en un buen rato. Dejó salir un poco de aire por sus labios de rojo carmesí, asegurándose que ahora su aliento era visible y entonces cerciorándose de que era un mal clima para ella, por suerte, sus grandes y gruesas vestimenta impedían que aquel frío penetrase en su cuerpo y le mantendrían a salvo un rato más. Mientras ella no se mojase estaría bien hasta la hora de poder volver a casa. Le deprimía la idea del frío sobre su piel, por eso, una vez más, trataría de evitarlo. Todos esos pensamientos, junto con algunos recuerdos melancólicos fueron el fruto de solamente, según el reloj cercano, de un par de segundos. Parecía que cuando su mente volaba el tiempo le desentendía y le dejaba en paz.  Parecía ser capaz de pensar bastantes cosas en tan poco tiempo.
Sin más, volvió la vista hacia el.

Finalmente un nombre surgió, aunque realmente no pasó mucho tiempo. "Annabel", era el indicado, el elegido, el especial. ¿Quién sería esa mujer, que con solo recordarla el muchacho enloquecía?. Parecía que le faltaba autocontrol, eso es lo que Celica pensaba de el, no obstante, ella también podía ponerse melancólica por alguien, si lo intentaba, pero prefería mantenerse en orden y control, como le habían enseñado. No sabía que contestar, realmente, tampoco sabía si quedarse callada era lo correcto, ella no estaba formada para aquellas situaciones, no estaba entrenada para saber como actuar si era confundida, y de hecho, era sorprendente, pues nunca antes la habían confundido con alguien, pues tenía una voz, unos ojos, un cuerpo tan particular, que era difícil confundirlo. No podía hacer más que mirarlo para tratar de que sus cálidos ojos le consolasen, aunque viendo el estado de shock en el que parecía estar, dudaba que pudiese hacer algo.
"Esto es imposible… No?" Pidió el muchacho. Parecía que el simple hecho de que pudiese ser verdad, de que ella pudiese ser aquella mujer que definitivamente no era, ponía al muchacho en un estado terrible de desesperación e impotencia. Llevó una de sus delicadas manos a sus labios, asegurándose de cubrirlos bien mientras sus cejas suavemente se iban curvando, asustadas, no por que el pudiese hacerle algo, sino por notar lo tan atormentado que el muchacho se veía, y todo por culpa de aquella voz suya. No sabía que hacer, no sabía como reaccionar, ni siquiera sabía si reaccionar era lo correcto.

Con el corazón roto, sabiendo que el, a pesar de todo, quería que fuese ella, negó de manera lenta y grácil, asegurándole que su nombre no era Annabel y que no era ella quien el buscaba.
—Lo siento tanto.—Soslayó. Era demasiado sensible para soportar aquellas situaciones.
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Mensaje por Leonard Rainheart Sáb Jun 20, 2015 12:46 pm

Recurring Dream
Family too ... is that?

Ambientación:

Respira… tranquilízate… No es Ella!!!! Ella está muerta… Recuérdalo… y despierta de una vez… Esa era mi mente, tratando de recobrar el control de mi cuerpo, haciendo uso de la lógica y al mismo tiempo, utilizando aquellos recuerdos como arma, es decir, a la par de aquellos atismos del pasado que tuve con Annabel, era obvio que recordaría que esa persona ya había muerto y que sucedió la última vez que la vi. Mi corazón se reusaba a reaccionar, su ritmo era frenético, pero no era momento para que se hiciera el rebelde, debía obedecer y calmarse de una vez. La voz, esa voz, que parecido tiene, pero aun así era diferente, gracias a dios, la joven mujer que se encontraba enfrente mío, a pesar de ser muy similar, pecaba de tener muchas diferencias que era imposible de ignorar, fui un tonto, me deje llevar, sin embargo por suerte mis dudas por fin fueron despejadas con sus palabras, que aun no era del todo lo que buscaba, fueron suficiente como para que mi impasible corazón se calmara. No sentía vergüenza, pero seguramente si un tercero viera la escena no dudaría en burlarse internamente, quizás debería de conservar algo de mi dignidad, no? Luego de que mi autocontrol hiciera presencia, decidí limpiarme la cara y quitarme todo rastro de aquellas lagrimas que de mis ojos escaparon, agache un poco mi cabeza al hacerlo, usaría este pequeño momento para ordenar mis pensamientos y poder hablar decentemente. No… Yo lo siento, fue un error mío, no debe mortificarse. Ya era hora de que pudiera dirigirle algunas palabras, aunque mi tono no era el deseado, aun tenia algunos rastros del shock que había experimentado, pero algo era mejor que nada. Una vez que mi rostro estuvo en un aparente estado de decencia, por fin pude mirarla, dibuje una sonrisa forzosa en mi rostro, una de esas que siempre hago cuando estoy dentro del salón y alguien que ni conozco me habla.
Tras recobrar mi compostura y hablarle a la joven, comencé a caminar un poco tambaleándome hasta la pared que daba hacía afuera, es decir, me recosté justo al lado de una ventana, mi mirada se despejo de la pálida mujer, no quería que me viera en tal estado y mucho menos luego del momento incomodo que de seguro le hice pasar. Para que mi curiosidad no me gane, decidí observar como el agua se escurría por el vidrio que me separaba de la tempestad, aunque eso solo funcionaba con mi visión, mi sentido del olfato aun era libre para inspeccionar todo lo que le gustase y eso estaba haciendo en este preciso momento. Ese olor, me era muy familiar pero no recordaba de donde, pero no podía evitar que mi curiosidad me matase, tendré que buscar la forma de sacarle información, aunque no sé si sería un buen momento, es decir, luego de lo que paso, pero el que no arriesga no gana y la verdad mi sed de conocimiento me estaba casi obligando a actuar. Me llamo Leonard… y usted? Bien, un buen inició. Con esa pregunta comenzaría a tratar de arreglar mi imagen y de paso sonsacarle alguna que otra información acerca de su persona, quizás así pueda descifrar de donde venia ese olor. A la par de mis palabras, volvi a dibujar una sonrisa, aunque esta vez algo más natural y sin tanto adorno, mientras que los orbes rojos de mis ojos se posaban inquisitivamente sobre ella.

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Mensaje por Celica Mykhalé Alaska Lun Jun 29, 2015 3:32 am

El muchacho parecía estar en shock, el tiempo que estivo callado, a pesar de no ser mucho, fue el suficiente para crear un momento completamente incomodo entre ambos, haciendo que ella en especial se hiciese sentir mal a si misma por el sentimiento tan terrible que le había causado al muchacho. No estaba acostumbrada a que la confundiesen, no entendía como era que debía reaccionar ante aquellas situaciones, mucho menos a una en la que el contrario se pusiese tan "mal" como este lo había hecho. Fuese quien fuese la chica de la que el hablaba, debía ser alguien muy importante para haberle causado tantos estragos al muchacho con solo recordarle. Pobre chico, ¿de que podría tratarse? ¿tal vez del amor?. Ella sabía bien lo poderoso que este era y lo mucho que podía dañar. Sin duda el amor era un "arma de doble filo".

Incluso su afirmación de que era imposible que ella fuese la mujer que el buscaba parecía no haberle dejado del todo en convencido. Se veía bastante nervioso y a pesar de las palabras de la joven profesora el no parecía salir por completo de aquel shock en el que ahora se encontraba. Por suerte, al menos se despejó un poco, solo un poco.
Ella tragó grueso pensando en todo tipo de cosas al respecto. ¿Qué pudo haber sido ella para ser tan importante para el? ¿Qué había detrás de aquel nombre, Annabel? ¿Cómo es que el había terminado tan mal al respecto? ¿Ellos habían terminado, se habían engañado, tal vez? Había mucha posibles respuestas que ella no tenía modo de saber, pues apenas cinco minutos atrás no tenía idea de quien era el chico con el que ahora se disculpaba por causarle tantos malestares psicológicos. No terminaba de sentirse mal al respecto de aquello, no le gustaba causar ningún tipo de mal a la gente.

Finalmente el muchacho tuvo el poder sobre sus propios labios para hacer más que simplemente tartamudear un nombre completamente desconocido para la mujer de cabellos azabaches. Hizo lo que debía hacer, sin duda, disculparse por el mal entendido que los había metido a ambos en una situación extraña, teniendo apenas minutos de conocerse. No esperaba menos de alguien, disculparse era definitivamente lo ideal en aquella extraña y poco convencional situación. Entonces ella sonrió de la manera más agraciada posible, que no era algo difícil para ella, tenía que hacerle encontrar consuelo en una sonrisa completamente sincera, a pesar de que no se conocían en lo más mínimo. Esa era una habilidad muy reconocida en ella, la habilidad de poder reconfortar a las personas con su calidez y sincera humanidad, además de aquella gracia digna de reyes.
—No se preocupe, todos nos confundimos de vez en cuando—. Mencionó con una completa calidez y comprensión. —No tiene usted que avergonzarse.
Afirmó para poder entregarle al muchacho de cabellos obscuros algo de seguridad.

Sin más le vio separarse de ella y dirigirse a la ventana. No estaba hecha para ese tipo de situaciones, que le espantaban un poco al no tener idea de como se suponía que ella debía reaccionar; por otro lado, era una profesora y a el no lo había visto en la sala de profesores, eso le hacía pensar que era un alumno, ya que el personal no solía pasar por aquellas zonas, menos con esa lluvia afuera. Debía quedarse y asegurarse de que el estuviese bien, era su deber como profesora, además, no es como si tuviese muchos lugares a donde ir, pues realmente no podía salir del edificio con aquella lluvia helada, estaba ahí atrapada por el momento. El le dio su nombre, tratando de recobrar sus fuerzas con mucha fortaleza y valentía, eso era algo respetable a los ojos de la mujer. Ella asintió asegurándole que no olvidaría su nombre.
—Celica Mykhalé Alaska es mi nombre—. Afirmó haciendo una suave reverencia mientras dejaba aquel espacio entre ambos permanecer, por el bien y la comodidad de ambos.—¿Se siente mejor?

Aquellos finos movimientos eran casi como una brisa. Ella era tan delicada.
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