a palos y piedras (privado con Miu Nafre)

Por fin las clases se habían acabado, le gustaba lo que estudiaba, pero aún así a la larga le hacía sentir incómoda estar tanto tiempo sentada sin hacer nada más que prestar atención y tomar apuntes a lo que el profesor decía. El timbre sonó y como si se tratase de un resorte, Miu se levantó de su asiento y guardó las cosas en su mochila con rapidez para dejar el salón. Le gustaba practicar luego de clases, variando entre Voleibol y Kung Fu; ¿Qué haría ese día? De camino a la cancha donde solía entrenar se fue pensando en ello y antes de salir completamente del edificio se fijó que en su mochila hubiese algo de comer. Sonrió cuando divisó una manzana; al menos no se moriría de hambre.

Se detuvo a unos metros de un desconocido que entrenaba quien sabe qué, solo en la cancha. Ladeó un poco la cabeza sin reconocer el deporte, pero sí la chaqueta que llevaba puesta. Y cómo no si era de la misma fraternidad a la ella pertenecía. Se acercó con sigilo por las espaldas de ese joven desconocido, tratando de no llamar su atención y dio un salto lo bastante alto y largo como para llegar a un lado del joven y darle una brutal palmada en la espalda, en su estadía dentro de Solche vio que muchos hombres se saludaban de aquella forma e imitándolos trató de entablar confianza de esa forma tosca. —Buenas, joven deportista. ¿Qué es lo que practicas tan concentrado?— Dijo casi gritando debido al entusiasmo y el ánimo del momento, escabulló su brazo sobre los hombros del joven y le abrazó con camaradería fugaz. —Es primera vez que te veo por aquí... dime, ¿Eres nuevo o algo así?—

Pestañeó con una sonrisa en los labios, mientras escuchaba lo que decía el joven de cabellos blancos. Se veía tan serio que Miu se preguntaba si alguna vez ese chico había hecho alguna expresión distinta, como sonreír o llorar. Guardó silencio por unos segundos más, no es como si la seriedad ajena hubiese puesto tenso el ambiente o algo parecido, para nada, e incluso si hubiese sido de esa forma la joven Dragón no se hubiera percatado de ello para nada. —Entonces sé muy bienvenido pequeñín— Respondió mientras sonreía y estiraba su mano a modo de saludo, esperando que ésta fuese estrechada por el joven, quien había comenzado a practicar Kendo nuevamente. Miu frunció el ceño a la par que inflaba las mejillas en signo de molestia, "¡Dios! Que alguien le enseñe a hacer una buena presentación~" Gruñó para si misma, ignorando el hecho de que había sido ella la que en primer lugar había interrumpido al otro. Sin resignarse dio un saltito para colocarse frente al otro y entrar en su campo de visión.

—¡Ejem! ¡Ejem!— comenzó por llamar su atención, e estos casos podía llegar a ser una total pesada. —Soy Miu Nafre, y espero que nos llevemos bien— volvió a estirar su mano y sonrió forzadamente, no porque no quisiera sonreír en el momento, sino porque la tensión de volver a ser ignorada le molestaba, y estaba segura que si eso pasaba saltaría sobre el recién llegado y le daría aunque sea un coscorrón.