Kaim von Stauffenberg

Tiene el pelo de color castaño muy claro, hasta el punto de parecer rubio, liso, y con el flequillo peinado hacia un lado, de manera que su ojo derecho queda tapado. Sus ojos son de color verde claro, apagado y poco llamativo. Lleva un traje de apariencia muy cara, haciendo alusión a su muy buena economía, y esta consta en una camisa blanca a rayas azules con un escudo cerca del hombro izquierdo, un chaleco blanco abotonado en el medio, pantalones del mismo color, una corbata negra, y unos guantes y botas de cuero de color marrón oscuro. Encima, si es que lleva alguna chaqueta, una gabardina negra larga gruesa, que le llega hasta poco más abajo de las rodillas. En general es un chico risueño, acostumbrado a lucir una expresión alegre y dulce, acorde con sus palabras afables.

Tienes muchas cicatrices esparcidas por todo el cuerpo, aunque son pequeñas y quedan más o menos disimuladas. La más profunda y grande es una que tiene en la ceja derecha, que queda siempre tapada gracias a su peinado. No le da vergüenza que se la vean, así que, cuando le apetece, se aparta el flequillo. Esto es más común de lo que parece, aunque suele hacerlo cuando está solo, pues le resulta más fácil trabajar así. Su rostro es de facciones suaves, dulces y relajadas, con la nariz pequeña y la cara ligeramente alargada. Según cómo se vista o comporte, casi parece un niño. Por otro lado, tiene toda la apariencia de un chico bien, llevando siempre algún objeto o prenda de valor considerable. Cuando se enfada se queda serio, con la vista fija en lo que le ha tocado la moral, y, a no ser de que esté en medio de una conversación, preferirá quedarse callado. Por otro lado, si está realmente cabreado, y sólo si hay una pelea de por medio, adoptará las típicas expresiones de alguien irritado.

Es alto, fuerte, y de complexión normal. A primer golpe de vista puede parecer pequeño, pero eso se debe a su aspecto inocente. Sin embargo está bastante musculado, fruto de entrenamientos y batallas. Gracias a la ropa que lleva, más o menos ancha, no se nota demasiado.

Es, en toda regla, un hipócrita. Mientras que se muestra amable y atento con la gente, lo más seguro es que esté pensando que eres un idiota indigno de su maravillosa presencia. Es racista, machista, clasista, y unos cuantos "istas" más, cree fervientemente que hay personas superiores a otras, considerándose a sí mismo muy por encima de los demás. Llama a la gente común "la pelbe" y "parásitos" para sí mismo. Es una persona que se enfada con facilidad si se tocan ciertos temas, aunque con el tiempo ha ganado mucho autocontrol, por lo que, a no ser de que sea una situación en la que pueda comportarse como le dé la santísima gana, intentará no mostrar lo furioso que está. Una vez "encendido" es violento, y tarda bastante en conseguir relajarse. Disfruta de hacer sufrir a los que están por debajo de él, luciendo siempre una sonrisa sádica cuando lo hace. Se podría decir que es Yandere, aunque no sabe qué significa. Disfruta de manipular a las personas y lo hará siempre que le venga bien, aprovechando su apariencia dulce. Rara será la vez que no busque su propio beneficio, y todavía más rara será la vez en la que haga algo que no le convenga o favorezca. Pese a todo, y por muy difícil que sea de creer, es tranquilo, y no usará la fuerza si no lo ve necesario, ya que "no merecen que les haga tanto caso", según él. Sin embargo, y aunque no lo quiere aceptar, hay veces que se siente muy tentado en romper esa costumbre.

Cuando lucha va a por todas, sin ningún respeto por la vida ni lo que ésta supone. Es poco empático, pero eso no significa que no pueda, por ejemplo, enamorarse o sentir cariño por alguien: simplemente lo hará de una forma algo bizarra. Es muy orgulloso, pero, de nuevo, se controlará todo lo posible por no mostrarlo, pues sabe que puede ir en su contra en cualquier momento. Es una persona muy digna, incapaz de hacer cualquier cosa que vaya a afectar a su dignidad. No se doblegará ante nadie que no sea mejor o superior que él, y, en tal caso, lo hará gustoso, obedeciendo fielmente. Si por el contrario el que intenta controlarlo es un "parásito" preferirá morir antes que acatar cualquier orden, aunque ésta lo beneficie sobremanera. Es calculador, retorcido e incapaz de entender que, a veces, las personas hacen cosas buenas sólo por ser buenas; cree que siempre hay un motivo detrás, y llegará a imaginarse cosas que, al menos para él, tienen todo el sentido del mundo.

Si se topa con alguien con el que pueda dejar de fingir será más el mismo, considerando a esa persona como a un igual (o, al menos, alguien digno de él) y, curiosamente, estará más tranquilo, serio, y callado. Realmente sólo es arisco y "malo" con los "parásitos". Con el resto de el mundo es bastante amigable, esbozando pequeñas sonrisas sinceras y hablando poco, pero diciendo lo que piensa. Es fiel a sus aliados, y un dolor de cabeza a sus enemigos. Le cuesta coger confianza con las personas, y una vez o hace tendrías que cambiar bastante como para que la perdiera, pues sabe por experiencia propia que, en ocasiones, las personas se ven forzadas a cambiar más de lo que querrían.

Kaim fue el tercer hijo de cuatro en una familia adinerada y poderosa alemana, criado a conciencia para seguir el ejemplo de su padre. Aunque a veces se sentía frustrado por no poder heredar nada, su padre puso todo su empeño en conseguir que todos sus hijos menores (en orden de edades: Claus, Kaim y Freud) entendieran que, precisamente por no poder heredar nada, si conseguían algo tendrían más mérito. Con los años Gilbert, el mayor, alcanzó la mayoría de edad y trabajó junto a su padre en el negocio familiar. Los tres pequeños, con una diferencia de edad bastante grande con su hermano, seguían aprendiendo y esforzándose por lograr algo por sí mismos.

Sin embargo estalló la primera guerra mundial, y tanto su padre como sus dos hermanos mayores tuvieron que alistarse. Su padre, un científico especializado en lo "divino" (intentaba crear magia) consiguió no ira  al frente por sus investigaciones, pero Gilbert no tuvo la misma suerte. No tardó en llegar la noticia de que había fallecido. El progenitor de la familia, frustrado y terriblemente dolido por la pérdida, se encerró en su laboratorio y trató de crear "el arma definitiva". Pasaron varios años, y, lamentablemente, Claus sufrió la misma suerte que su hermano mayor. Finalmente el experimento tuvo sus frutos, pero para poder gritar "Eureka!", necesitaban a alguien que sirviera de recipiente. Kaim, quien sólo tenía ocho años, se ofreció voluntario.

Hubieron muchos intentos de que los poderes se adhirieran, todos fallidos, y por cada prueba, por cada error, Kaim salía con una herida nueva. Sus manos se llenaron de cicatrices y marcas, productos de los constantes golpes que recibía al tratar de activar su poder. Finalmente, cuando ya parecía que todo aquel esfuerzo había sido en vano, el pequeño, de diez años de edad, por fin dio positivo. Kaim parecía poder controlar la tierra y derivados, y aprovecharon ese poder para la guerra. Sin embargo, el escaso entrenamiento y el final de la guerra impidieron que llegara a ser de utilidad. El proyecto quedó abandonado aparentemente. Kaim "desapareció" y nadie supo nada de lo que habían planeado, pues los archivos quedaron destruidos "accidentalmente", y todos los involucrados o murieron o no tuvieron más opción que cerrar la boca.

Veinte años después, por fin estuvo listo tras duros entrenamientos en los que prácticamente no tuvo contacto con nadie. Actuó siempre a escondidas, en unos pocos golpes que finalizaron con un índice de éxito más que bueno, ganándose así el mote de Mancha verde. Lamentablemente no pudieron actuar más que un puñado de veces, pues Kaim quedó capturado por un grupo rebelde, y no pudo liberarse hasta que el partido su bando prácticamente había perdido. Desde entonces Kaim huye, a sabiendas de que, si descubrieran qué hizo, para qué, y lo que sabe, su vida podría torcerse de manera muy negativa. Con el tiempo aprendió que fingiendo ser lo que no era, aunque la idea no fuera para nada de su gusto, estaba más a salvo de las amenazas. Una vez supo de la existencia de la escuela Solche decidió apuntarse como profesor, aprovechando su eterna apariencia joven y su habilidad para fingir.

Gustos:
-Los días tranquilos
-Los que merecen su atención
-El color rojo
-Recordar sus momentos de gloria
-Las mujeres hermosas
-Las personas que no le incordian
-Cuando puede dejar de fingir
-Leer
-El café
-Las conversaciones interesantes
-Los perros, especialmente si son grandes

Disgustos:
-Las personas que se empeñan en incordiarlo por pensar que es una buena persona
-Las personas que lo irritan hasta el punto de no poder controlarse
-Cuando tiene que dar clase a alumnos "ineptos"
-Los "parásitos"
-Los niños
-Los días con demasiada luz
-Que alguien pueda llegar a descubrirlo y ponerlo en peligro
-Las historias sin gracia, especialmente las históricas. Que retraten mal el pasado lo pone de los nervios
-El té
-Las conversaciones banales
-Los gatos, y, en general, el resto de animales

Habilidades:
-Lee rápido
-Gracias a su entrenamiento, domina varios tipos de artes marciales
-Es un gran actor
-Por alguna razón, los bailes de salón se le dan bien, aunque realmente no ha tenido muchas oportunidades de practicarlos
-Como buen aristócrata, tiene unos modales impolutos

Poderes:
-Control de la tierra: puede controlar la tierra y derivados de ésta (arena, polvo, etcétera) y manipularla a su antojo. Ejemplos: 1, 2, 3, 4, 5, 6 (pero no con tanto detalle). No puede mover grandes cantidades de tierra y tampoco puedes apresar a nadie con "gran fuerza" ni por mucho tiempo. Dura de cinco post; necesita dos de reposo.
-Última opción: es una ramificación de su poder principal. Durante un corto periodo de tiempo puede atacar con más precisión y potencia. Ejemplo: para activarlo, ejemplo de lo que puede llegar a hacer Parte de la energía perdida se recupera momentáneamente. Dura un post; necesita de post seis de reposo.

Debilidades:
-Al controlar la tierra puede golpearla sin sufrir grandes daños, pero, si lo hace repetidamente, sus manos quedarán gravemente dañadas, pues ya las tiene "gastadas" de por sí. Parece una tontería, pero se pasa la mayor parte del tiempo tocando, golpeando y manipulando ese elemento. Si sus manos quedan inutilizadas, le costará mucho más controlar la tierra. Por eso lleva guantes. A medida que el combate avanza, por culpa de la primera debilidad, cada vez va perdiendo más el control que tiene sobre la tierra.

-Última opción: más o menos lo mismo que Control de tierra, pero con los efectos aún más fuertes. Si tiene que usar ese poder es que sabe que le queda poco, por lo que, estando más desesperado, es probable que actúe de forma más bruta. Además, una vez se haya acabado el tiempo en el que pueda usar dicho poder, estará en su límite, quedando muy cerca del desmayo.

-Cuando adquirió los poderes se "unió" a la tierra, así que, aunque no sea un gran fan, necesita la luz para mantenerse sano y fuerte. Si está demasiado tiempo a oscuras se debilita, le entran grandes dolores de cabeza y se vuelve más irascible.

"La boca abierta al calor, como lagartos, medio ocultos tras un sombrero de esparto."

Armas: tiene una pistola escondida en su cuarto por seguridad y morriña, aunque a veces tiene que controlarse para no llevarla consigo

-Al volverse un elemental, por alguna razón (seguramente un efecto secundario de las constantes pruebas), su cuerpo empezó a crecer más lentamente. Durante la guerra tenía el aspecto de un chiquillo de quince años, y ahora no parece tener más de veinte.

-Después de la guerra se casó, aunque la muchacha murió al dar a luz, al igual que el bebé. Kaim se lamentó durante un tiempo por su hijo, aunque nunca consideró la muerte de su mujer una gran pérdida.

-Que él sepa, no queda nadie de su familia con vida.

-Sólo se pone el flequillo delante del ojo cuando quiere fingir. Realmente lo considera muy incómodo y estúpido, pero lo hace para tener un aspecto más inocente y entrañable.

Nombre real del personaje: Luxemburgo
Nombre del anime/manga/videojuego, etc: Hetalia