Lior Karael Bentton

Lior es un hombre de aspecto tranquilo, pese a que sea alto (llega al metro noventa) y de constitución robusta. Gracias a su mirada afable y la sonrisa relajada que suele mostrar no parece nunca amenazador, y eso es precisamente lo que busca. Pesa aproximadamente unos ochenta quilos, con las espaldas anchas y las extremidades largas. Su cabello es de un común color castaño, al igual que sus ojos, pequeños y cansados. Suele llevar el cabello suelto y algo largo, hasta un poco más arriba de los hombros, aunque cuando supera esa medida se lo corta por mayor comodidad; no demasiado, pues le gusta cuando el viento le remueve el cabello. A veces puede lucir como un hombre maduro y ya entrado completamente en la edad adulto, así que ya se ha acostumbrado a que le digan que parece que tenga unos cuarenta años. A él no le molesta, pues se lo toma como un cumplido. Gusta de llevar el clásico traje negro de dos piezas de los curas hasta dentro dando clase, collarín incluido. Tiene un tatuaje en el antebrazo derecho, y siempre, o la mayoría de las veces, queda tapado por sus ropas. Al menos eso intenta. Aunque no es alguien que disfrute especialmente con el deporte, tiene el cuerpo fuerte, pues está acostumbrado a trabajar. No se lleva la cruz de su cuello más que para dormir y ducharse, y en ocasiones suele complementarlo con un par de pendientes con el mismo símbolo. Tiene las rodillas marcadas de rezar cada día, la tez algo morena y las manos callosas y fuertes. Cuando quiere pasar desapercibido se pone una capa negra que le llega hasta algo más arriba de los tobillos.

Lior es la típica imagen del sacerdote bueno y amable. Tiene mucha paciencia, sabe cuándo esperar y siempre (o al menos eso intenta) ve el lado bueno de las cosas, pues cree que, de otra forma, los demonios ganarían si dejara que el pesimismo hiciera mella en su corazón. Cuando se enfada trata de controlarse aunque la vida le vaya en ello, negándose a hablar de mala manera con alguien o a herirlo. Está totalmente en contra del dolor innecesario y ayudará a todo aquel que precise su ayuda. Es un gran devoto de Dios, aunque no intenta nunca inculcar sus creencias en los demás o hacerse oír sobre otras muy distintas. Considera que cada uno tiene su propio Dios aunque no se niegue a verlo, y que la misión de cada uno es verlo por sí mismo, aunque extraño sería a que se negara a ayudar a alguien en encontrar su propia luz. Aunque es un ferviente seguidor de las palabras del Señor, no está de acuerdo con muchas de las cosas que predica la iglesia, por lo que le molesta que lo critiquen llamándolo "extremista" o cosas parecidas. Nada más distante de la realidad. Hace años se dio cuenta de los errores que los humanos habían cometido en la interpretación de la sabiduría de Jesús, y por eso ahora intenta predicar la que cree él que es la verdadera y correcta, aunque sabe perfectamente que hay muchas personas que no pensarán nunca como él. A esas intenta evitarlas, pues no soporta pelearse con alguien por eso. Cree con toda su alma que, si todos somos los hijos de Dios, no puede ser que algunos estén "enfermos" o sean "menos" que otros. Un padre quiere y respeta a todos sus vástagos, sean como sean, así que él hace lo mismo.

"Yo no creo en un Dios todo poderoso que inculque leyes absurdas y que obligue al hombre a obedecerlas bajo castigo. Eso es alguien que fuerza y oprime, un dictador, no Dios. Dios tuvo la paciencia de crearnos, enseñarnos, mostrarnos el camino y dejarnos escoger. Gracias a eso tú, yo, y ése del más allá estamos aquí, vivos, respirando, disfrutando y sufriendo una vida que el amor nosle ha brindado. Dios no es alguien malo que escoja quién vive o quién muere. Él nos da la vida, y deja que nosotros, con nuestras acciones y nuestros corazones vulnerables, prediquemos sus enseñanzas o el odio. Él no tiene poder sobre nuestras vidas, pero sí en nuestra esperanza, y lo que podamos vivir en el más allá. Dios es un padre, es un tío, un buen amigo que te acoge cuando más lo necesitas y te cobija bajo su brazo protector. Y no importa si te gustan los chicos, las chicas, si tienes la piel más oscura o clara; si vienes de aquí o de allá, si piensas así o asá; si te gusta ésto o lo otro. No importa, porque todos somos sus hijos, y un padre, un verdadero padre, no puede odiar a sus hijos ni hacerles daño. Dios es bueno, pero en ocasiones no entendemos sus palabras", como suele decir.

Cree que en toda mala acción hay un lado bueno, un lado honrado, por pequeño que sea y por doloroso que pueda llegar a parecer. Intenta no juzgar a las personas por sus malos actos, pues todos pecamos y todos nos arrepentimos. Trata de aprender de sus errores y sacar algo bueno de todos ellos, para así crecer y convertirse en una mejor persona. No está en contra del sexo fuera del matrimonio siempre que haya amor, respeto, y cariño de por medio, pues no hace falta prometerse amor eterno para cumplirlo, según él. Sin embargo no es algo que le guste hacer demasiado, ya que, aunque no niegue que le guste el sexo, no es un tema que le resulte sencillo de tocar. Prefiere no dejarse llevar por los instintos básicos y primitivos, así que si puede se mantiene alejado de eso.

Lior fue criado en un orfanato al norte de Alemania, pues sus padres, por lo que supo más tarde, murieron cuando apenas era un recién nacido en un accidente de coche. Allí lo criaron bajo las clásicas y estrictas reglas cristianas, le enseñaron a tocar el piano, a predicar sermones y a mantener siempre la fe en Dios. El padre Craft, a quien tenía más estima, siempre cuidó de él como un hijo propio, pues según él "mostraba habilidades propias de un buen sacerdote". A los diez años lo adoptó como pupilo, pues en esa edad, y en un pueblo perdido en el campo, era muy difícil que alguien fuese a adoptarlo. Así su adiestramiento se hizo más estricto e intenso, y aunque Karael lo agradeció, se fue sintiendo cada vez peor, pues estaba cada vez más seguro de que lo que le enseñaban era erróneo. A los quince años era un muchacho obediente y servicial, pero sin vida en los ojos ni esperanza en las venas. Comenzó a plantearse, en privado y sin decírselo a nadie, si lo que hacía estaba mal, si lo que le enseñaban realmente era una mala interpretación de lo que dijo Jesús. Al principio pudo esconderlo, pero esas dudas hicieron mella en la fe que mostraba en las clases del padre Craft, y éste terminó dándose cuenta de que algo le pasaba al pequeño. Una tarde decidió hablar con él, y Lior, asustado, acudió a la cita. Nunca olvidará ese día. Discutieron, gritaron, y dijeron cosas de las que después ambos de arrepintieron, pero aquello sirvió para que Karael estuviera más seguro que nunca de lo que pensaba. Sin embargo, al seguir bajo la tutela de Craft tuvo que seguir bajo sus enseñanzas durante varios años más.

Cuando faltaba poco para que cumpliera los dieciséis un muchacho de su más o menos su misma edad, rubio y de mirada débil, llegó a su parroquia, enfermo y en un estado crítico de salud. Lior lo cuidó a conciencia, casi sin separarse de él. Aunque sabía que todos morían por una razón y que sólo Dios podía entenderla la mayoría de veces, le pareció injusto que alguien tan joven pasara por aquello. Sin embargo, y contra todo pronóstico, consiguió recuperarse, y alegando no tener ningún lugar al que ir, se quedó en la pequeña iglesia, ayudando a Karael en sus tareas del día a día. No tardaron en hacerse amigos. De la amistad vino la confianza, y de la confianza el conocimiento de que, al igual que Dios, él también podía amar a todos. Para cuando se dio cuenta de que estaba enamorado de aquel muchacho ya no podía hacer nada al respecto, y el miedo volvió a llenar su cabeza. ¿Y si el padre Craft tenía razón y estaba cometiendo pecado? ¿Iría al infierno? Sin embargo, pronto abandonó aquellos temores. No entendía cómo Dios podía odiar a alguno de sus hijos por amar limpiamente a un ser querido.

Medio año tras la aparición del extraño muchacho decidió declararse, aunque jamás llegó tal oportunidad. La noche en la que pensaba hacerlo lo encontró dibujando símbolos extraños, y por un momento temió haberse quedado prendado de alguien controlado por Lucifer. Pero la mirada del rubio le arrancó el miedo de cuajo y decidió escucharlo, tratando de ser lo más objetivo posible, aunque su corazón latía con fuerza y las manos le temblaban.

"Yo no soy alguien malo, lo sabes. Si alguien más viera esto, lo más seguro es que quisieran exorcitarme. Sin embargo no estoy loco, ni soy malo, ni hago cosas malas... Tú lo sabes. Sólo... hago magia. Está en mis venas. Quizá piensen que me envía el demonio y que quiero hacerles daño, pero por Dios, Lior, he creado cosas tan bellas... A una niña le arreglé su muñeco favorito, y conseguí que una muchacha riera tras la pérdida de su amado. Podría hacer crecer las flores más hermosas en pleno inverno y crear el mayor arco iris que hayas podido ver jamás sin una gota de lluvia. La magia no es mala, pero las personas la usan para cosas malvadas, cosas que hacen daño. Pero yo no soy malo. Y tú lo sabes". Loir lo escuchó atentamente, quedando prendado de cada una de sus palabras como si oyera hablar a un mismísimo ángel. Le pareció que todo aquello era una locura, algo ilógico, pero pensó, también, que aquel chico era demasiado especial como para ni siquiera intentarlo. Hablaron toda la noche, hasta cuando el toque de queda hubo sido anunciado, y Karael no pudo estar más satisfecho de ello. Aquel chiquillo de ojos tristes le mostró lo más bello que había visto nunca, cosas que jamás hubiera osado imaginar ni en sus pensamientos más alocados, y le enseñó que, realmente, lo más hermoso puede estar escondido en aquello que más miedo dé. Y allí, con los ojos emocionados y más felices que nunca, le ofreció compartir aquel curioso poder con él. Lior no tuvo que pensárselo demasiado.

Al despertar tenía un rojizo tatuaje en el brazo, escrito en símbolos que nunca supo interpretar, y era capaz de crear figuras que, de otra manera, nunca hubiera podido ver. Eran falsas, intocables, sin alma ni emoción, pero parecían tan reales... Al menos, pensó más tarde, con los años, le sirvieron como consuelo cuando se dio cuenta de que al mismo tiempo que su vida había descubierto una nueva puerta, otra se cerraba y ardía con fuerza. Tras aquella mágica noche no volvió a ver al muchacho que tanto le había enseñado, y los siguientes años estuvieron llenos de dolor y oscuridad para Lior. Sin esperanza, fuerza y lleno de pesar lo único que le levantaba el ánimo eran las imágenes que proyectaban sus ideas sobre aquel jovenzuelo, eternamente frescas en su mente. Al cumplir la mayoría de edad se fue del pueblo, buscando desesperadamente empezar de nuevo con sus ideas dispares y sus recuerdos magullados. Pasó el resto de su vida enseñando en escuelas de distintos lares, tratando de predicar la pureza de las palabras de su Señor a los más jóvenes, sin la dureza de su maestro y con el amor de su antiguo amor.

Decidió ir por propio pie a la escuela Solche, creyendo que ya era hora de tener más contacto con los "suyos", deseando poder conocer un nuevo mundo con la impaciencia de un niño y la tranquilidad de un anciano.

Gustos:
-Tocar el piano
-Enseñar y predicar la palabra de Dios
-Los días tranquilos
-La gente que piensa como él, o que al menos no lo critica por ello
-La canción "Shake It Out". Es su favorita, y siente que lo identifica en gran medida
-Ver anochecer
-Acabar sus tareas sin contratiempos
-Recordar a su pequeño rubio de mirada triste
-Leer
-Encontrar cosas hermosas en lo que da más miedo
-Ver el tiempo pasar, sin prisa y sin pausa, y sonreír al darse cuenta que no le tiene miedo
-Las voces agudas
-El amor
-Los niños, aunque no en el sentido en el que muchos mal piensan
-La lluvia

Disgustos:
-Las personas que lo critican por creer en Dios
-Cuando está cansado y nota el cuerpo cansado y no puede parar a descansar
-No poder rezar
-Ponerse triste
-Sentir que sus demonios lo acechan
-Las cosas que desafinan
-El odio
-Los finales tristes
-No poder ser positivo
-No ser capaz de ayudar a las personas
-Los días ajetreados en los que no puede hacer nada de lo que ha planeado, o no puede hacerlo bien
-Cuando lo tratan de loco al hablar de su religión
-Las personas que discriminan a los demás por ser como son
-Que lo tachen de pederasta o algo parecido
-Las casas vacías

Habilidades:
-Se le da bien tocar el piano
-Es bueno hablando
-Rara vez pierde los estribos, así que es bueno tratando con personas "difíciles"
-Ver lo bueno en lo más malo es una de las cosas que mejor se le da
-Las cosas como coser o hacer manualidades no se le dan mal
-Cuidar a los niños es uno de sus grandes placeres, y con los años ha aprendido a tratar con ellos con mucha maña

Poderes:
-Aunque es mago, su especialidad es crear ilusiones. Dura cinco post; necesita un post de descanso.

Debilidades
-Sus ilusiones no pueden tocarse, ni olerse, ni sentirse de ninguna manera más que de forma visual, así que para algunas situación es más bien una inutilidad que tan sólo le da unos pocos segundos de reacción. Por otro lado, no puede "esconder". Es decir: puede hacerte ver un conejo, pero no podrá hacer que dejes de ver la mesilla de noche que tienes en tu cuarto. Puede hacer que no te fijes demasiado en ella, pero poco más. Por otro lado, sus poderes vienen de su tatuaje, y aunque parte del poder se ha filtrado por su cuerpo con los años, cuanto más dañen los símbolos, menos poder tendrá (las ilusiones parpadearán, se verán poco reales, etcétera).

-Puede que esté fuerte, pero no es bueno en la lucha, así que no es demasiado difícil dejarlo fuera de combate. Encima, como está en contra de la violencia, no opondrá demasiada resistencia más que para asegurarse que no acaba muerto. Al menos siempre que no tenga que proteger a alguien. En ese caso preferirá morir antes que dejarse ganar, aunque eso tampoco lo deja en muy buena posición, pues sigue siendo un negado para las peleas.

"La boca abierta al calor, como lagartos, medio ocultos tras un sombrero de esparto"

-Aunque hace ya mucho que no está enamorado de Micael, el chiquillo rubio, lo sigue recordando con cariño, y mantiene la esperanza de que algún día lo volverá a ver. Reza por su seguridad todas las noches.

-Le encantaría tomar un pupilo o formar una familia.

-Prefiere los colores vivos a los apagados.

-Aunque la norma es que se sienta acompañado por Dios, en ocasiones se desanima y piensa que morirá solo, sin nadie que lo acompañe hacia el más allá cuando llegue el momento. Le suele pasar cuando piensa demasiado en Micael.

Nombre real del personaje: Kirei Kotomine

Nombre del anime/manga/videojuego, etc: Fate/stay night