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Recuerdos y otros problemas [Privado]

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Recuerdos y otros problemas [Privado] Empty Recuerdos y otros problemas [Privado]

Mensaje por Lior Karael Bentton Mar Ago 11, 2015 10:46 pm

Aquel día había amanecido como otro más, aunque eso no quería decir, ni mucho menos, que fuera menos especial. Para mí cada día era un regalo y una oportunidad que el señor me daba para cumplir mis objetivos, así que rara vez me permitía el capricho de no hacer nada por no hacer nada. Descansar estaba bien, claro, pero sólo si puedes sentir la satisfacción de haber trabajado duro hasta la última hora de sol. Tras despertar bien temprano recé, agradeciendo a Dios todo lo que tenía y lo que había aprendido, lo que viviría hoy, y lo que me quedaba por experimentar. Desayuné generosamente, sabiendo que la primera comida del día era la más importante y la que mejor tenía que cuidarse. ¡Si se empezaba el día bien alimentado ya se tenía mucho ganado! Al fin y al cabo uno no puede estar triste con el estómago vacío, sienta demasiado bien. Claro que no se ha de pecar de gula, por supuesto que no. Tras vestirme con las mismas oscuras ropas de siempre salí de mi sencilla casa y miré al cielo, deteniéndome en la puerta por unos segundos.

El sol salía tímidamente de su escondite, despertando a la universidad perezosa que planeaba cumplir la rutina. Los edificios creaban largas y rojizas sombras, volviendo al mundo una extraña unión de criaturas oscuras que jugueteaban a los pies de todos, indiferentes al mundo. Respiré hondo y di los primeros pasos con seguridad y una tranquila sonrisa, sintiéndome más que satisfecho. Quizá mi vida no había sido tan difícil como la de muchos de los que estaban estudiando aquí, quizá mis problemas parecieran insignificantes a ojos de otro más sabio, quizás, pensaba, yo había tenido más suerte, pero pese a todo me gustaba creer que había superado las dificultades que la vida me había puesto con bastante éxito. Algunas astillas seguían provocando heridas aun después de tantos años, pero, en general, era una persona feliz. Nadie era perfecto y todos teníamos cosas que esconder, aunque yo me enorgullecía de poder decir que aquella lista era bien corta. Y así, alegre y campante, me dirigí al aula de clase, donde daría comienzo a la jornada con unas cuantas enseñanzas del señor. Haber pasado por poco me daba el tiempo y la capacidad de ayudar a otros a superar sus propios baches, y lo cierto era que eso era lo que más disfrutaba como profesor. Muchos suspiraban en mis clases, la mayoría inventaban cualquier estrategia para no aburrirse (siendo sinceros me gustaba poder darle un empujón a su creatividad), pero habían un par de ojitos, unas pocas miradas inocentes que me miraban extasiados, encantados de todo aquel conocimiento que pudiera darles. Tan sólo con eso podía irme a dormir con un suspiro de felicidad. ¿Acaso había algo mejor que saber que alguien era más dichoso por lo que tú le habías mostrado?

Torcí por los pasillos lentamente, disfrutando de la suave brisa mañanera y los gritos de ánimo de algunos clubes deportivos, que ya de bien temprano mostraban su fuerza y espíritu vencedor. Sonreí sin darme cuenta, suspirando de la satisfacción de vivir en un lugar con tal aura. En aquella escuela se concentraban dolores, males, problemas y odios profundos, pero también amores, sonrisas, dichas y encantos tan grandes que eran capaces de hacer sonreír casi a cualquiera. Ciertamente, no veía a demasiadas personas de mal humor, lo cual también era una alegría. Miré por una de las ventanas, con las manos cogidas por la espalda por mayor comodidad, y pensé en Micael. Aquel muchacho de mirada triste y cabellos rebeldes en el que tanto había confiado... ¿Dónde estaría ahora? Rezaba por él cada noche y tenía la esperanza puesta en que el cielo escuchara mis oraciones, dándole a aquella hermosa y libre criatura una vida más llena y feliz, o, por lo menos, duradera. No había nada más triste que una vida que terminaba prematuramente... ¿Dónde estaría ahora? ¿Lejos, muy lejos, o tan cerca que ni podría imaginármelo? Sonreí con la inocente idea de que se encontrara en aquella misma institución, aunque sabía que era prácticamente imposible. Nuestros caminos se separaron muchos años atrás y, lamentablemente, lo más probable era que siguieran así por lo que nos quedaba de vida.

Una verdadera lástima.
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Recuerdos y otros problemas [Privado] Empty Re: Recuerdos y otros problemas [Privado]

Mensaje por Micael Eckart Köhler Miér Ago 12, 2015 8:30 am

Ya llevaba unos días llegado a su nuevo departamento y, afortunadamente, había terminado de desempacar y ordenar todas sus pertenencias a tiempo para su primer día de trabajo. De sólo pensarlo sus labios se curvaron en una sonrisa de satisfacción; estaba ansioso por conocer las nuevas instalaciones donde trabajaría.
Con aquella mentalidad salió con una mochila y una caja llena de carpetas y demás cosas que debería tener en su nueva oficina, porque sí, tenía una oficina propia y eso lo hacía emocionarse aún más.
Llegó cuando la clases habían comenzado, el momento perfecto para aprovechar un poco y meterse a ordenar su oficina con cuidado. Las personas que le habían recibido fueron muy amables en mostrarle el camino en esa gigantesca universidad, y si no fuera porque estaba atento al camino, Micael ya se habría olvidado del camino de inmediato.

Entonces, mientras organizaba alfabéticamente una de sus carpetas con archivos y registros, oyó la campanada que marcaba el fin del primer período. Alzó la vista a un punto muerto de la habitación volviendo en sí, pues el tiempo se le había ido bastante rápido y ni siquiera se había dado cuenta, pero ahora que lo pensaba, tenía hambre y mucha, y no era para menos pues no había comido nada desde la noche anterior.
Palmeó su estómago con una sonrisa sobre su rostro, como si estuviese calmándolo de algo, y salió de la oficina; cerró la puerta tras de sí notando que en ella aún no había ningún tipo de placa que reconociese el tipo de salón que era, esa placa estaba dentro de la oficina, pero Micael no quería ponerla hasta ya tener todo listo para comenzar a atender. Aseguró la entrada con llave y se dispuso a buscar la cafetería para comer algo mientras tanto, además, podría aprovechar la caminata para conocer un poco mejor el establecimiento.

Con las manos dentro de sus bolsillos, comenzó a andar con lentitud, sin perderse el más mínimo detalle de donde pudiese mirar. Los alumnos conversaban entre sí por los pasillos y en el exterior también, algunos estaban solos, otro estaban durmiendo y otros, más reducidos, leían o estudiaban por su cuenta. Sonrió con simpatía al ver que todos eran muy distintos, pero también pensó que  muchos de ellos podrían tener un lado que no mostraban a nadie más por miedo, o tenían que cargar con recuerdos dolorosos que los atormentaban día a día. El rubio se detuvo a mitad del pasillo de la nada, pues se vio perdido en sus propios pensamientos; tenía la mirada fija en un lugar en concreto, pero no veía nada.
¿Acaso el también tenía recuerdos dolorosos? Bueno, sí, pero ya los había superado. ¿O no? Sentía que los había superado en parte… ¿Por qué en parte? ¿Por qué siempre que pensaba en ello sentía que había dejado algo inconcluso? Claro que lo sabía, pero no se lo perdonaba.
Por cobardía no había vuelto a la parroquia, por no querer dar cara a los que tanto le habían ayudado y a quienes ni siquiera pudo agradecer. Si hubiese vuelto… ¿Habría visto de nuevo a Lior? Eso hubiese sido bueno. No, más que bueno. Hubiese sido el día más feliz de su vida.
Ahora que lo pensaba, era muy probable que su amigo ya no le recordase, y no sería de extrañar, ¿A cuántas personas como él habría ayudado en su vida? Bueno, era muy lógico que muchas y, por como lo recordaba, lo más seguro es que hubiese hecho muchos amigos. Era demasiado amable, tal vez le hicieron daño en alguna ocasión y él no estuvo ahí para confortarlo ¿Qué clase de amigo se hacía llamar? Era alguien totalmente ausente en la vida de Lior y esa era la culpa que lo atormentaba desde ese día. Quería verlo y disculparse, pero a la vez sentía que se le iba a caer la cara de vergüenza si lo hacía. ¿Dónde estaría? Tal vez seguía en aquella parroquia o tal vez se había movido a otra más grande. ¿Habría aprendido a utilizar las ilusiones? Eso sería genial. Quería verlo.

Sacudió ligeramente su cabeza tratando de despejarse, no era tiempo para pensar en esas cosas. Debía comer algo y terminar rápido para colgar la placa de su oficina. Continuó su camino cabizbaja, es que por más que lo intentaba no podía abandonar ese trance una vez que entraba en él, entonces, en medio de sus cavilaciones chocó su cabeza con alguien. Era duro, pero no tanto como para ser una pared, además había un agradable aroma (que le parecía familiar) a su alrededor. Micael cubrió su cabeza con una mano y retrocedió un paso sin levantar la vista.
—Lo siento, fue mi culpa.— Dijo con rapidez, intentando reanudar su camino sin la intención de iniciar una conversación con ese alguien. Sabía que no era muy agradable con los desconocidos, asique por mientras evitaría los malos ratos.

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Recuerdos y otros problemas [Privado] Empty Re: Recuerdos y otros problemas [Privado]

Mensaje por Lior Karael Bentton Jue Ago 13, 2015 10:10 am

FDR:

Las primeras clases fueron tan tranquilas como acostumbraban a serlo. Los de primero solían ser chiquillos tranquilos que hacían poco más que atender o mirar las musarañas, así que realmente no fueron un problema. Quizá no fueran los más atentos, pero al menos se esforzaban por disimular. Además habían un par de ángeles que me miraban siempre con admiración que conseguían levantarme los ánimos pasara lo que pasara. ¡Eran una monada! Tan interesados y encantadores... Y por si fuera poco, su existencia no era más que la prueba definitiva de que el Señor estaba con nosotros. La primera vez que los vi al llegar a la escuela a punto estuvo de darme un ataque. Eran criaturas realmente hermosas y puras... Definitivamente dignas de ser la mano derecha de Dios. Encontraba una verdadera lástima que algunos se dedicaran a meterse con ellos, pero a muchos no podía culparlos. Si existe el bien existe el mal, y por ende, los demonios paseaban por la escuela con total tranquilidad. No tenía nada en su contra ya que, al menos de momento, no habían hecho más que infantiles jugarretas, pero sería un mentiroso si no dijera que me incomodaban. Debía ser justo con todos e intentar ayudarlos si precisaban ayuda, pero la idea de estar al lado de un hijo de Lucifer raramente abandonaba mi cabeza. Una lástima, porque algunos no eran tan malos chicos. Al fin y al cabo, ¿qué culpa tenían de haber nacido así? Era igual de estúpido que decir que alguien de piel más oscura era el culpable de la crisis sólo por ser así. Estúpido.

Salí del aula con una sonrisa, despidiéndome de aquellos alumnos que me dedicaban una mirada tranquila. Quizá mi clase no fuera la más popular de todas, pero yo me sentía más que satisfecho sabiendo que por lo menos a unos pocos alumnos sí les estaba cambiando la vida. Aunque fuera sólo un poco, aunque no fuera un cambio demasiado importante, era especial. Al final, la fe es lo que nos ayuda a seguir adelante en los momentos más difíciles... Bien podías tener fe en tu familia, un ente espiritual o en Dios, pero mientras creyeras en algo, mientras tu alma se aferrase con fuerza para no caer, estarías a salvo. La vida no deja de ponernos brechas para que caigamos, es nuestro deber intentar mantenernos a flote. De esa manera, tarde o temprano, se llevaba a la felicidad. Costaba, pero... no era imposible. Todo era cuestión de creer.

Con paso tranquilo pero a grandes zancadas fui hacia el comedor, con el estómago deseoso de algo que lo llenara. Medio canturreando una canción inventada en el momento sujeté con firmeza los libros que llevaba encima y comencé a observar a los que iban y venían, encantado por la diversidad que vivía en aquella escuela. En la naturaleza lo diferente podía ser peligroso, como ciertas criaturas que eran llamativas sólo para salvarse, pero también podía significar una mejora. Unas alas más grandes, un pico más corto, una vista más rápida o una columna más erguida. Creía en que el Señora había creado el mundo en escasos días, pero también que la vida se había hecho camino para, poco a poco, volverse más eficaz. Con eso en mente, ¿por qué tantísimas personas decían que debíamos ser todos iguales? En lo diferente estaba la mejora... Además, si todos fuéramos de la misma manera, en cierto modo te enamorarías por igual de tus hermanos, vecinos y amigos, lo cual podría llegar a ser un engorro. Personalmente, creo que la diversidad es lo mejor.

Suspiré y a punto estuve de girar por los pasillos tranquilamente, pero en un rápido vistazo vi algo que no esperaba. Quedé allí parado, sin saber qué hacer, mirando aquella cabeza rubia que tantas noches me había dejado en vela. ¿Era él? ¿De verdad era él? ¿Podía ser que el cielo me hubiera dado una segunda oportunidad? Casi sin respirar traté de moverme, pero mi cuerpo estaba demasiado estupefacto como para obedecer ninguna orden. Tragué saliva, confuso, y lo seguí con la mirada, rezando por haberme confundido. Si... si fuera él... Si de verdad fuera él... ¿volvería a irse? ¿La primera vez fue la manera que tenía Dios de decirme que no me convenía estar con él? ¿O no había sido más que una prueba? ¿Me recordaría? ¿Me odiaría? ¿Qué pensaría de mí? Todas aquellas preguntas que había querido evitar durante años vinieron de pronto a confundirme todavía más, logrando que sintiera que el mundo se me venía abajo. Habían pasado muchos años, pero su imagen seguía grabada en mi retina como lo estaba el recuerdo de la primera vez que lo vi. Cerré los ojos un segundo y, al abrirlos, sentí como su cuerpo chocaba contra el mío. Sí, era él. Aquella voz, aquel aroma... Jamás podría olvidar la rebeldía de su cabello o la tristeza de sus ojos. Aunque había cambiado. Era más grande, más alto, más... valiente. Parecía más dispuesto a luchar contra todo. La idea me gustó, pero no sirvió para relajarme en lo absoluto, y que siquiera se hubiera percatado de mi presencia no ayudaba. ¿No se había fijado? ¿O simplemente se había olvidado de mí? Casi como un acto reflejo me giré y lo cogí por la muñeca con fuerza, incapaz de dejarlo ir ahora que lo había encontrado tras tantos años.

-¿Micael?-pregunté con un hilo de voz, mirándolo a los ojos. No me hacía falta siquiera dudarlo, estaba más que seguro que era él, no había duda... Pero una parte de mí seguía sin creérselo, y necesitaba asegurarse de que aquel milagro no era tan sólo obra de mi imaginación. Pardiez, cuánto lo había echado de menos...
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Recuerdos y otros problemas [Privado] Empty Re: Recuerdos y otros problemas [Privado]

Mensaje por Micael Eckart Köhler Jue Ago 13, 2015 5:30 pm

Micael, aún sin alzar la vista, inició una marcha silenciosa, pasando por al lado de esa persona que era más alta que él. Lo más seguro es que fuese un hombre, pero eso no le llamaba mucho la atención en ese momento; la verdad era que necesitaba despejarse cuanto antes, hacer cualquier cosa le ayudaría a pensar en algo que no fuesen los recuerdos. Y estaba en eso cuando una cálida mano atrapó su muñeca, tomándole desprevenido y deteniendo su marcha. En ese instante frunció el ceño con molestia, es que de verdad no se sentía dispuesto a iniciar una conversación con un desconocido y, además, ya se había disculpado ¿no? Entonces ¿por qué lo detenía?
Pero en cuanto se volteó lo supo, sus ojos carmín se perdieron en el rostro del más alto, y en cuanto oyó su nombre saliendo de entre sus labios el resto del mundo se volvió mudo. Estaba perplejo, anonadado; ¿Cómo podría existir una coincidencia tan grande? O tal vez no había sido una simple coincidencia… era el destino que le deparaba esa sorpresa. Por unos segundos olvidó cómo pronunciar palabra alguna, su labio inferior temblaba en busca de recordar cómo formular una palabra coherente siquiera.

—Lior…— Pronunció con esfuerzo, más diciéndose a sí mismo que en verdad era él. El contrario seguía siendo más alto que él, a pesar de que Micael había crecido bastante desde su última reunión no parecía cambiar mucho ante la estatura de Lior, poseía una voz más grave y lucía más maduro, como todo un aprendiz de la vida. Pero no importaba cómo, Micael podría reconocerlo siempre, no importaba cuánto cambiase siempre iba a encontrar alguna manera de mantenerlo fresco en su memoria.
Después de haber despejado su letargo con unas cuantas pestañeadas, una extensa sonrisa se dibujó en su rostro ¿Cuántos años habían sido? Bah, no importaba en ese momento, y no se esforzaría mucho en recordarlo. Ahora lo tenía frente suyo y, a diferencia de lo que pensaba sólo hacía unos minutos atrás, más que miedo, vergüenza o cualquier otra cosa, una ola de felicidad invadió su pecho de lleno, ocasionando que sus palpitaciones aceleraran a mil como volviéndolo a una vida de la que se creyó ausente, de la que pensó, no volvería a ser la misma. Unas palpitaciones tan fuertes que podrían marearlo de seguir así. —¡Lior!— Repitió en una exclamación, parecía que esa fuese la única palabra que recordaba en ese momento.
Casi por acto reflejo, se colgó  de los hombros de su amigo, rodeando su cuello con ambos brazos y riendo con sutileza, sin saber cómo más descargar su felicidad. Aún no se le ocurría que decir, no imaginaba cómo iniciar una conversación con él después de tanto tiempo. Así que sólo esperó a que sus risas nerviosas se calmaran para luego soltar una suspiro de alivio.

—Perdón.— Musitó un poco más apenado, se le hacía difícil tocar el tema de su desaparición de años atrás. Tampoco estaba seguro de si a su amigo le incomodaba tanta cercanía repentina, pero Micael se había sentido dichoso de ser recordado por el otro y no pudo evitarlo, ni siquiera lo había planeado o se lo había imaginado en todos esos años por si la oportunidad de reencuentro se daba; fue algo netamente de ese momento, que surgió con sólo reconocer a su amigo. Se separó con lentitud, en su rostro perduraba una tenue sonrisa dolorida —No me sorprendería que estés enfadado conmigo…— Admitió desviando su mirada un poco contrariado por lo fácil que se le hacía hablarle a Lior. Sin duda, era distinto a todos los demás.

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Recuerdos y otros problemas [Privado] Empty Re: Recuerdos y otros problemas [Privado]

Mensaje por Lior Karael Bentton Jue Ago 13, 2015 6:47 pm

Oír su voz pronunciar mi nombre fue como un regalo caído del cielo. Sí, definitivamente era él. Ay, cielo mío... ¡cuánto, cuánto lo había echado de menos! Sus bromas, comentarios sarcásticos e ideas alocadas; las noches que me incitarme a quedarme más tarde de lo que el padre Craft, en paz descanse, permitía, tan sólo para mirar las estrellas, hablando de aquello y de lo del más allá; su respirar tranquilo estando nervioso y las miradas llenas de cariño que me dedicaba de reojo; las tardes en las que nos dedicábamos a limpiar la parroquia, riendo y bromeando a escondidas. Sus ojos, encantadores y llamativos, perfectamente a juego con aquella melena viva y alocada que no podía ser domada ni por el más fiero de los peines. Su sonrisa, suave, delicada, y más cautivadora que cualquier curva femenina. Y aquella voz, alegre e infantil, que ahora se me antojaba mucho más madura, pero igualmente tierna. Lo había echado de menos todo, hasta el último centímetro... Poder abrazarlo de nuevo paró mi corazón unos segundos, demasiado feliz como para poder seguir latiendo. Y de nuevo se activó al oír aquel susurro en mi oído, como si desde ese instante aquella fuera la única manera de que siguiera funcionando. Fue un pensamiento fugaz, una idea alocada y sin cabida en el presente, pero pensé que si volviera a enamorarme de él, definitivamente no me importaría.

Lo estreché con fuerza entre mis brazos, dichoso de poder hacerlo. ¿Cuánto tiempo había pasado ya? ¿Diecisiete años? Demasiado tiempo. Ay, cielo mío, demasiado tiempo... Pero ahora tenía la ocasión de volver a empezar, de tener a mi amigo de nuevo a mi lado, y esta vez sin nada que nos separara... Suspiré tranquilo, reparando en que, definitivamente, su cuerpo había cambiado. Ya era todo un adulto, sano y fuerte, y poder comprobarlo me hacía la persona más feliz del mundo. Lamenté querer acaparar tanta alegría para mí solo, pero pensé que si Dios me había dado esa segunda oportunidad debía aprovecharla. Respiré su olor, sintiendo cómo mi corazón daba otro vuelco. Sí, seguía oliendo igual...

Reí alegremente, soltando unas cuantas carcajadas relajadas. Lo levanté del suelo unos segundos, aprovechando el agarre en mi cuello, y reí de nuevo entre dientes, dejándolo en el suelo con delicadeza. Si no se hubiera separado de mí por iniciativa propia, bien podría haber estado toda la mañana abrazándolo. No podía evitarlo, se sentía tan bien... Pero mejor centrar mi cabeza, que ya me estaba dejando llevar por mis ñoñerías y terminaría soltando estupideces por culpa de los nervios. Porque sí, estaba nervioso, y más que nunca. ¡Incluso más que cuando el padre Craft me nombró sacerdote! Por suerte las ganas que tenía de saber todo lo que le había pasado en aquellos últimos años impedían que mostrara nada de aquellos alocados pensamientos.-Micael-sonreí, encantado de poder nombrarlo sin hablarle al aire, o rezando para que estuviera a salvo-Eras y sigues siendo la persona más importante para mí. Te conozco y sé que no te hubieras ido tan de golpe si no fuera por una buena razón, así que no te guardo ningún rencor.-aseguré risueño, mirándolo con los ojos llenos de cariño, demasiado extasiado como para poder explicarme mejor-Y no lo digo porque esté tan feliz que podría morir.-bromeé riendo suavemente, sin dejar de mirarlo. Sin poder aguantarme más volví a abrazarlo, estrechándolo con fuerza.-No sabes cuánto me alegro de que estés bien...-susurré, realmente satisfecho de su llegada.


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Recuerdos y otros problemas [Privado] Empty Re: Recuerdos y otros problemas [Privado]

Mensaje por Micael Eckart Köhler Jue Ago 13, 2015 10:52 pm

Se sintió bien entre los brazos de Lior, tal vez sólo porque se trataba de él. A pesar de ser firmemente aferrado al cuerpo ajeno, no se sintió prisionero, sino como en casa. Eran tantos los recuerdos felices que ahora bombardeaban su cabeza, estaba estúpida y perdidamente feliz en medio de aquellas imágenes fugaces y placenteras.
En cuanto fue nombrado nuevamente por el mayor, su nerviosismo aumentó, aunque no lo demostrase explícitamente tenía miedo al rechazo. No, más bien, a que Lior lo rechazase, pero en cambio, sus palabras fueron amables y tranquilizantes. ¿Cómo había podido olvidarlo? Lior era así, lo había conocido con esa amabilidad, esa filantropía y esa dulzura; sólo él podía ser así, sólo Lior era capaz de decirle ese tipo de cosas, de confiar plenamente en su persona tan abiertamente. Rió con timidez al sentirse identificado con el propio sentimiento del más alto. Micael también podría morir en ese momento de la felicidad y era enserio, pues sus palpitaciones no le daban tregua en lo más mínimo.

Aún no procesaba del todo las palabras del mayor cuando fue estrechado nuevamente entre sus brazos. Un poco tímido, o arrepentido quizá, escondió su rostro en el cuello del más alto. Buscando refugio de sus propias culpas. Aprovechando ese momento para absorber un poco de su calidez y aprovecharla como solía hacer en esos tiempos. Con sus dedos se agarró firmemente a la ropa de la espalda de Lior.
— Gracias…— Murmuró en un hilo de voz —Lamento haberte preocupado. Estoy muy feliz de que también estés bien— Sí, Micael supo con esa simple frase que Lior había estado preocupado por él y por su repentina desaparición. Aunque no le guardase rencor se lamentaba por haberlo preocupado tanto tiempo.
Las palabras del mayor eran como un suavizante a todos sus males y una cura a todas sus dolencias. Se sentía afortunado de alguna vez haberlo conocido. —Te extrañé mucho, enserio.— Sin darse cuenta estaba temblando. El alivio que sintió al no ser rechazado era tan extremo que sus ojos querían expresarlo en lágrimas, lágrimas que se negaba a dejar caer y por eso el porqué a su trémulo cuerpo. Ni siquiera cuando era un chiquillo fue llorón, por eso ahora se negaba a serlo.
Alejándose del cuello del mayor, miró tras su espalda y notó que el pasillo yacía vacío para su fortuna. Tenía un impulso por contarle lo que había logrado tras esos años, bueno, en realidad quería contarle todo, pero la razón principal por la que estaba ahí y no precisamente como estudiante. —Logré estudiar psicología, ahora tengo un trabajo estable acá. ¿Podremos vernos más seguido de ahora en adelante?— Se separó del abrazó del más alto con una extensa sonrisa que difícilmente se eliminaría por un buen tiempo. —Necesitas contarme muchas cosas, hombre.— palmeó suavemente su brazo y, bajando su mirada apreció con emoción el tatuaje en el brazo de Lior, no se había borrado tras todos esos años. Eso era bueno. —Dime, Lior. ¿Has podido crear bellas imágenes?—  Su voz denotaba dulzura y ansiedad al mismo tiempo, quería saber si al menos lo último que había hecho esa noche le había dado buenos momentos durante su ausencia.

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Recuerdos y otros problemas [Privado] Empty Re: Recuerdos y otros problemas [Privado]

Mensaje por Lior Karael Bentton Vie Ago 14, 2015 12:24 am

Negué la cabeza y acaricié sus cabellos con suavidad, dejando que mis dedos se perdieran levemente en aquella corta y poco cuidada cabellera dorada. Antaño, cuando la inocencia nos rodeaba y los pensamientos manchados de dolor no nos habían siquiera rozado, habíamos repetido aquella misma escena cientos de veces, sonriendo, bromeando, y abrazándonos con fuerza para celebrarlo todo. Que siguiera con vida pese a la dura enfermedad que había sufrido, que Dios hubiera sido generoso y nos hubiera dejado conocernos, que nuestros destinos parecían unidos para siempre... Tras su huida pensé que aquello último no era más que una mentira. No mentiré: tras el dolor y el afecto que sentía hacia el más pequeño, llegué a odiarlo. Lo odié por dejarme solo, por irse sin dar ninguna explicación, por dejarme con aquel secreto grabado en mi brazo que me hizo sudar sangre para mantenerlo seguro... y por marcharse sin darme la oportunidad de decir lo que sentía por él. Por suerte aquel odio fue superado y tapiado rápidamente por el cariño que seguía sintiendo, y pronto dejé de lado todo mal pensamiento para desear únicamente que, estuviera donde estuviera, viviera a salvo. Por nada del mundo quería que sufriera, por mucho dolor que me causara. Él era mí... protegido. Desde que llegó a la parroquia pasó a estar bajo mis cuidados, hasta cuando ya estuvo plenamente recuperado. Por ello y mucho más me veía incapaz de desearle nada malo, aunque ciertamente en su momento hubiera creído que se lo mereciera. Ahora daba gracias a que el cielo no hubiera escuchado esas ideas.

-No te preocupes, lo importante es que estás bien y puedo abrazarte de nuevo.-sonreí contra su cabello, estrechándolo con un poco más de fuerza. Por mucho tiempo que lo sostuviera entre mis brazos, no podía terminar de creer que realmente estaba ahí. Era raro, e increíblemente maravilloso.-Y yo a ti.-murmuré incapaz de matizar la alegría de su voz, algo temblorosa de la emoción. Hinché mi pecho hondamente, sintiéndolo chocar contra el del menor con una comodidad inexplicable, y respiré tranquilo, sintiendo que de seguir así comenzarían a dolerle las mejillas de lo mucho que sonreía. Pero no podía ni borrarlas ni cambiarlas, pues eran una muestra de la bomba de felicidad que había estallado frente a mi puerta. Me preocupé al sentir su -para mí- pequeño cuerpo temblar, y temeroso de que le estuviera haciendo daño solté algo mi agarre, a sabiendas de que en ocasiones no controlaba del todo la fuerza. Lo último que deseaba era hacerle daño... Sin embargo, al separarse de él, me di cuenta de que aquel temblor no era más que el fruto de la emoción que el joven sentía, incapaz de sacarla fuera como su cuerpo le pedía. Por instinto y sin pensar lo cogí suavemente del mentón, acercándolo con delicadeza, y estampé un cariñoso y delicado beso. Apenas fue un roce, pero fue suficiente para transmitir lo que quería decir. "No pasa nada, estás en casa". Sabía que en ciertas cosas no era muy sentimental, pero quería dejar claro que, por muchos años que pasaran, a mí no me importaba nada de lo que hacía.

-¿De verdad?-preguntó maravillado-¡Cuánto me alegro, eso es una gran noticia!-exclamé emocionado, imaginándome todo lo que podríamos hacer ahora que nos habíamos reencontrado-No, en realidad ahora que nos hemos visto me iré para no volver. Debo regresar con los míos.-bromeé algo irónico, risueño. Nunca se me habían dado muy bien las bromas, pero la pregunta no merecía menos. ¿O acaso pensaba que iba a dejarlo ir ahora que sabía que viviría cerca de mí de nuevo?-Te contaré todo lo que he hecho en estos últimos diecisiete años, pero creo que será mejor con una taza de té y algo de comer, ¿no crees?-pregunté gustoso de la idea de pasar una cómoda tarde a su lado, sin nada más en lo que pensar. Dirigí una mirada al brazo y ensanché la sonrisa, mirándolo con cariño aumentado-Más de las que creí que sería capaz de imaginar.-asentí, encantado.


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Recuerdos y otros problemas [Privado] Empty Re: Recuerdos y otros problemas [Privado]

Mensaje por Micael Eckart Köhler Dom Oct 18, 2015 8:08 pm

Apenas se soltó del estrecho abrazo, pues era uno de aquellos que tanto había extrañado durante tantos años, Lior parecía no haber cambiado en nada; pues aunque Micael hubiese crecido y hubiese adquirido las características de un adulto, seguía sin superar la estatura del castaño, ni siquiera podía comparar el trabajado cuerpo del otro con el suyo propio, que era fruto de años de estudio sin dedicarse a ningún deporte en específico y comiendo poco por costumbre. Elevó la mirada y antes de poder procesarlo siquiera, su mentón fue acogido, y él hospedó los labios del mayor con sorpresa, sin alcanzar a reaccionar para hacer un movimiento o sonido al menos. Pero no importó mucho, se limitó a sonreír ligeramente, bajó su mirada con un poco de confusión, intentando explicarse lo que recién había pasado, pero nada venía a su cabeza, sólo se encontró con un estúpido manto blanco que le arrebató la capacidad de pensar claramente. Estaba más estúpido de lo normal.
De alguna manera, sin embargo, se sintió bien; era como una bienvenida, una acogida que le hacía sentir de vuelta a algún lugar importante. A pesar de que Micael había podido vivir por sí mismo, seguía estando solo y era aquella soledad la que no le permitía en gran parte sentirse bien consigo mismo, aunque estaba estable económicamente, no podía asegurar lo mismo en el ámbito sentimental. Hasta ahora.

Asintió con efusividad, sin ser capaz de eliminar la curvatura positiva de sus labios, se sentía feliz de que Lior se mostrara tan amable y sincero como lo recordaba de aquellos tiempos —¿Y tú? ¿Qué estás haciendo acá?— Aunque tenía una vaga sospecha, no podía confirmarlo hasta preguntárselo personalmente a su castaño amigo, la intriga por saber más de él le hizo brotar aquella pregunta en un santiamén.
Al parecer, Micael no comprendió en el mismísimo instante la broma del mayor, alzó una ceja y giró su cabeza ligeramente preocupado ¿Tal vez debería seguirlo donde fuera? ¿O tal vez debería darle su espacio para no parecer que se había vuelto un acosador? Pero, no tenía ganas de separarse de él de nuevo… entonces, ¿qué podía hacer?
Todos aquellos pensamientos vagaron por su mente en casi un segundo a tiempo real, no fue hasta que escuchó su risa que comprendió que era una broma, entonces volvió a respirar con normalidad y rio con sutileza. —Ah… me asusté por un momento.— Admitió tocando su pecho con la punta de sus dedos, soltando una exhalación de alivio total y mirándole con una sonrisa torcida, pero no cruel. En cuanto escuchó la propuesta, amplió su sonrisa. —Tú sí sabes, justo ahora moría por comer algo.—

No pudo evitar extender sus manos y rozar el tatuaje con cuidado, tocando con gentileza la piel del contrario. —Me alegra mucho saber eso, de verdad.— Alzó su mirada para encontrarse a la de Lior, estaba un poco contrariado con la felicidad del momento, asique se alejó un paso hacia atrás y volteó, sin dejar de mirarle de reojo con una pueril sonrisa. —Entonces, ¿vamos? Muero por comer algo mientras me cuentas muchas cosas más.— Estaba totalmente decidido a pasar el mayor tiempo posible con Lior, ese día, el siguiente y todos los que venían después; podía parecer pesado, pero ese lado dependiente aún perduraba en él. Como cuando eran jóvenes y lo seguía a todas partes como una sombra, ahora, muy probablemente, resultara de la misma manera.


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Recuerdos y otros problemas [Privado] Empty Re: Recuerdos y otros problemas [Privado]

Mensaje por Lior Karael Bentton Mar Oct 20, 2015 12:52 pm

-Ahora soy profesor de religión.-expliqué con una sonrisa, mostrando, sin poder evitarlo, la emoción que sentía al decirlo. Adoraba compartir mis conocimientos con las mentes más jóvenes -aunque realmente muchos me superaran por varios cientos de años. Así mismo, de hecho, era algo que no extrañaba tanto. Desde pequeño me habían educado para terminar siendo sacerdote, con doctrinas estrictas y formas de pensar que, ciertamente, yo aborrecía desde la más tierna infancia. En muchos momentos me topé con más de un problema por ello, pero casi nunca me había dejado vencer del todo. Y aunque cierto era que, durante un tiempo, cumplí con los deseos del padre Craft, Micael mejor que nadie sabía que lo mío en verdad era ayudar a entender aquello que ni la ciencia ni la lógica podían explicar. Fácilmente podría describir la sensación que tuve al saberme profesor por primera vez como una de las más liberadoras de mi vida. Claro que es inevitable que termine predicando en alguna que otra clase, pensé divertido, recordando bastantes caras aburridas en, prácticamente, todas mis clases.-Claro que la mayoría de mis alumnos desearían que dejara de serlo.-reí tan animada y relajadamente como siempre.

-Perdona. Sabes que nunca se me han dado bien estas cosas.-me disculpé sin perder ese deje desenfadado que solía acompañarme a todas horas. De hecho, recordaba una ocasión en la que el padre Craft me estaba echando la bronca por haber tirado una pintura de nuestra santísima Madre de Dios, María, mientras limpiaba, y en un intento de quitarle hierro al asunto -debía de tener unos ocho años, así que realmente no terminaba de entender lo que significaba aquel cuadro- hice una broma. Sin embargo, igual que ahora, eran difíciles de entender si no eran acompañadas por una risilla de las mías, por lo que creyó que me estaba riendo de él y aún terminé añadiendo dos semanas más de castigo a la que ya de por sí tenía. Ahora lo pensaba y me hacía gracia, aunque en su momento fue muy pero que muy frustrante. Menos mal que sus castigos consistían en releer la biblia, hacer resúmenes de ella, y limpiar más a fondo la iglesia, cosas que ya de por sí disfrutaba hacer.-Entonces vayamos. Yo no tengo más clases por hoy, así que si te parece podemos hablar hasta que se ponga el sol.-propuse ensanchando la sonrisa. Teniendo en cuenta su trabajo era más que probable que tuviera cosas que hacer, pero no podía evitar emocionarme con la posibilidad de pasar horas y horas oyéndolo hablar, como cuando éramos pequeños.

-Por supuesto.-reí entre dientes mientras caminaba con suavidad hacia la cafetería, queriendo alargar cuanto más posible mejor la caminata. Quizá se hiciera tedioso, ¿pero qué más podía hacer, sino tratar de rascar minutos de donde no había para deleitarme con su hermosa cabellera rubia? Y su dulce voz, tan harmoniosa con aquellos cálidos ojos que siempre lograban derretirme el alma. Respiré hondo, sin dejar de observarlo, pensando que, bien mirado, era muy probable que el pequeño volviera a robarme el corazón. Algo que, definitivamente, no lamentaría.-¿Qué quieres que te explique?-pregunté sin saber muy bien por dónde empezar.


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Recuerdos y otros problemas [Privado] Empty Re: Recuerdos y otros problemas [Privado]

Mensaje por Micael Eckart Köhler Miér Ene 06, 2016 12:52 am

Extendió una sonrisa a más no poder, como hacía tiempo no sonreía. —¿De religión? ¡Te viene perfectamente!— Admitió soltando una audible risa, no burlesca, por supuesto, sino que de verdad se esperaba algo así de Lior. Siempre había sido muy atento con los demás aunque él mismo no lo notara, estaba pendiente de ayudar en cuanto pudiera y le encantaba todo ese rollo de explicar cosas, algo que Micael no podría hacer ni aunque le pagaran o se lo rogaran, simplemente no estaba ni cerca de tener las aptitudes del castaño.
Acompañó la risa del mayor con la suya e hizo un ademán para negar la última sentencia.  —No lo creas, de seguro a más de alguno le gustan tus clases, sino, no las tomarían. Además eres bastante distinto a esos viejitos que se ponen a charlar por media hora y al final no dicen nada con esa voz que te tienta a dormir en clases.— le codeó buscando subirle la moral un poco. Vaya, aunque pasaran los años, pareciera que Lior nunca terminaba de ganar confianza en sus propios actos, aunque estos fueran, en su mayoría, realizados a la perfección.

—No tienes que disculparte...— bajó la cabeza por unos momentos  —debe ser porque estoy muy nervioso justo ahora y no lo entendí bien.— Jugó con su cabello despeinándolo un poco más de lo que solía llevarlo. Mentiroso. Era casi imposible verlo nervioso, pero si no eran nervios entonces él tampoco sabía de qué podía tratarse, no era broma si decía que en ese mismo instante se sentía a punto de caer hacia un abismo sin fondo, Dios, era tan horrible que le daban unas ganas de darse unas buenas cachetadas para despejarse un poco más la cabeza. Si seguía así Lior pensaría que se había vuelto un tonto con el tiempo. Pero seguro no se lo diría, sólo imaginarse la ilimitada amabilidad de Lior causaba un dolor en Micael. El hecho de que no se enfadara, que no le recriminara nada ni que le dijera cobarde le hacía más difícil el castigarse a sí mismo por lo que había hecho, sentía que de verdad todo estaba bien y que en cualquier momento despertaría y todo lo que estaba pasando en ese momento se derrumbaría. Volvió a alzar la vista con una sonrisa mejor preparada. Era como una felicidad de a ratos.  —¿Enserio? Eso suena genial, entonces, te robaré todo tu día… Ah, no...— Llevó una mano a su mentón y recordó todo el rollo de su oficina, soltó un suspiro un poco cansado, si hasta se había emocionado con la idea de pasar el resto del día con Lior, pero el trabajo es trabajo y no puede fallar en su primer día.  —…aún tengo cosas que organizar en mi oficina. ¡Pero una vez termine te robaré el tiempo que sobre de tu tarde!— Le señaló como si le estuviera amenazando. Correspondía la sonrisa del más alto y bajó su dedo luego de decir lo dicho.

Iba unos dos pasos por delante de Lior cuando notó que su andar era más lento de lo que recordaba, Micael se detuvo hasta que el otro lo alcanzó y se acopló a su ritmo. Al menos así se haría un poco más largo el camino.  —Bueno, si lo dices de esa forma, tampoco se me ocurre mucho que preguntar...— rio entre dientes hasta que recordó algo  —Ah, el padre Craft. ¿Está bien?— Micael no dudaba en que aquel hombre se habrá preocupado también por su repentina desaparición, de verdad quería saber qué había pasado con él durante sus años de ausencia y sólo Lior podría saberlo mejor que nadie.
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Mensaje por Lior Karael Bentton Miér Ene 06, 2016 2:35 pm

Mi mirada se tiñó de cariño al verlo sonreír de aquella manera. Era la criatura más encantadora que había conocido en toda mi vida. ¡Y había conocido a muchas! Desde niños tan inocentes que lograban que hasta el más malvado quisiera protegerlos hasta adultos hechos y derechos que volcaban su vida a cuidar de los demás. Pero Micael, sin duda, se llevaba la palma. No se me ocurría nadie que sonriera de forma más dulce que aquella, con las mejillas ligeramente sonrojadas por lo que entendía como emoción y los ojos llenos de entusiasmo. Parecía tan feliz como yo por habernos reencontrado, lo que me llenaba el pecho de aire fresco como si jamás lo hubiera probado. La mayoría todavía guardarían rencor por lo que hizo, por haber desaparecido tan de pronto sin decirme nada, dejándome con una carga que a duras penas pude llevar. Sin embargo, si lo hiciera no estaría siendo justo. Primera, porque estaría juzgando al niño que fue, no al hombre en el que se había transformado. Segunda... ¿cómo se puede odiar a alguien que abandonó el único hogar que conocía, donde estaba a salvo y rodeado de personas que lo querían, para protegerte? No tenía cabida en mi cabeza, y cada vez que lo miraba a los ojos me convencía más de ello.

-Vaya, me alagas mucho.-reí, más que animado-Aunque eso es verdad. Para bien o para mal todavía no se me ha dormido nadie en clase, que yo sepa.-sonreí recordando algunas expresiones malhumoradas y aburridas, pero ningún párpado caído.-Sigues siendo tan bueno como te recordaba.-sonreí con cariño, mirándolo con ese aprecio que no era capaz de ocultar. Incluso cuando el malo era yo, incapaz de hacer una triste broma, él se echaba parte de la culpa. Le di otro repentino abrazo, sintiendo que, realmente, el día que me cansara de sentir su cuerpo contra el mío sería porque habría muerto. Al separarme, mi sonrisa prevalecía dibujada.-Me dejaré secuestrar más que encantado.-acepté satisfecho de que se mostrara tan entusiasta, aunque algo decepcionado al saber que, pese a todo, nos tendríamos que separar. La idea no me gustaba demasiado, lo admito. Una parte de mí quería cogerlo, llevarlo a mi casa y dejarlo allí para no volver a perderlo. Me daba un miedo atroz verlo marchar para que desapareciera otros diecisiete años. ¿Quién sabía si para cuando nos separáramos volveríamos a encontrarnos? La vida daba muchas vueltas, y, que el Señor no lo quiera, los problemas siempre estaban a la vuelta de la esquina.

-Oh.-musité, dibujando una cruz sobre mi cuerpo.-Me temo que el padre Craft murió hace cinco años.-expliqué bajando la mirada, algo decaído. Recé por él en silencio, pidiéndole a Dios, una vez más, que cuidara de aquel hombre. Fue severo y tozudo, pero fue mi padre, dijeran lo que dijesen las pruebas de paternidad. Para mí no fue solo un mentor.-Pero murió en la cama y en paz, sin dolor, así que tuvo un final tranquilo. Teniendo en cuenta que tenía ochenta y tres años, no se me ocurre mejor final.-comenté esbozando una pequeña sonrisa para quitarle hierro al asunto. Ya estaba superado, pero seguía queriendo a Craft.-¿Dónde has vivido durante estos años? No tuvo que ser fácil encontrar hospedaje...-pregunté para cambiar a un tema más alegre.
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Recuerdos y otros problemas [Privado] Empty Re: Recuerdos y otros problemas [Privado]

Mensaje por Micael Eckart Köhler Miér Ene 06, 2016 4:18 pm

Su risa se volvió más tenue quizás por la vergüenza, no era que lo estuviese halagando, según Micael estaba diciéndole totalmente la verdad. —¿Ves? Ahí tienes un punto a favor, si tus clases fuesen tan terribles ya habría más de alguno que no entraría al salón de vez en cuando— le afirmó con tal seguridad que pareciese saberlo todo. Le miró casi interrogante ¿Él, bueno? Mica no pensaba así de sí mismo, bastaba con recordar cómo era su actitud frente a extraños para que se pusiera como objetivo ser alguien más agradable. Aún mirando curioso al castaño, fue tomado desprevenido entre los brazos de Lior. Nuevamente tenía aquel aroma rodeándolo intensamente, su pecho se estrechó con presura y solamente atinó a rodear el torno ajeno con sus manos y juntarlas tras la espalda del más alto. Ahora podía sentir que esta se volvió más ancha y fuerte.

En cuanto el otro aceptó, Micael quedó maravillado. Era exactamente lo que quería, su petición había sido repentina y hasta un poco egoísta, por ello mismo temía que el mayor lo rechazara con amabilidad, pero al no ser esa temida respuesta, entonces el rubio se sintió más complacido que nadie. Soltó una risa y palmeó con suavidad el hombro ajeno. —Creo que este es el secuestro menos forzado de la historia.— Admitió con su permanente sonrisa. Ahora que tenía la palabra del castaño, no dejaría pasar la oportunidad aunque tuviese un pequeño obstáculo como lo era el ordenar sus cajas llenas de carpetas y documentos dentro de la oficina. Si era necesario la limpiaría a la velocidad de la luz.

La noticia le cayó como un cubo de hielo, de repente su sonrisa se congeló y estuvo unos segundos en silencio; era lógico, todos debían morir en algún momento, pero no dejaba de ser repentino. Si hubiese sido el joven de antes, se hubiese echado a llorar sin pensarlo dos veces, pero ya no podía permitirse el verse así. Formuló una sonrisa triste, cinco años, si hubiese ido al convento sólo cinco años atrás de seguro todo habría cambiado en ese momento. Habría sido todo distinto hacía cinco años.
—Y-ya veo...— con sus dedos jugó con la punta de su flequillo. —Me alegra saber que vivió bastante y se fue sin dolor...— formuló una sonrisa. —Debió ser duro para ti, era tu padre ¿no?— Ahora se arrepentía un poco de haber preguntado, pero, nuevamente, la sonrisa del contrario le hizo calmar su pulso… o acelerarlo. No tenía idea. El abrupto cambio de tema le confundió un poco, pero rápidamente se puso al corriente para contestar mientras recordaba lo mejor que podía.
—Bueno… al principio tuve que trabajar para poder por pasar la noche en cualquier lugar, a veces tenía suerte y alguien me ofrecía ayuda por algunas noches gratis, fue difícil, pero estaba tan ocupado que no me daba el tiempo de deprimirme.— Soltó una risa audible. —Cuando entré a la universidad fue uno de los caos más grandes de mi vida, pero de a poco pude arrendar un departamento lo suficientemente grande para mí.— Ya no podía pensar en esos momentos con amargura, estaba totalmente recompuesto y se sentía más que bien con lo que tenía ahora.
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Mensaje por Lior Karael Bentton Miér Ene 06, 2016 4:46 pm

-Supongo que tienes razón.-reí alegremente. Para bien o para mal no solía pasar lista. Hacía alguna que otra prueba para basarme en algo a la hora de poner las notas, pero me parecía mucho más importante hacerles entender las cosas que otra cosa. Muchos de los que vivían allí era, literalmente, demonios. Por ende tenían una predisposición a hacer el mal o, como mínimo, provocar algún que otro desastre de tanto en tanto, pero yo estaba seguro que uno, si quería, podía luchar contra eso. Igual que por tener padres violentos uno tenía que serlo, por el simple hecho de ser una criatura malvada no implicaba que realmente tuvieran que serlo. Con fuerza de voluntad, costumbre y algo de fe todo era posible. ¡Solo era cuestión de ponerse a ello! Sabía que esa idea no era muy popular y que en general no surgía efecto alguno en los muchachos... pero me contentaba con plantar la semillita de la duda. Si había uno, uno solo que se planteara una vida mejor, entonces ya podía darme por satisfecho.

-Entonces llamémoslo "tomar un humano por prestado sin que este oponga resistencia".-bromeé con una sonrisa en la cara-Y todavía podríamos añadirle "con té y pastas de por medio".-reí, divertido por mi propio chiste sin gracia. Era malísimo, no tenía sentido y mi escasa habilidad para decirlo de manera que hiciera reír le quitaban todo lo bueno que pudiera tener, pero no pude evitarlo. Era una tontería, pero me encantaban las tonterías. Parecía una tontería que fuera a pasar algo relevante viniendo a trabajar aquí, ¡y mírame ahora! Hablando con Micael, a quién creía desaparecido y, en los peores momentos, muerto. Mi querido Micael... ¡Todavía saltaba interiormente de alegría por tenerlo de nuevo a mi lado!

-Padre adoptivo.-especifiqué, aunque legalmente solo llegó a ser mi tutor. ¿Pero cómo llamar a quien te había criado de una manera tan fría, casi como si se hubiera tratado de un extraño? Yo no podía. Era como... como borrar todo el cariño que me había dado. Aun en sus mejores momentos fue terco, sí. Detallista, sí. Exigente, sí. Serio y rebuscado, sí. Pero fue un buen padre. Me enseñó todo lo que sé, alimentó y mimó cuando lo necesitaba, aunque fuera a su manera. Incluso una vez me preguntó si no querría ir en busca de los familiares que todavía me quedaban una vez supe quiénes eran mis verdaderos padres. Para mí, fuera como fuese, fue el mejor padre del mundo.-De eso hace ya muchos años. Prefiero pensar que nos cuida desde allí arriba.-me encogí de hombros antes de esbozar otra sonrisa tranquila, mirando el cielo por la ventana. Estaba seguro de que nos vigilaba y guiaba por el buen camino. No había duda.

-Me alegro. A veces los momentos más difíciles son los mejores.-asentí, alegrado de que, pese a dura, la vida de mi pequeño amigo hubiera resultado satisfactoria.-¡Oh! Pero aquí en la universidad nos dan casas a los profesores y al personal. Estoy seguro de que si pides una casa no tendrás que pagar tanto como en la ciudad.-expliqué intentando esconder la emoción. Me imaginaba a Micael viviendo a apenas dos minutos de mí y... Dios, casi me sentía como un adolescente enamorado otra vez. Casi. Más o menos.
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Recuerdos y otros problemas [Privado] Empty Re: Recuerdos y otros problemas [Privado]

Mensaje por Micael Eckart Köhler Miér Ene 06, 2016 6:37 pm

Hasta que finalmente cedió. Micael ya se estaba convenciendo de que se había vuelto más duro convencerlo de lo que quisiese, pero ni tanto. Asintió dos veces como si hubiese ganado algo y pensó en lo bien que se lo estaba pasando en ese momento. Si alguien los viera seguramente no lo creería, ni él mismo podía creérselo de todo, ir a encontrarse en un lugar como ese, donde el pasado de Micael ya no podría alcanzarlos era como un sueño. Seguramente seguría sintiéndolo como un sueño al día siguiente, y el siguiente a ese… probablemente no lo creería hasta que ya pasara mucho tiempo, no sabía si el destino había sido bueno o malo con ellos, pero de seguro ahora Micael aprovecharía esta segunda oportunidad.

La broma del castaño le dio la gracia suficiente para extraerle un bufido, al menos, pero así podían llamarlo después de todo. ¿Qué haría con Lior una vez estuviesen desocupados? Seguramente hablar hasta el cansancio, o comer, a Micael le encantaba comer no importaba qué. Siempre las charlas iban mejor de la mano de algo delicioso. Aunque en su tiempo como estudiante no comía mucho por el tiempo, el rubio ahora tragaba como agujero negro y ni rastro de haber crecido la barriga, lo cual era bueno, muy bueno para mantener una de sus aficiones como lo era comer en gran cantidad… ¿Desde qué momento ahora se centraba todo en la comida? ¡Estaba con Lior, al lado suyo! Seguramente el castaño era el único que podría distraerlo suficiente como para callar su estómago.

—Me gustan las pastas.— le sonrió amable. —Aunque ahora creo que comeré algo poco, no sé, tal vez unas galletas o algo así.— Casi se le había olvidado que iban camino a la cafetería a comer algo. —¿Tú vas a comer algo también? Déjame que te invite.— Ah, ahora no quería llegar a la cafetería, sabía que desde ahí el tiempo pasaría muy rápido y eso era lo que menos quería ¿Cómo ralentizar el paso? No se le ocurría ninguna manera, era la persona menos imaginativa del mundo.

Le otorgó una mirada preocupada, soltó un suspiro y sonrió. —Cierto, mi error.— Había que decir las cosas como eran ¿no? Lior tenía padres biológicos, igual que él. Estiró sus brazos hacia adelante para sentir sus propias manos que de hacía un rato había olvidado. —Sí, seguro está allí mirando cómo te esfuerzas.—

—Cierto, si le miras el lado bueno, no es tan malo como se oye.— Admitió despeinando su nuca e inmediatamente le observó con una expresión de incredulidad. —¿De verdad? Eso suena tan conveniente… Lo haré, pediré una en cuanto pueda.— Le sonrió extensamente. —Tú debes vivir en una ¿no?—

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Recuerdos y otros problemas [Privado] Empty Re: Recuerdos y otros problemas [Privado]

Mensaje por Lior Karael Bentton Miér Ene 06, 2016 7:11 pm

-¿El pastel de manzana con chocolate y nata sigue siendo tu favorito?-pregunté esperando que aquellos detalles no hubieran cambiado. Recordé sin quererlo una fiesta de cumpleaños en la que la madre del niño que la celebraba pidió que pudieran hacer allí parte de la fiesta, para que la criatura siguiera los valores de dios y que pese a las tentaciones que el mal le ofreciera cuando fuera mayor pudiera llegar al cielo. Supuse que, esencialmente, era un intento para que el niño, de unos doce años, no probara el alcohol unos años más tarde. En cualquier caso, como agradecimiento la buena mujer nos dio la mitad de una tarta que habían preparado. En teoría era para el padre Craft, pero él odiaba los dulces. Pese a tener una higiene bucal más que aceptable tenía tendencia a tener caries. Al final terminó repeliendo casi todo lo que llevaba azúcar, alegando que así estaría más sano. Pero yo sabía que una vez a la semana se comía en secreto una magdalena glaseada, tan feliz como una perdiz. Sonreí al pensarlo. Fuera como fuese, Micael y yo terminamos por quedarnos el pastel, y no creo recordar una noche tan tranquila como aquella. Comimos, bromeamos, reímos ampliamente. Pero creo que siempre recordaré la expresión satisfecha que se le quedó a mi querido amigo cuando probó el dulce por primera vez. Sus tiernas mejillas escarlata, con las pupilas brillando a la tenue luz de la cámara, tan relajado que bien podrían haberlo confundido por un simple estudiante, sin más problemas que un examen de matemáticas. Mucha parte de aquella belleza seguía presente hoy día. Y no sabía cuánto me alegraba de ello.-Comeré algo, pero no sería justo que tu invitaras.-me quejé sin que me molestara realmente. A cada cosa que hacía, más ganas tenía de estar con él.

Miré el cielo una vez más, esperanzado. Tener a Dios guiándome ya era un consuelo, pero saber que el padre Craft velaba por mi seguridad era uno de mis pilares. Necesitaba creer que estaba bien, que no había vivido sin sentido alguno. Y maldito sea el día en el que piense lo contrario. Miré al rubio y sonreí suavemente, respirando hondo para volver a un estado alegre y relajado.-Así es. A unos dos minutos de aquí, si vas en línea recta.-expliqué señalando una dirección con el dedo. Si se miraba bien, hasta se veía el tejado sobre las copas de los árboles. Era un paisaje hermoso.

Finalmente, reticentes, llegamos a la cafetería, donde la charla se alargó hasta que ambos olvidamos qué hacíamos allí.


-TEMA CERRADO-
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