¡Primer Encuentro! {Szayel K. Landeger}

Sus piernas corrían con todo lo que podían mientras una gota de sudor resbalaba desde su sien pasando por su mejilla y finalmente caer de su cara en una parte de su mentón. Llevaba corriendo desde que se despertó, pues se había despertado tarde, y tal vez no era algo de qué preocuparse pues Miu era bastante rápida y llegaría en dos o cinco minutos a su clase; pero llegar en dos o cinco minutos no era de ayuda si ya llevaba casi media hora atrasada. Se lamentó mentalmente mientras jadeaba, en el camino ya había chocado con unos cuantos estudiantes, resbalado en las vueltas de los pasillos y llegando a caer en algunas ocasiones, además de subir las escaleras correspondientes para llegar al salón que le correspondía. Dio vuelta a un último pasillo y frenó dos metros antes de llegar al salón, sus pies se deslizaron por el piso y gracias al roce logró quedar perfectamente detenida frente al salón al que debía entrar, exhaló y luego abrió la puerta, con una sonrisa descaradamente despreocupada sobre su rostro. —Buenos días~ ¿Llego muy tarde?— Canturreó mientras daba un paso dentro. Todos se giraron a verle y pudo jurar que su profesor la estaba asesinando con la mirada; tragó saliva un poco preocupada. Pronto se vio totalmente echada del salón y obviamente regañada por el profesor a gritos mientras sus compañeros se carcajeaban. La joven dragón no estaba segura si les hacía gracia la situación cómica que protagonizaba junto al profesor o simplemente se burlaban de ella por su irresponsabilidad. Y finalmente estaba allí, parada en medio del pasillo analizando las últimas palabras dichas por su maestro: "¡Ve a hablar con el consejero!".

Luego de dar unas vueltas por Solche y preguntar por un lugar donde podría encontrar al consejero del recinto, se encaminó a un salón donde tendría que esperarle para hablar con él, al parecer era alguien solicitado. Entró en silencio al salón que estaba vacío y se sentó en una de las sillas, dejando su mochila en el piso al lado de una de las patas del mueble. Había tanto silencio que se sentía algo sola, desde su lugar miró por la ventana, aguantándose un momento las ganas de levantarse y finalmente rindiéndose a los pocos segundos. Fue a la ventana, abriéndola y sentándose en el marco de ésta. Si caía desde ese lugar se daría un buen golpe -realmente se dejaría media muerta, pero esto lo ignoraba-. Se distrajo un rato mientras miraba varias cosas que el paisaje le ofrecía. Luego, como si un par de cables hiciera contacto dentro de su cabeza, recordó el por qué estaba ahí y a quién esperaba… si mal no recordaba el nombre del consejero era Szayel, era atractivo y nunca antes había sostenido una conversación con él. Ahora tenía más curiosidad por conocerle, torció su espalda para mirar hacia la puerta esperando a algún signo de su aparición, pero no, nada. Se alzó de hombros y se giró nuevamente para mirar por la ventana, no era quién para llegarse a molestar por la espera, sería altamente descarado. Hace poco había llegado ridículamente tarde a clases, bueno… si lo pensaba bien había llegado tarde a clases durante toda la semana; ladeó la cabeza, tal vez era por eso que el maestro estaba tan molesto, rió ligeramente pues no se había percatado de esto con anterioridad.

Bueno, ahora podría aprovechar el encuentro con el señor Szayel para hablarle acerca de unas cuantas cosas que le estaban preocupando. No todo era tan malo.

Estaba segura que esa nube hace unos minutos era más grande y más esponjosa. Su cuerpo se sacudió casi imperceptiblemente cuando sintió aquella voz a sus espaldas, no había sentido a nadie ingresar al salón por lo que le tomó por sorpresa. Se dio media vuelta y encontró ahí al señor Szayel, sonrió y descendió del marco de la ventana, se paró derecha y a continuación hizo una leve reverencia. —¡Buenos días! No se preocupe no esperé casi nada.— Estaba tan perdida en el lejano mundo de la distracción que ni cuenta se había dado de cuánto llevaba esperando, por lo tanto, no sabía si lo que recién había dicho era una mentira o no. Dio unos pasos dirigiéndose hacia la silla en donde se encontraba apoyada su mochila y se sentó en esta, recogiendo su mochila y poniéndola sobre sus piernas. Suspiró, nunca antes había estado ahí, y no sabía qué hacer o cómo comenzar. Sacudió sus piernas con impaciencia y finalmente se vio en la necesidad de aclarar el por qué se encontraba en ese lugar. —Uhm... el profesor, dijo que viniera a verle. Así que aquí estoy.—

Miró a varios lados, fijándose por primera vez en la apariencia del salón aparte de las sillas, se fijó en las paredes y sus colores, en el piso y en cada cosa que se le atravesaba por el campo de visión. Sintió un vacío en su estómago y lo asoció con el hambre por lo que abrió su mochila y de ella extrajo un paquete de galletas que no se tardó en abrir y comenzar a comer de él. Iba por la tercera galleta cuando se percató de que comía como si nada frente al consejero, ¿Dónde habían quedado sus modales?, estiró el brazo, ofreciendo del paquete al señor Szayel, terminó de tragar y ofreció —¿Quiere?— Bueno, al menos estaba haciendo un esfuerzo por entablar algo de confianza sin llegar a ser mal educada... o al menos, grosera. Si sus padres la vieran siendo regañada por su profesor aún estando en 2°Grado tal vez se sentirían avergonzados, incluso si se ponía a recordar, ya habían demostrado un poco de vergüenza cuando hacia cosas idiotas en frente de desconocidos; pero ¡no podía evitarlo! ni siquiera sabía cómo actuar frente a ciertas circunstancias, era por eso que debía educarse mucho aún.